LAS CASAS DEL CONDE A LA ALBERCA 29 NOV 14

Ruta realizada por el grupo de senderismo SERMAR (Guía EUSEBIO)
Nos encontramos en el Parque Natural de “Las Batuecas-Sierra de Francia”.
En la Sierra de Francia, cinco villas están declaradas “Conjunto Histórico-Artístico”, estas son: San Martín del Castañar, La Alberca, Mogarraz, Miranda del Castañar y Sequeros.
Todos estos pueblos además de Las Casas del Conde donde vamos a iniciar nuestra ruta son un bello exponente de la arquitectura popular serrana. Sus casas, sus plazas y sus calles están empedradas con granito, en ocasiones, grandes lanchas graníticas forman verdaderas roderas en las calles principales. Otro elemento son las fuentes, que manan por sus caños de continuo y que otorgan al fluir del tiempo ese sonido regular y monótono; rumor de fuentes, tan característico de la Sierra de Francia. Y balcones cubiertos por tiestos y macetas cuando llega el buen tiempo; geranios con los diversos tonos del rojo y con el blanco y el verde, que dan vivacidad a las calles y plazas. Dentro de este urbanismo, tienen especial importancia el soportal, presente en algunas plazas sobre todo, como cobijo y recinto de intimidad. Y los pasadizos cubiertos. Y los rincones escondidos que parecen no existir. Y los poyos, bloques de granito, adheridos a la fachada de la planta baja de cada casa, donde las gentes se sientan a tomar el fresco y el aire durante el buen tiempo y donde cosen las mujeres en las largas tardes de verano. Todos estos elementos contribuyen a formar estampas muy serranas, que aún se conservan muy vivas.
La ruta la iniciamos desde un precioso puente medieval sobre el río Francia que se encuentra al Sur de la localidad de Las Casas del Conde, a tan solo unos 500 mts de la misma.
Nada más atravesar el puente tomamos un sendero que surge inmediatamente a nuestra izquierda por el que comenzamos a ascender hasta llegar a esta bonita localidad que en su origen fue propiedad del señorío de Miranda del Castañar.
Desde aquí podemos tomar el camino de la izquierda continuando hacia el cementerio por donde seguiríamos un viacrucis que culmina en una preciosa representación del calvario.
Pero nosotros optamos por entrar en la localidad y disfrutar de su arquitectura, para después salir de la misma por el NW. Llegamos a una bifurcación y tomamos el camino de la izquierda para descender hacia el citado calvario por un camino entre olivares cuyos troncos han sido en su mayoría esculpidos.
Una vez hemos disfrutado de la belleza de este calvario con sus tres cruces, donde la central lleva grabados los instrumentos de la pasión de Cristo (los clavos, las tenazas, el látigo); y de los olivares de troncos esculpidos, regresamos de nuevo a la bifurcación y continuamos ahora la senda por nuestra izquierda, dejando la localidad de Las Casas del Conde a nuestra espalda.
Este sendero está perfectamente señalizado. Pronto nos encontramos unas pequeñas representaciones artísticas denominadas los "Mochuelos" se trata de unas obras de hierro con pintura al horno que nos encontramos inesperadamente sobre rocas y peñascos, al lado del camino o del arroyo. Dicen que éstos habitan en el entorno del bosque, avisadores, protectores y guardianes del saber. La lechuza, y especialmente el autillo, tienen un papel en el imaginario colectivo como guardianes de la noche, protegiendo al hombre de los demonios o advirtiéndole si lo ponen en peligro.
Seguimos la senda y como no, nos encontramos otro elemento artístico titulado “al otro lado” se trata de "una puerta abierta en el campo, en el bosque. Una puerta de interior, de una casa, de cualquier casa... Una puerta abierta para ser traspasada, un comienzo y un final, un final y un comienzo. Comunicación entre dos espacios: el mismo y a la vez diferente. Comunicación de exterior a exterior, de interior a interior. Espejo de uno mismo. Puerta de acceso, de cambio, de tránsito a un espacio que siempre ha estado ahí y nunca ha sido observado."
Así siguiendo esta senda entre robles, castaños, madroños… atravesando torrenteras y arroyos… simplemente siguiendo los indicadores y disfrutando del paisaje y la naturaleza llegaremos hasta San Martín del Castañar.
Tras haber caminado poco más de 3 kms desde el inicio, es importante estar atento al indicador, para abandonar la pista y tomar una senda que asciende a nuestra derecha. En unos 300 mts alcanzamos otra bifurcación, bien indicada, donde tomaremos la senda de la izquierda. La de la derecha nos llevaría a Sequeros.
Enseguida entramos en la localidad de San Martín del Castañar. Un pueblo imprescindible para el caminante, un placer para la vista. Para el que tenga tiempo, en el castillo se encuentra el Centro de Interpretación y Recepción de Visitantes de la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar y Francia, como elemento divulgador de tan privilegiado enclave medioambiental.
Nosotros entramos por la calle que nos lleva hacia la iglesia. Seguimos de frente hacia la plaza y continuamos de frente hacia su ermita mientras nos deleitamos con su cuidada arquitectura. Sus casas, sus balconadas típicas y sus fachadas con entramados de madera rellenas de mampostería y símbolos a descubrir grabados en la piedra. …
Una vez en la ermita continuamos en dirección NW siguiendo por la pista asfaltada que sale a la izquierda del Humilladero que se encuentra unos 150 mts más allá. La ruta hasta La Alberca también está perfectamente señalizada (marcas blanca-roja-amarilla).
Tras caminar aproximadamente 1,2 kms llegamos a un cruce de pistas. Seguimos en la misma dirección pero ahora la pista ya está sin asfaltar.
Seguimos por esta pista a lo largo de unos 800 mts, donde surge una senda a nuestra izquierda que toma dirección SW. Éste es el antiguo camino a La Alberca que por una ladera limpia de vegetación se asoma al valle del río Francia.
En unos 2,8 kms de longitud llegamos al Pontón sobre el río Francia, situado en un hermoso paraje.
Lo cruzamos y comenzamos a ascender hacia a La Alberca por la otra ladera, ahora entre abundante vegetación, de castaño y roble.
Aún tenemos que cruzar el arroyo de Arrohuevos saltando por unas grandes moles de piedra.
Enseguida llegamos a La Alberca, donde recorremos sosegadamente sus calles y plazas con atractivos rincones y perspectivas, en los que resalta una arquitectura popular levantada a base de piedras y geométricos entramados de madera. Destacan los dinteles cincelados con las fechas de fundación de las casas, con inscripciones, signos y anagramas religiosos (seguramente porque sus pobladores eran conversos y por ello utilizaron este método para indicar que se habían agarrado con fuerza a la fe cristiana).
Se ha dicho que la estructura urbana de La Alberca es la de una judería, por lo intrincado, laberíntico y secreto de sus calles. Pero tampoco han faltado quienes, al recorrer el pueblo, lo han asociado con los arrabales de Damasco.La Alberca es así la unión, a lo largo de los siglos, de las culturas cristiana, islámica y judaica.
Y por supuesto llegamos a la Plaza un lugar donde se detuvo el tiempo. Con sus fachadas recorridas por dos series de balcones, con la luz de la cal, con sus soportales e hileras de columnas graníticas y con el crucero presidiéndola. Es, sin duda, el eje central de La Alberca.
Tras disfrutar de esta bella localidad damos por concluida esta ruta que ha resultado muy interesante por sus hermosos paisajes y por su bella arquitectura tradicional.