Los gentiles y la Dama Mari en la cueva Sarastarri de Aralar
near Aia, País Vasco (España)
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Hoy nos dirigimos a Sarastarri, refugio secreto de gentiles y lamias.
Aralar es tierra de leyendas relacionadas con la mitología, una de ellas cuenta cómo antes de que la palabra Kismi (Cristo) fuese predicada bajo el sol, los gentiles ya vivían en los montes de Sarastarri.
Según las viejas creencias los primeros agricultores, molineros, pastores y constructores, fueron los “Gentiles” o “Jentilak”. Para Barandiarán, la palabra “gentil” podría traducirse como “idólatra” o “pagano”, aunque se han sugerido diversas interpretaciones sobre su origen o naturaleza.
Para unos autores, el “gentil” era la representación mítica del hombre primitivo y salvaje, que vivía en la montaña (habitualmente en cuevas) o en un paraje alejado y poco accesible y que estaba dotado de una fuerza extraordinaria.
Para otros, el término hacía referencia a un pagano que vivía en paz con los cristianos pero que no se mezclaba demasiado con ellos, viviendo en un lugar aislado donde pudiera mantener su forma de vida y sus creencias en un espacio seguro e íntimo.
Otras personas consideraban que estos individuos eran habitantes de zonas altas de montaña, rudos y poco civilizados, que no se llevaban bien con los cristianos y se aprovechaban de ellos cuando tenían ocasión.
Normalmente se localizaba a los Jentilak en cavernas o monumentos megalíticos, entre las que se encuentra la que hoy vamos a visitar: la cueva de Sarastarri.
El fin de los gentiles o paganos con la llegada del Kismi (Cristo) se encuentra en una leyenda que narra la introducción del cristianismo en el País Vasco y la desaparición de los gentiles bajo la losa llamada Jentillarri.
Tras los gentiles aparece la diosa Mari que tiene también su propia leyenda en estos parajes. Cuenta que un grupo de carboneros que trabajaba en las proximidades de Sarastarri sacaba el agua necesaria del pozo existente en la cueva de Sarastarri. Cierto día, un joven carbonero acudió a la cueva a coger agua con su propia jarra, pero volvió a la cabaña asustado y sin agua. Entonces, el jefe de los carboneros fue a la cueva pero también volvió asustado y sin agua en la jarra. Los dos decían lo mismo: que en la entrada de la cueva habían visto una bella y esbelta joven peinándose el cabello, era la propia Mari.
Así que Begoña, Enrique y los tres Carlos, tras la batida fallida de la semana pasada de la Dama en la cueva del monte Putterri, hoy caminaremos en su búsqueda hacia la de Sarastarri.
En coche llegamos al aparcamiento del puerto de Lizarrusti (muga de Gipuzkoa y Navarra), lugar donde se ubica hoy el Parketxe con el Centro de Interpretación del Parque Natural de Aralar, refugio/albergue y bar/rte económico y con un bueno y atento servicio.
Pero antes, entre los siglos XIX y principios del XX, fue casa de mikeletes donde se llevaba a cabo la recaudación de arbitrios y persecución del contrabando .
Vamos, que era como la aduana de un aeropuerto de hoy en día.
Desde este punto, por detrás de la zona de columpios, nos dirigimos hacia el embalse de Lareo por el trazado del viejo ferrocarril maderero, una fácil y bonita senda de grava, ancha y de poca pendiente, que ofrece hacia el exterior maravillosas ventanas de hayas, hoy entre la niebla, con el relajante sonido de la regata Agauntza cuyas aguas discurren hacia Ataun por el fondo del barranco.
Y hacia el interior, la rica flora que el imponente hayedo calcícola nos ofrece en terreno musgoso por la poca luz que penetra: tilos, arces, fresnos, acebos, tejos, robles…destacando en el camino un ejemplar de haya con gran cantidad de raíces externas que retienen la caída de piedras y generan suelo incluso en un lugar de tanta pendiente.
Algún tramo de la senda está barrenado en roca y preparado para la escalada deportiva, senda que atraviesa el pequeño túnel de Akarreta por el que circulaba el referido tren maderero que construido a principios del siglo XX bajaba carbón vegetal y piedras del monte.
Llegamos luego al precioso puente de madera que atraviesa el aún arroyo Agauntza cuyas aguas vienen del barranco de Enirio, en un paraje idílico de abundante vegetación de ribera, y que invita a sacar tus buenas fotos.
Hemos entrado ya en el ámbito de la Mancomunidad de Enirio-Aralar, compuesta por 15 municipios del piedemonte del Aralar guipuzcoano, que desde comienzos del siglo XV vienen utilizando los bosques y praderas de los montes de Enirio-Aralar para el pastoreo y aprovechamiento forestal.
