Las Albercas

El origen de la alberca de Cortes, junto a la de Loreto, se remonta a finales del siglo XV, cuando la máxima autoridad de la orden de San Juan de Jerusalén en la Corona de Aragón, el Castellán de Amposta, ordenó su construcción al maestro Guillem Bertin, quien la acabó en 1501.

El agua procedía del azud de Nueno en el río Isuela, sobre el que la ciudad de Huesca tenía derechos otorgados por Pedro IV en el siglo XIV. Además las tierras que iba a regar eran sanjuanistas.

El brocal abierto en el frente de la presa lleva inscrito el año 1879, que corresponde a las reformas realizadas para integrarla en la red de regadios dependientes del embalse de Arguis.

Desde su fecha de creación y esta última tuvo que ser agrandada, limpiada y reparada en numerosas ocasiones. Los principales problemas siempre fueron las filtraciones sobre todo en el muro derecho y la acumulación de linos.

De esta forma la capacidad en el siglo XVI está calculada en torno al medio millón de metros cúbicos y sin embargo el el siglo XIX alberga 275.000 metros cúbicos después de la remodelaciones mencionadas, cantidad que también a mermado posteriormente.

Además de abastecer de agua al molino Cortés, la alberca es el origen de dos acequias. Una es la mayor de Cortés, que discurre practicamente paralela al río Isuela llegando hasta Huesca. La otra es de la Algüendia, que se desvía hacia el sur y, sus aguas se distribuyen unos metros mas abajo, mediante un sistema de tajaderas aliniadas.

Además si tomamos el estrecho camino que hay a la izquierda del desagüe, pronto encontraremos unas escaleras que nos conducen a un umbroso salto de agua bajo el tupido dosel de un viejo chopo y una monumental higuera. Es el azud de la acequia de Huesca.

Así pues, la alberca de Cortés forma parte del sistema de riego de la ciudad de Huesca. En primer lugar se construyó el azud de Nueno, en época medieval ; en el siglo XVI aparecieron las albercas de Loreto y Cortés, y a finales del siglo XVII se construyó el pantano de Arguis.