LAS TETAS DE OMAÑA AVENTURASLYA

Regresamos de nuevo a la zona nor-oeste de la provincia de León. Y a otro pueblo del municipio de Murias de Paredes, en la Comarca de Omaña. En este caso a Montrondo. Desde aquí, vamos a emprender la subida al pico Tambarón, tocayo de otro que ya subimos en Ubiñas. El motivo de que nos desplacemos hasta esta localidad, con este pico como objetivo, vuelve a ser un libro. Por la Cordillera Cantábrica de Robin Walker. De sus 60 rutas nos quedan 8. Y esta es la última por territorio leonés. Hace unos 18 años que lo tenemos, y ahora nos hemos propuesto terminarlo.

Llegamos al pueblo de Montrondo desde Murias de Paredes. Estacionamos en la zona central del pueblo, aunque hay un terreno mucho mejor al final, cerca de una fuente circular. Comenzamos a caminar por una pista cruzando un puente sobre el rio Omaña. Zona de praderías y bosque, con un importante abedular señalizado en esta primera parte del recorrido.
Aún permanecemos en esta pista cuando divisamos las dos principales cumbres de esta jornada, conocidas popularmente como “las Tetas de Omaña”, picos Tambarón y Peñona.
Todo este recorrido es rico en agua y pasamos junto a varias fuentes.
Hemos caminado unos cinco kilómetros cuando dejamos hacia nuestra izquierda, una calzada por la que regresaremos. Nos acercamos al Mular. Atravesamos una portilla entrando en una amplia zona de pastos. Hay una caravana que imaginamos sea refugio de algún pastor. Y muy cerca, otra pértiga de control nival y un telenivómetro. Desde esta zona, hasta alcanzar el cordal, progresamos por un terreno de pastos de montaña muy fácil de atravesar. Nos cruzamos con numerosos rebaños de vacas. Uno de ellos, sobrepasa las 100 cabezas entre madres y terneros. Con vista de las cumbres a las que nos dirigimos, llegamos al cordal, divisorio con el municipio de Palacios de Sil. Alcanzamos en primer lugar la modesta cima de Peñas Rubias. Desde ahí, vemos la central térmica de Anllares. Seguimos por el cordal en dirección Sur. Próximos a la cima del Tambarón, entramos en terreno ona rocosa donde pisamos piedras de tamaño medio, pero estables. El último tramo, carente de sendero, nos saca sin dificultad al Tambarón.
En una visión 360º desde esta cima, vemos gran parte de la Cordillera Cantábrica, desde las montañas de Ancares a Ubiñas y más al Este. Nos presta ver la zona de Fasgar y Arcos del Agua, donde estuvimos la semana pasada.
Desde aquí, bajamos por la ladera opuesta hasta Collado Sarnoso o Boqueta de las Fanas. Emprendemos la subida hasta La Peñona, casualmente nuestra cima número 950. Hay un gran hito que alguien supo construir para que sea fácil subir hasta arriba. Las vistas del entorno son similares a las del Tambarón.
El descenso en un principio carece de sendero, pero, aunque inclinado, se baja sin problema. Más abajo, encontramos una senda por la que vamos perdiendo altura. En un momento dado, hemos de abandonar esta zona en la que nos encontramos, para girar a la derecha e internarnos en otro valle. Hay sendas e hitos que alternan terrenos de hierba limpia con algún pedrero. Es importante no perder estas referencias. Intuimos que todo lo demás es bastante cerrado de piornos. Así nos vamos acercando a la Laguna de Pozo Hollado, el Chao o el Llao, como se conoce en la zona. Como todas las acumulaciones de agua de la Cordillera, es de origen glaciar. Pero comparte con muchas de las que conocemos, una leyenda. La de este qué os contaremos brevemente y que podéis aumentar rebuscando por la red. Dicen que en sus profundidades vive una feroz serpiente que había llegado a un pacto con los habitantes de los pueblos de los alrededores. Debían entregarle una muchacha cada año para que estuviese en calma. Como cambia la versión según la cuenten en Salientes o en Montrondo, resumiremos a grandes rasgos estas historias. En una ocasión, la joven que se dirigía a la laguna para ser devorada por la bestia, se encontró con una mujer. Se cree que era la Virgen María. Le entregó un rosario para que lo arrojara a las fauces de la serpiente. La joven así lo hizo y la cruz se le clavó en la boca y la cadena se enredó en el cuerpo. El monstruo se hundió para siempre al fondo donde aún vive. Nosotros, en lugar del reptil, lo único que vimos dentro del agua, alimentándose de las plantas acuáticas, fue una corza. Salimos por un sendero de la zona del lago para entrar por un terreno de pasto a otro valle. Desde ahí, enlazamos dando vistas al Mular con la ruta de ascenso.
Recorrido muy recomendable por la Omaña Leonesa. Y bonito viaje para llegar a Montrondo desde la zona leonesa de Luna y Babia.