LEZNA DESDE LORES AVENTURASLYA

Es esta nuestra primera salida del año fuera de nuestra provincia. Esta montaña, salió como objetivo el verano pasado, cuando anduvimos por la zona del Bistruey desde Caloca. Luego la volvimos a ver desde las cumbres en el entorno del Curavacas.
Lores, es un pueblo situado en la Pernía, al norte de Palencia. Estamos dentro del Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre – Montaña Palentina.
El motivo de que el punto de partida sea Lores y no Caloca, es el de conocer nuevos puntos de partida a la vez que nuevas cumbres.
Es esta una opción larga y con desnivel. Recorreremos una distancia superior a los 25 kilómetros con un desnivel positivo acumulado superior a los 1300 metros.
Llegamos el día antes, y estacionamos la furgo en la Plaza Mayor. Nos llamó mucho la atención, la cantidad de casas que se están rehabilitando. Paseamos por el pueblo.
La noche comenzó lluviosa, pero un giro radical de la “méteo”, provocó que terminase helando. Salimos a 0 grados. El inicio de la ruta nos lleva a pasar por un arco. Esta construcción data del 1013, edificada por un monje de la abadía de Lebanza
Tras atravesar el pueblo, cogemos una pista con una clara orientación oeste. Avanzamos por el valle por el que discurre el arroyo de Gerino.
Un primer punto de referencia con el que nos encontramos, es un gran corral ganadero conocido como Las Tenadas. Llevamos unos 3 kilómetros y apenas hemos hecho 100 de desnivel. Eso habla de la comodidad de este tramo. Tras recorrer algo más de otro kilómetro, entramos en una zona hormigonada. Aquí la pendiente es fuerte; quizás la más dura de todo el recorrido.
El siguiente punto singular al que llegamos, es la Cruz de Tañuga o Collado Gerino. Aquí la visión se amplía de manera considerable. Tanto que alcanzamos a contemplar los dos objetivos de la jornada; el Pumar y el Lezna. Pero lo que más nos llama la atención, es la amplitud de una gran vega verde, y la cara este del Curavacas.
Bajamos hacia la zona del Camperón. Hemos de cruzar arroyos que vienen desde las cumbres más cercanas. Lo siguiente que nos encontramos, es una cabaña-refugio que dista un poco de lo que nos solemos encontrar por terrenos montañosos. Está pintada y no parece encajar mucho con el entorno. Seguimos ascendiendo por Corricaballos hasta alcanzar la Mesa Picorrillo. Bordeamos por el norte un crestón rocoso, el Sestil, donde aún hay algo de nieve. Solo nos queda recortar cerca de un kilómetro para alcanzar la primera cima de la jornada; el Pumar. Contemplamos desde su cumbre, gran parte del terreno recorrido desde que pasamos por la Cruz de Tañuga. A nuestros pies, bajo la cara norte, están los Llaos y todo el monte cántabro que baja hasta Cucayo. Parte del recorrido que va hasta el Bistruey. Vemos Peña Prieta y todas las cumbres que la rodean. Ya forman parte de nuestra vida montañera. Más lejos, la zona de Alto Campoo, con Labra, Tres Mares Cuchillón, Cueto Mañín, hasta el Valdecebollas. Más hacia el norte, el Cornón de Peña Sagra. Y como si nos tuviesen castigados por llevar tiempo sin ir, Picos de Europa se ocultan tras unas densas nubes.
En dirección sur, perdemos altura hasta llegar al collado que nos separa del Lezna. Avanzamos por el límite entre la Pernía y Cervera de Pisuerga. Hemos de superar unos 100 metros de desnivel, para llegar al punto más alto de la jornada; el Lezna. Para nosotros, el mayor protagonismo desde la cima, se lo lleva la cara norte del Curavacas. También todo el valle de altura que se forma desde el Collado de Ves, bajando al nacimiento del río Carrión. Mejoramos la visión del Pumar, llegando a ver la cima del Murcia. Hacia el sur, ya en la zona más llana de la provincia de Palencia, vemos pantanos.
Ha merecido la pena recorrer 13 kilómetros para llegar hasta esta posición. A los dos nos entran ganas de quedarnos allí.
El regreso, lo hacemos descendiendo por la ladera este. Es un terreno árido. Lo forma un conglomerado de roca en la parte alta y algo parecido a la pizarra a media altura. Llegamos a las Llanas de Lezna donde hay una zona de pradera abundante. Desde ahí, teníamos planeado bajar por el arroyo de Cortes hasta el Camperón. Pero decidimos continuar “a vista” más hacia el sur- este. Seguimos por el límite Pernía-Cervera. Llegamos al collado de Picorbillo. Desde ahí, damos una última mirada al cauce del Carrión. Giramos hacia el Este, para bajar por las Calzadas hasta el Camperón. Entramos en una calzada que nos lleva a cruzar el arroyo Arauz. Esta zona es muy rica en agua, al menos en esta fecha. Desde ahí, evitando en lo posible la pista, avanzamos por camperas hasta llegar de nuevo a la Cruz de Tañuga. Cerramos así el circuito por esta zona de montaña que desconocíamos. Solo nos queda recorrer los 5 kilómetros que nos separan de Lores por la misma pista por la que subimos.
Un recorrido, que puede parecer largo y con desnivel, pero que precisamente al unirse estos dos valores, hacen una ruta realmente cómoda. Y las vistas de las grandes montañas de la zona,son espectaculares.
Seguramente volveremos a subir alguna cima de los alrededores en otra ocasión. Y por supuesto pudimos volver a contemplar, la zona del Alto “Rio Carrión” que esperamos poder explorar, próximamente.
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