Lezo - Xoxolurra - Alarguntza - barracones
near Lezo, País Vasco (España)
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Itinerary description
Lezo ruta 1
Travesía por las faldas de la cara sur de Jaizkibel, siguiendo la ruta “Xoxolurra-Alarguntza” y vuelta por el Camino de Santiago.
Al final visita a los barracones de los "Batallones de Trabajadores".
- Desde 1939 hasta 1946, es decir, en los años posteriores a la Guerra Civil española, más de 1.500 personas fueron obligadas a realizar trabajos forzosos en diferentes lugares de Lezo. Estos 'esclavos' del franquismo, también conocidos como «trabajadoriak» por la gente del pueblo, eran presos de guerra o personas «no afines al régimen» que les tocó hacer el servicio militar en esa época. La mayoría de ellos estuvo trabajando en la construcción de la carretera que actualmente se conoce como la GI-3440, en el tramo de Erroteta al Santuario de Guadalupe.
Al principio, el estado en el que sobrevivían estas personas al paso de los días era poco menos que inhumano. Dormían en hoyos cavados en el suelo por sus captores con el simple acomodo de hojarasca como colchón y manta. Tratados casi como ganado, tan solo cuando los franquistas vieron peligrar la salud y la vida de esta valiosa mano de obra se dignaron a levantar unos barracones, que hoy en día son de nuevo visibles y que pueden ser visitados en una de las laderas del monte Jaizkibel.
Estas construcciones estaban pensadas para albergar un máximo de cincuenta personas, aunque en la práctica los habitaban hasta doscientos presos.
Ha sido gracias a los miembros de Etxetxo, la Asociación de la Memoria Histórica de Lezo -creada en 2016 con el objetivo de recuperar y divulgar la memoria histórica del pueblo- que, realizando trabajo comunal, han recuperado recientemente los barracones del entorno del bosque de Iparragirre, quitando zarzas, sacando toda la basura acumulada y emergiendo así el suelo original de los mismos.
Los llamados 'esclavos de Lezo' llegaron a la zona a partir del año 1937 en las filas de los llamados Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores, grupos que estaban integrados por presos de guerra, jóvenes que habían cumplido el servicio militar con la República (invalidado después por el bando sublevado) y por militares oficiales del bando nacional, que eran los que se encontraban al mando de esa tropa.
Parece ser que a las zonas colindantes al municipio lezoarra llegaron cuatro batallones integrados por más de 3.000 personas, de las cuales la asociación Etxetxo ya ha identificado a 1.500. Aunque la mayoría de ellos estuvo trabajando en la citada senda de la carretera GI-3440, a otro de los grupos se le encargó la misión de construir unos búnkeres en la línea conocida como 'Vallespín' en Gaintxurizketa, pensados como herramienta de seguridad ante un posible ataque francés en la época.
Posteriormente, en 1951 los franquistas transformaron la zona de Erroteta aprovechando sus estructuras en lo que se conocía como el 'Campamento Lezo Bajo', situado a unos 1500 metros del 'Campamento Lezo Alto', situado en la zona de Iparragirre y que previamente había pertenecido aun destacamento de transmisiones.
Cuesta creer que hasta hace pocos años estos dos campamentos pasaran desapercibidos entre la maleza a los ojos de los propios lezoarras hasta que la asociación Etxetxo los recuperara con el fin de reincidir en la memoria y en la reparación.
Una reparación que a todas luces difícilmente podrá ser completa, ya que según los investigadores, no queda nadie con vida de los citados 'esclavos'.
En cualquier caso, siempre quedarán las ruinas, testigos de un episodio relatado en unos inteligentes paneles explicativos recientemente colocados y que los viandantes pueden consultar para conocer este escenario con memoria de dolor histórico.
Travesía por las faldas de la cara sur de Jaizkibel, siguiendo la ruta “Xoxolurra-Alarguntza” y vuelta por el Camino de Santiago.
Al final visita a los barracones de los "Batallones de Trabajadores".
