Lopera-Cerrillo Blanco-Ruta del Agua de Porcuna-Lopera
near Lopera, Andalucía (España)
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Sigo un trecho más camino adelante, la llamada Mata Vieja, rodeado por los olivos más antiguos, de más de dos siglos, del municipio. Me interno en el olivar buscando las chozas de piedra seca levantadas por agricultores y ganaderos (construidas con la técnica de la falsa bóveda por acumulación y aproximación de hiladas de piedras que techan y cierran el espacio del habitáculo); fueron consideradas patrimonio de la Humanidad, pero no veo nada más que piedras trabajadas de indudable antigüedad pero hoy reutilizadas para levantar muros y balates. Lo que sí encuentro es la Torre del Comendador, también de origen romano: es un torreón realizado con grandes sillares de piedra, con su interior no excavado, que tenía una función defensiva y de vigilancia.
Bajo hasta la fuente para desandar el camino hasta la carretera y visitar el Centro de Recepción de Visitantes de la Necrópolis Dinástica de Cerrillo Blanco. Se debe concertar la visita previamente. La necrópolis se encontraba cerca del recinto habitado, en este caso Ipolka, capital de los túrdulos y desde los siglos VII al II a.C. oppidum íbero. Se trata de un túmulo funerario delimitado por losas de piedra, que en época tartésica (siglo VII a.C.) encerraba un total de veinticuatro tumbas de inhumación de fosa y una de cámara de planta poligonal, todas individuales salvo la cámara (que contenía un enterramiento doble, de un hombre y una mujer que serían la pareja principal, y que servía para ordenar en torno a ella el espacio interno del túmulo).
A mediados del siglo V a. C. en este espacio funerario se instala un conjunto de esculturas representativas de la historia de un linaje nobiliario, símbolo de su poder. Fue hallado en 1975 y son hasta el día de hoy el mayor grupo escultórico, en cantidad y calidad, del mundo íbero, compuesto por más de 1400 fragmentos de cuarenta piezas (aunque muchas ya habían sido expoliadas) de gran calidad artística, realizadas en piedra arenisca blanca de las canteras de Santiago de Calatrava, situadas al sur de Porcuna, con acabado pulimentado y a veces pintadas. Se muestran en pisos superpuestos escenas de la educación de un príncipe desde su infancia, con la preparación para el combate y la caza, luchas en la edad adulta con otros guerreros, un león y un grifo, representaciones de sus antepasados y de seres mitológicos. Un siglo después, probablemente a inicios del siglo IV a.C., cuando la memoria de quienes lo erigieron estaba aún presente, el clan opositor del oppidum destruyó con saña el conjunto, seguramente al destronar al linaje de los aquí enterrados, y lo sepultó bajo grandes losas de piedra en zanjas en el límite del túmulo, en una damnatio memoriae (se destruyen con especial cuidado los rostros). Tras la destrucción del grupo escultórico, se reutiliza la necrópolis como lugar de enterramiento por el ritual de cremación, guardando las cenizas en urnas depositadas en el suelo (halladas en una cámara del siglo IV a.C.). Actualmente las esculturas se pueden visitar en el Museo Provincial de Jaén y en el Museo de Porcuna.
Desde la necrópolis podemos divisar una bonita estampa de Porcuna y la llamada Boca de Porcuna, la unión por un valle de dos cerros amesetados, origen del poblamiento de Alcores y Albalate. Se puede entender cómo la ciudad de Ipolka, fortificada y situada en un lugar tan estratégico, dominara un amplio territorio (parte de las provincias de Jaén y Córdoba), controlando el acceso a la campiña y al Valle del Guadalquivir.
Después de esta interesante visita, vuelvo a la carretera en dirección a Porcuna, pasando dos rotondas, antes de tomar un camino a la derecha que pasa delante de El Vélez, con su chimenea de ladrillo que formó parte de una máquina de vapor para elevar el agua de los pozos hacia la población, a principios del siglo XX. Continúo paralelo a la A-306 por un olivar, que en en su origen y hasta hace poco fue zona de huerta, la Huerta de Belén, con cultivos hortícolas desde época romana y sobre todo andalusí, y que algunos aún perviven.
