L'Obac Vacarisses-Castellsapera i Turó de la Pola 2x100 Cims
near La Bauma, Catalunya (España)
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Itinerary description
Castellsapera, orgulloso y enhiesto, cercano y no por ello menos anhelado. Tiempo atrás cejamos en conquistarlo, por falta de brío y susurrantes avisos de pasos aéreos. A la inquietud por dar la talla en el desafío, se unen agoreras voces de tormentas y aguaceros, que pudieran deslucir la hazaña. Aún así acudimos puntuales a la cita, sin nubosas compañìas, y detenemos el auto en la Casa Nova de L'Obac. Nos recibe con la valla abierta de par en par, y como premio a ser los primeros, elegimos el mejor sitio para aparcar. Varios años han pasado desde que hicimos una ruta similar, aunque sin coronar, y se nos antojan nuevos los lugares por donde vamos a pasar. Silencio y soledad reinan ahora en este lugar, y después de curiosear, como siempre, dentro de la ermita por un resquicio, partimos sin más. La bien cuidada pista hace agradable el caminar, la vegetación da a la vista solaz, y como dijo el poeta, hacemos camino al andar. Las ruinas de la Casa Vella y Sant Antoni Vell, dan fe de su antiguo esplendor, y en el Pou de Glaç aprendemos sobre la industria del hielo y del carbón. Llaneando llegamos al Turó Roig, que salvaguardado por una grieta abisal, evita visita indeseadas y preserva su singularidad. Maldiciendo entre dientes, bajamos sin remisión para visitar la Font de la Portella, sabiendo de antemano que cuando más descendamos , más tocará remontar. Dicho y hecho, una pequeña grimpadeta en el Torrent de la Saiola, inaugura el sendero empinado, que pasando por las ruinas de La Calcina, sube y sube sin pausa ni compasión. Tenemos tregua a media subida, para visitar la Font del Solitari y el Cau, que por unánime consenso, decidimos que pudo ser un abrigo o utilizado para cualquier uso, ahora difícil de adivinar. Recuperamos el aliento al culminar la subida en la Canal del Solitari, y oimos lejanas voces de caminantes que nos preceden hacia el Paller de Tot l'Any. Dando la vuelta a la mole, vemos con desencanto que ellos han ocupado el trono, donde, con hermosas vistas de Montserrat, nuestro ufano guía quería hacernos reposar. Aunque toca de nuevo subir, con fuerzas renovadas y pendiente más favorable, nos plantamos en el Turó de la Pola o de les Tres Creus. Un cent cims advenedizo, que alguien ha decidido añadir en fecha reciente, para desengaño de los que en su dia lo obviaron por tener menor gloria y ningún nombre. Ajeno a vanas disquisiciones, este hermano menor del Montcau, de igual aspecto y pétrea composición, opone la misma resistencia a ser coronado que su hermano mayor, aunque siendo de menor altura, se rinde ante nuestro tresón. Fotos en el vértex que lo corona y panorámicas atesoradas como botín, nos acompañan ahora hacia el próximo objetivo, el ahora al alcance de la mano, Castellsapera. Antes visitamos el Avenc, donde una lápida recuerda al intrépido joven de 14 años de una Asociación de Escoltes de Catalunya, que en el lejano año 1.964 bajó el solo y muy rápido, y fué subido luego muy despacio, entre varios. Olvidamos el triste recuerdo bajo La Foradada, donde como niños posamos riendo al pasar bajo el arco de piedra. Recuerda a los bajos dinteles de las iglésias, donde hasta el más altivo inclina la cabeza para poder pasar. Dudamos en el dédalo que protege el acceso a la cima, pués dos canales confluyen hacia ella, sin marcas ni hitos que nos guien. Titubeamos y dividiendo esfuerzos, sabemos ahora que a izquierda y a derecha luego, nos lleva por el adecuado pasadizo hasta la elevada plataforma. Tampoco distintivo alguno, ni vertéx, ni cruces, ni siquiera un humilde montón de piedras, nos recibe en la cima. Compensan las maravillosas vistas en 360º, nuestra amada la Mola, el Montcau, todas las cercanas cimas (Roca Salvatge, Paller de Tot l'Any, Turó Roig, Turó de la Pola), al fondo, el majestuoso macizo de Montserrat y a tiro de piedra, el Queixal de Porc. Iniciado el descenso, una pequeña desgrimpadeta nos hace extremar precauciones, con el añadido de que el pedregoso sendero impide un buen agarre. El Collet Estret, un pinar presidido por su orgulloso rey , llamado el de les Tres Branques recortado contra el cielo, la curiosa roca Foradada a un lado del camino, y por fín la Torre de Guaita, salpican este tramo de la ruta. Aunque seguimos bajando, ahora es por pista y con más suave inclinación, parecemos en trance, relajados asimilando y digiriendo todo lo anteriormente vivido, cuando un potente griterío nos sobresalta al acercarnos a L'Obac. Un colegio de niños ocupa el lugar, corriendo, saltando y gritando sin pausa y con frenesí, aunque a la vez comiendo. Eso nos recuerda que debemos buscar nuestro propio sustento y en una cercana población, nos acomodamos alrededor de la mesa de la hípica para recibir el premio merecido.
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Dos per un
L'Obac m'enamora