Las minas de Sabero - Aleje - Alejico
near Sabero, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
El panel informativo de la ruta lo encontramos en la plaza de San Blas, a las puertas del museo y junto al enorme caserón que en su día acogió la vivienda de los ingenieros y directivos de las empresas mineras que dirigieron las explotaciones. Desde ese punto toca ascender, por el lateral derecho del museo y mientras vemos un poco desde arriba los restos del alto horno, hacia la ermita de San Blas, de origen de medieval. Junto a ella, una barrera da acceso a la pista forestal que se sigue, en suave ascenso y durante unos 700 metros, hasta la Fuente de la Muela, un entorno con bancos y mesas que, por encontrarse al principio de la caminata, nos pilla con pocas ganas de usarlas salvo para hacernos un selfie.
Trescientos metros adelante se presenta, hacia la izquierda, el desvío que acerca hasta uno de los puntos más actractivos del recorrido, El Roblón de la Plata, un gigante de 17 metros de altura y 8 de perímetro con pinta de ser ya un buen mozo cuando andaban colocando los primeros ladrillos de la ferrería. Un poco después de tomar este desvío aparece otro, también hacia la izquierda para quien quiera acercarse hasta la Cueva del Trigal. Llegar hasta esta implica acometer la empinada subida en la que se van dejando atrás las espesuras del bosque mientras se sigue el reguero de hitos que acaban conduciendo, sin pérdida, y en unos 700 metros hasta su entrada. La cueva, que requiere algo de iluminación para disfrutarla, tiene dos salas grandes y muchas evidencias de que quien llega hasta ella no siempre tiene la sensibilidad que debiera para una maravilla geológica como esta, por pequeña o humilde que sea.
De regreso al último desvío, toca ahora acercarse hasta el Roblón, monumento natural del que sorprende tanto su envergadura como la capacidad para haber sobrevivido en un entorno tan necesitado en el pasado de madera para entibar como las minas subterráneas. Y por aquí había de estas un puñado más que largo.
Sin necesidad de desandar ninguna parte del camino, un ramal señalizado conduce desde el Roblón hasta la pista forestal que arrancaba en la ermita. Algo más adelante un panel señala la ubicación de la mina de La Plata. Frente a ella arranca la pista forestal que, tras pasar ante una antigua explotación a cielo abierto, acaba conduciendo hasta el mirador de estructura metálica que, como un púlpito en medio de los peñascos, se asoma al enrevesado discurrir del río Esla por el escarpado valle de Sabero.
Es también un punto de inflexión en el paseo. La cómoda pista forestal se torna ahora en un estrecho sendero que desciende por las bravas hacias las honduras del valle. Tras pasar frente a la entrada de la mina Mariate y los restos de una vieja tolva es cuando se alcanza la entrada de la mina Imponderable, guardiana de los sudores de quienes alimentaban aquella ferrería pionera. El olor y el color de las aguas que resbalan por la bocamina deja bien a las claras el alto contenido en hierro de lo que aún queda en su interior.
El camino desde aquí se tranquiliza. Solo queda ir acompañando las aguas del Esla por su orilla hacia la localidad de Alejico y, si se quiere, dejarse tentar por el largo puente colgante que las sobrevuela a la altura de Aleje.
Desde Alejico el regreso hacia Sabero, hasta el que todavía quedan 4 km, se hace primero por la carreterilla que corre junto a la vega del Esla y después, al alcanzar la CL-626, por la acera que corre por uno de sus arcenes.
Trescientos metros adelante se presenta, hacia la izquierda, el desvío que acerca hasta uno de los puntos más actractivos del recorrido, El Roblón de la Plata, un gigante de 17 metros de altura y 8 de perímetro con pinta de ser ya un buen mozo cuando andaban colocando los primeros ladrillos de la ferrería. Un poco después de tomar este desvío aparece otro, también hacia la izquierda para quien quiera acercarse hasta la Cueva del Trigal. Llegar hasta esta implica acometer la empinada subida en la que se van dejando atrás las espesuras del bosque mientras se sigue el reguero de hitos que acaban conduciendo, sin pérdida, y en unos 700 metros hasta su entrada. La cueva, que requiere algo de iluminación para disfrutarla, tiene dos salas grandes y muchas evidencias de que quien llega hasta ella no siempre tiene la sensibilidad que debiera para una maravilla geológica como esta, por pequeña o humilde que sea.
De regreso al último desvío, toca ahora acercarse hasta el Roblón, monumento natural del que sorprende tanto su envergadura como la capacidad para haber sobrevivido en un entorno tan necesitado en el pasado de madera para entibar como las minas subterráneas. Y por aquí había de estas un puñado más que largo.
Sin necesidad de desandar ninguna parte del camino, un ramal señalizado conduce desde el Roblón hasta la pista forestal que arrancaba en la ermita. Algo más adelante un panel señala la ubicación de la mina de La Plata. Frente a ella arranca la pista forestal que, tras pasar ante una antigua explotación a cielo abierto, acaba conduciendo hasta el mirador de estructura metálica que, como un púlpito en medio de los peñascos, se asoma al enrevesado discurrir del río Esla por el escarpado valle de Sabero.
Es también un punto de inflexión en el paseo. La cómoda pista forestal se torna ahora en un estrecho sendero que desciende por las bravas hacias las honduras del valle. Tras pasar frente a la entrada de la mina Mariate y los restos de una vieja tolva es cuando se alcanza la entrada de la mina Imponderable, guardiana de los sudores de quienes alimentaban aquella ferrería pionera. El olor y el color de las aguas que resbalan por la bocamina deja bien a las claras el alto contenido en hierro de lo que aún queda en su interior.
El camino desde aquí se tranquiliza. Solo queda ir acompañando las aguas del Esla por su orilla hacia la localidad de Alejico y, si se quiere, dejarse tentar por el largo puente colgante que las sobrevuela a la altura de Aleje.
Desde Alejico el regreso hacia Sabero, hasta el que todavía quedan 4 km, se hace primero por la carreterilla que corre junto a la vega del Esla y después, al alcanzar la CL-626, por la acera que corre por uno de sus arcenes.
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