Tras cruzar una pista asfaltada, junto a un camino empedrado está la Fuente de la Galga; siguiendo el camino que sube a la derecha se encuentran otras fuentes, pilares y aljibes históricos, de la Ruta del Agua de Porcuna: primero el Pilarico de María Cotilla, pequeño pilar a ras de suelo que aprovecha el agua del farallón, al que dio su nombre a mediados del siglo pasado la
mujer de un peón caminero, que vivía en una casilla situada más abajo, teniendo también una huerta en las cercanías. Luego en un paraje muy sombreado está la Fuente Grande, donde a mediados del siglo XX se encontraba ls piscina municipal; hoy es un pequeño parque arbolado que contiene restos de lavaderos donde las mujeres hacían la colada. En el siguiente pilar, el del Tío Pavón, se cuenta que bebió agua el caballo de Julio César en el año 45 a. C., cuándo vino a Obulco para ponerse al frente de su ejército en la guerra contra los pompeyanos. A los pies del pilar hay una calzada que puede que sea romana.
En el entorno de la Fuencaliente, se establecieron las primeras bandas estacionales de cazadores recolectores, aprovechando la abundancia de agua, fauna y flora y el dominio sobre el territorio que se tiene desde aquí.
Muy próximo se halla el abrigo conocido como Cueva del Enamorado Macías, donde, según relata la tradición, se ocultó este poeta y juglar de origen gallego, llegado aquí como escudero a fines del siglo XIV en las luchas fronterizas con el reino de Granada. Se enamoró de Elvira, hija del Maestre de Calatrava, el cual lo mandó a la guerra y casó a ella con un hijodalgo local. Macías, a su vuelta, se retiró a este lugar, donde cantaba sus tristes canciones a los que por aquí pasaban, siendo algunas recopiladas en el Cancionero de Baena. Luego acabaría
prisionero en un castillo cercano a Arjonilla y muerto al parecer por una saeta del marido de Elvira, celoso sobre todo de su fama.
Bajo ahora por la Vereda de los Cardos, ya de vuelta a Lopera; justo antes de
cruzar la A-306, está la Fuente de los Camineros y continuando la vereda al otro lado hay un pilar abrevadero de gran tamaño, casi una alberca baja (para abrevar al ganado y para labores agrícolas), el Pilar del Arroyo Obrero (junto a este curso de agua). Más adelante se cruza la JV-2931 (Vereda de la Roa), antes de abandonar la Vereda de los Cardos por la Cañada de Santa María; siguiendo por el borde del olivar llego hasta el Arroyo Salado, que discurre sin agua (para llegar al arroyo tengo que atravesar una maraña de cañas y ramas secas y después subir por la orilla opuesta, algo escarpada). Llego así a un olivar bajo una de las dos casamatas de la Guerra Civil que hay en esta zona, separadas unos 100 metros, de las mejor conservadas en Andalucía.
Estas casamatas son posteriores a la Batalla de Lopera, sirviendo para controlar Lopera, Porcuna, la carretera hacia Bujalance, el arroyo Salado y el puente que lo cruza.
Lopera fue escenario de una de las batallas más importantes del Frente de Andalucía, acaecida entre el 27 y el 29 de diciembre de 1936, después de que el día de Navidad la localidad fuese ocupada por las tropas nacionales (pese a la voladura del puente del Arroyo Salado). En la batalla participó la XIV Brigada Internacional, al mando del famoso General Walter (nombre de guerra del polaco Karol Swierczewski). Pese a varios intentos, las tropas republicanas no pudieron reconquistar Lopera, aunque la compañía británica del batallón la Marseillase alcanzó las primeras casas antes de replegarse con un alto coste de muertos y heridos. El ataque por un estrecho desfiladero, bajo fuego frontal desde el cerro del Castillo, sin poder alimentarse los atacantes en todo el día, estaba destinado al fracaso, del que se responsabilizó al capitán francés Delasalle, comandante del batallón, sometiéndole a Consejo de Guerra en Arjonilla y ejecutándole por traición. De todas formas, el ejército rebelde no pudo apoderarse de Andújar ni del vital paso de Despeñaperros.
La contienda, que convirtió a Lopera en una de las localidades de la zona con un mayor patrimonio de la guerra, hizo que fuese incluida en el listado de localidades a reconstruir por el Servicio Nacional de Regiones Devastadas y Reparaciones.
