Las Ermitas (Grandoso - Felechas - Colle)

Partiendo de Grandosos, nos dirigimos hacia la Ermita de la Encarnación, situada en la parte alta del pueblo, punto desde el cual podemos contemplar el Encinar más septentrional de la Península Ibérica.

Continuando por el camino del valle tomaremos la ruta que parte hacia la izquierda para rodear un pequeño monte para dar paso al valle de Solapeña desde el que se divisa las localidades de Colle y Felechas. Continuamos por el camino que nos lleva a la carretera de Vozmediano pudiendo contemplar uno de los valles de montaña con mas encanto de la zona y desde el cual pasando por el estrecho valle del arroyo del Cabaniellas llegaremos al cruce que nos permite ir a Felechas. Continuamos por la carretera de Vozmediano en sentido hacia Colle hasta que surge un angosto camino a mano izquierda que nos conduce a Felechas.

Dejamos a la izquierda el nuevo cementerio de la localidad, y a la derecha el antiguo, para descender hasta Felechas donde nos encontramos con la Iglesia de San Martín de Tour. Giramos a la derecha hacia la calle Real para observar una singular construcción por triplicado del Hórreo Leonés. Continuamos descendiendo hacia la salida del pueblo. Una vez llegada a la peculiar caseta del autobus de Felechas, tomamos un camino agrícola que nos llevará a Colle cogiendo la carretera de Vozmediano durante un escueto recorrido para dejarla bruscamente girando a la derecha y adentrarnos en COlle.

Una vez llegados a Colle, continuaremos por sus calles hasta girar a la izquierda a la altura de la Ermita de San Ramón Nonato y ascender hacia la Igelsia de Vicente Martir, que dejamos a nuestra izquierda para adentrarnos en un pequeño valle de prados de siega.

Nos dirigimos ya hacia Grandoso, al punto de partida. Ascendemos por el anterior valle mencionado hasta encontrarnos con el Encinar más septentrional de la Península Ibérica guiándonos por este estrecho camino hasta el corazón de este bosque adehesado de Encina mediterránea, donde podremos observar ejemplares centenarios de caprichosas formas y prácticamente inalterados por el hombre.

Descendemos levemente hasta encontrarnos con el curce inicial desde el que se divisa la Ermita de la Encarnación, punto de partida de la ruta.