- Desde 1939 hasta 1946, es decir, en los años posteriores a la Guerra Civil española, más de 1.500 personas fueron obligadas a realizar trabajos forzosos en diferentes lugares de Lezo. Estos 'esclavos' del franquismo, también conocidos como «trabajadoriak» por la gente del pueblo, eran presos de guerra o personas «no afines al régimen» que les tocó hacer el servicio militar en esa época. La mayoría de ellos estuvo trabajando en la construcción de la carretera que actualmente se conoce como la GI-3440, en el tramo de Erroteta al Santuario de Guadalupe.
Al principio, el estado en el que sobrevivían estas personas al paso de los días era poco menos que inhumano. Dormían en hoyos cavados en el suelo por sus captores con el simple acomodo de hojarasca como colchón y manta. Tratados casi como ganado, tan solo cuando los franquistas vieron peligrar la salud y la vida de esta valiosa mano de obra se dignaron a levantar unos barracones, que hoy en día son de nuevo visibles y que pueden ser visitados en una de las laderas del monte Jaizkibel.
Estas construcciones estaban pensadas para albergar un máximo de cincuenta personas, aunque en la práctica los habitaban hasta doscientos presos.
Ha sido gracias a los miembros de Etxetxo, la Asociación de la Memoria Histórica de Lezo -creada en 2016 con el objetivo de recuperar y divulgar la memoria histórica del pueblo- que, realizando trabajo comunal, han recuperado recientemente los barracones del entorno del bosque de Iparragirre, quitando zarzas, sacando toda la basura acumulada y emergiendo así el suelo original de los mismos.
Los llamados 'esclavos de Lezo' llegaron a la zona a partir del año 1937 en las filas de los llamados Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores, grupos que estaban integrados por presos de guerra, jóvenes que habían cumplido el servicio militar con la República (invalidado después por el bando sublevado) y por militares oficiales del bando nacional, que eran los que se encontraban al mando de esa tropa.
Parece ser que a las zonas colindantes al municipio lezoarra llegaron cuatro batallones integrados por más de 3.000 personas, de las cuales la asociación Etxetxo ya ha identificado a 1.500. Aunque la mayoría de ellos estuvo trabajando en la citada senda de la carretera GI-3440, a otro de los grupos se le encargó la misión de construir unos búnkeres en la línea conocida como 'Vallespín' en Gaintxurizketa, pensados como herramienta de seguridad ante un posible ataque francés en la época.
Posteriormente, en 1951 los franquistas transformaron la zona de Erroteta aprovechando sus estructuras en lo que se conocía como el 'Campamento Lezo Bajo', situado a unos 1500 metros del 'Campamento Lezo Alto', situado en la zona de Iparragirre y que previamente había pertenecido aun destacamento de transmisiones.
Cuesta creer que hasta hace pocos años estos dos campamentos pasaran desapercibidos entre la maleza a los ojos de los propios lezoarras hasta que la asociación Etxetxo los recuperara con el fin de reincidir en la memoria y en la reparación.
Una reparación que a todas luces difícilmente podrá ser completa, ya que según los investigadores, no queda nadie con vida de los citados 'esclavos'.
En cualquier caso, siempre quedarán las ruinas, testigos de un episodio relatado en unos inteligentes paneles explicativos recientemente colocados y que los viandantes pueden consultar para conocer este escenario con memoria de dolor histórico.
Waypoints
Photo
340 ft
Cantera Sarastizabal
Photo
321 ft
Caserío Amezti
El pequeño caserío de Amezti data del siglo XIX. Su principal actividad ha sido siempre el pastoreo, un oficio muy arraigado en el monte Jaizkibel desde tiempos prehistóricos. El ganado ovino proporciona productos de gran valor: queso, leche, piel, lana y carne, entre otros.
Photo
404 ft
Barracones
Photo
238 ft
Iparragirre depósito agua
Construido en 1915 (al lado de los restos del antiguo caserío Iparragirre, que desapareció destruido por un incendio).
Comments (2)
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Information
Easy to follow
Scenery
Moderate
Me ha venido muy bien la desviación para ver los barracones.La ruta la he realizado muchas veces y no sabía que pasaba cerca de las ruinas de los mismos. Ruta ideal para una mañanera calurosa, mucha sombra.
Sí, creo que merece la pena visitar los barracones.