Luego de cruzar el puente sobre el Arroyo Salado en la JV-2930, bajo la inquietante presencia del nido de ametralladoras, retomo la Vereda de Moledores a la izquierda para en unos 100 metros seguir a la derecha hasta una nueva bifurcación presidida por una cruz en honor de San Roque, patrón del pueblo desde el siglo XVII y al que se encomendaron los vecinos durante la epidemia de peste que asoló la villa. Sigo a la izquierda hasta la calle de Jesús, al final de la que se levanta la Ermita de Jesús, de estilos barroco y neoclásico. Adosado a esta ermita se encuentra el antiguo Convento de Jesús , que fue sede del Colegio de las Hermanas de la Cruz.
Sigo por las calles de Sor Ángela de la Cruz y Pablo Iglesias hasta la calle del Dr. Marañón, en cuya esquina se encuentra el Hospital de Jesús Nazareno y San Juan de Dios, edificio del siglo XVII de dos plantas, cuyo interior posee un hermoso patio con doble arcada de columnas toscanas, arcos de medio punto en la parte baja y rebajados en la alta. En pocos metros alrededor se pueden ver numerosas casas nobiliarias, que conservan su estructura original de los siglos XVII y XVIII, como las de las calles Real, García de Leániz y Padre Bernabé Cobo; ésta última está entre el Castillo y la Iglesia de la Inmaculada Concepción y desemboca en la plaza de la Constitución, la Plaza Mayor sede de los tres poderes fácticos (la cierra el Ayuntamiento, símbolo del poder civil, que posee una bella espadaña y una portada de orden toscano, barroca, de principios del XVII; aunque tras varias reformas, sólo se conservan del original los escudos, la portada y la espadaña).
La Iglesia, sede del poder religioso, muestra una sucesión de estilos, desde el gótico final (según algunos su construcción se inició en el siglo XIV), hasta el barroco recargado del XVIII. Es de planta basilical de tres naves (más alta y ancha la central), con tres portadas: la principal o Triunfanta, la Sur o Infanta y la Norte o Veneranta. Alberga la imagen de la Reina de Sierra Morena, desde que fue cedida por un vecino para la celebración de una misa de campaña en plena Guerra Civil, pues el resto de las imágenes sagradas habían sido quemadas.
El poder militar está representado por el Castillo-fortaleza de la Orden de Calatrava, del siglo XIII, levantada sobre una fortificación musulmana anterior, y uno de los mejores ejemplos de la arquitectura defensiva de la Orden (declarado BIC en 1991). Conserva los 263 metros de su perímetro original, habiéndose restaurado para mostrar su aspecto del siglo XIII (aunque posteriormente a su función militar se convirtió en residencia e incluso en bodega a mediados del siglo XX). En su patio de armas posee un segundo recinto formado por dos torres del homenaje (la de Santa María y la de San Miguel), unidas por dos lienzos de muralla. La de Santa María alberga un oratorio gótico mandado construir por el comendador Juan Pacheco, que actualmente es sede del Museo de la Guerra Civil Española de la Batalla de Lopera; la de San Miguel, que servía para controlar el acceso al alcázar y que guardaba restos de un palomar medieval, muestra aún los daños causados por un proyectil durante la contienda.
Abandono esta monumental plaza, donde se rodaron escenas de “La mula”, basada en la novela homónima de Eslava Galán, por la calle del Castillo, pasando junto a la Casa de la Tercia (antiguo Pósito), que se comunica con el castillo mediante un pasadizo subterráneo excavado en los años 60. Construida en el siglo XV, por fundación testamentaria de un particular, Don Gómez Manrique, Comendador de Lopera, sirvió para el almacenaje de grano en la Edad Moderna y como bodega después. Por ella pasó Cervantes como comisario para la recaudación de grano para aprovisionar las galeras de la Armada Invencible, como constatan varios documentos de la época (al menos entre el 22 y el 25 de febrero de 1592, recaudando 200 fanegas de trigo y 60 de cebada); incluso pernoctó en la Posada de la Cruz, situada en la calle Real.
La planta baja fue usada como bodega durante décadas, hallándose aquí las criaderas del vino debido a su temperatura ideal. A la entrada de la planta baja, justo a la derecha, se encontraba la “Sacristía”, donde se encontraban las mejores soleras.
Sigo por la calle Hiedra hasta el Paseo de Colón, bajando la calle Cuesta hasta los Jardines del Pilar Viejo, donde finalizo esta larga ruta (pero cargada de historia, desde los tiempos de los íberos hasta la Guerra Civil) junto al monumento a los brigadistas muertos durante la batalla de Lopera; de los 145 hombres de la compañía británica, 78 murieron, entre ellos el escritor Ralph Winston Fox (1900-1936) y el poeta Rupert John Cornford (1915-1936), descendiente de Charles Darwin, miembros de la generación "Writers of Thirties".
Waypoints
Fuente de la Galga
Pilar con frente de piedra encalada y gran caja para el agua; camino empedrado de principios de siglo XX
Pilar de los Camineros
Pilar abrevadero de un sólo caño que derrama a un apoyadero de cántaros, que está a nivel del pilar, con escaleras a cada lado para acceder a él. Con escudo de obras públicas tallado en piedra de Porcuna, con la fecha de la construcción -1943- debajo del escudo.
Nido de ametralladoras
En forma de “L” terminando en semicírculo, con aspilleras inferiores para las ametralladoras y superiores para los fusiles y armas automáticas; en los huecos interiores se almacenaba la munición
Nido de ametralladoras y trincheras de la Guerra Civil
Construido en forma de "S" con troneras para tiradores y ametralladoras, hornacinas en las paredes y tres cavidades subterráneas que se utilizarían como depósitos o improvisados refugios
Ermita de Jesús
Portada principal del siglo XVIII. Puerta principal entre contrafuertes. Consta de dos pisos con arco trilobulado en los dos y a su vez acogidos ambos por un arco de medio punto. El primer piso aparece coronado por un frontón triangular abierto y pináculos. Planta rectangular de tres naves, siendo la central más ancha que las laterales, separadas por arcos de medio punto sobre columnas toscanas; la central se cubre con bóveda de medio cañón y las laterales con bóveda de arista. Coro alto a sus pies.Presbiterio rectangular con bóveda de media naranja sobre pechinas decoradas con motivos de estuco distribuidos por los arcos. Las cornisas y pechinas sirven de marcos a pinturas del tetramorfo. Camarín en el fondo, neoclásico (siglo XIX), de planta ochavada y cubierto con una bóveda oval, que posee intradós radiados y cuatro óculos radiales con vidrieras. Retablo central, neoclásico, y retablos de Ntra. Sra. de los Dolores y del Niño de la Bola barrocos; frontal del altar también barroco, con placas rectangulares de mármol rojo de Cabra
Torre de la Iglesia de la Inmaculada y Castillo
Torre de la iglesia de 15 metros de altura, ochavada y rematada con chapitel de aguja apuntado, poligonal, con teja vidriada; base cuadrada sobre la que se eleva un cuerpo octogonal y un tercero circular con cuatro vanos con arco de medio punto para albergar las campanas, que acaba con una cornisa sobre la que corre una baranda de hierro
Casa de la Tercia
Construcción de ladrillo en sus gruesos interiores y de grueso tapial en sus paredes externas, con piedras de cantería que refuerzan las esquinas. De traza rectangular, se compone de dos plantas: la primera por debajo del nivel de la calle Castillo, con tres naves cubiertas con bóveda de cañón y doce arcos de medio punto rebajado, de ladrillo sobre pilastras de piedra; su parte alta es de traza similar y sólo varía en las alturas y proporciones de sus arcos. Se cubre con bóveda plana y a dos aguas. No tiene elementos decorativos salvo sendas cruces de piedra en lo más alto del caballete de la cubierta, que miran una al castillo y la otra a la Plaza del Triunfo
Castillo de Lopera (siglo XIII)
De planta pentagonal, construido en mampostería con mortero de cal; acceso principal con arco de medio punto y jambas construidas con fustes de columnas romanas reutilizadas, protegido por dos matacanes de ladrillo, en su lado oeste, con lienzo con adarve y parapeto almenado (posiblemente muy posterior al propio muro) y flanqueado por dos torres cilíndricas. Los restantes lienzos se rematan en las esquinas con torreones de distinta planta, circular el de su extremo sur, con balcón amatacanado; cuadrada la del situado en el vértice oriental; y en forma de L el más septentrional, que presenta una cadena de sillares achaflanados. El lienzo de muro entre estos dos últimos, está abierto en su parte central con un portón moderno. Interior muy alterado a lo largo de la historia, aunque se conservan dos torres del homenaje, de planta cuadrada, llamadas de Santa María (almenada y con entrada por un arco apuntado, a nivel del patio de armas) y de San Miguel (desmochada, con acceso en primera planta)
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