Más adelante atajamos por una senda que cruza la pista hormigonada y que llega al embalse de Lareo, que parece más bien un pequeño lago natural, que construido a finales de los 80 no deja ver las conducciones de traída de aguas de la sierra de Aralar, camufladas entre la vegetación, ni el conducto -que no existe- para llevar el agua del embalse a la población de Ataun, pues baja por una sima natural.
Por otra parte, la cantera cercana de la que se extrajo la piedra para la presa tuvo su proyecto de restauración que luego se ejecutó (entonces legalmente no era obligatorio) con una buena integración en el paisaje del entorno.
No ocurre lo mismo con la última pista construida recientemente en Aralar, al parecer sin el preceptivo estudio de impacto ambiental en un Parque Natural y que ha dejado una enorme cicatriz en la sierra.
El embalse rodeado de abundante hayedo y pinar, cubierto esta vez de una ligera niebla que incrementa la belleza del paraje, niebla que nos acompañará hasta la cima del Sarastarri.
Por su parte izda rodeamos el embalse hasta tomar la senda bien señalizada que entre hayedos y varios tejos asciende a la cima del monte, pero antes topamos con un árbol cruzado en el sendero, justo en el punto donde hay un hito de piedra que por la dcha te lleva directamente a la cueva de Sarastarri.
En su interior, nos guía Enrique con sus potentes focos para enseñarnos todos sus recovecos, sorprendiéndonos cuando saca un trípode de “profesional” y se pone a captar imágenes a destajo de las variadas formaciones geológicas que cuelgan de sus paredes, con los murciélagos y los gentiles “sus espíritus” revoloteando a nuestro alrededor. IMPRESIONANTE!!!
Lástima que no se pudieran obtener imágenes de los “bichos voladores” y “espíritus”. Espectacular el reportaje fotográfico obtenido!!!
Ahora bien para ponerle al guía un 11 sobre 10 solo le faltó acertar la hora exacta de disipación de la niebla, que no lo hizo según sus previsiones, al alcanzar la cima, sino cuando ya habíamos descendido al embalse, aunque justo es reconocer que el guía quería volver a llevarnos a la cima para contemplar esas impresionantes vistas de la sierra de Aralar con su majestuoso Txindoki y bellos pueblos de su entorno. Le comentamos mejor dejarlo para otra ocasión.
En el regreso circunvalamos el embalse por su lado izdo para acercarnos al dolmen de Labeo y cruzar su bonito puente de madera estilo wikingo para volver al lugar de partida por la misma senda de la ida.
Y llegamos a tiempo al Parketxe para asearnos y alrededor de una mesa hidratarnos y reponer fuerzas comentando la extraordinaria jornada vivida, y con un brindis especial despedir a Begoña que vuelve a Valencia.
A su vez fuimos programando nuestra próxima cueva, para ver si a la tercera va la vencida, y podemos ver a la Dama Mari, aunque algún afortunado visionario parece que ya la vio en la del Putterri, descrita ella como esbelta, con su túnica blanca y sus dorados cabellos, pero dormida, así que esta vez no pudo entrevistarla para” Radio Viajera”. LÁSTIMA!!!
El enlace en el blog Donosti City de la cueva sastarri en lareo aralar.
Aralar es tierra de leyendas relacionadas con la mitología, una de ellas cuenta cómo antes de que la palabra Kismi (Cristo) fuese predicada bajo el sol, los gentiles ya vivían en los montes de Sarastarri.
Según las viejas creencias los primeros agricultores, molineros, pastores y constructores, fueron los “Gentiles” o “Jentilak”. Para Barandiarán, la palabra “gentil” podría traducirse como “idólatra” o “pagano”, aunque se han sugerido diversas interpretaciones sobre su origen o naturaleza.
Para unos autores, el “gentil” era la representación mítica del hombre primitivo y salvaje, que vivía en la montaña (habitualmente en cuevas) o en un paraje alejado y poco accesible y que estaba dotado de una fuerza extraordinaria.
Para otros, el término hacía referencia a un pagano que vivía en paz con los cristianos pero que no se mezclaba demasiado con ellos, viviendo en un lugar aislado donde pudiera mantener su forma de vida y sus creencias en un espacio seguro e íntimo.
Otras personas consideraban que estos individuos eran habitantes de zonas altas de montaña, rudos y poco civilizados, que no se llevaban bien con los cristianos y se aprovechaban de ellos cuando tenían ocasión.
Normalmente se localizaba a los Jentilak en cavernas o monumentos megalíticos, entre las que se encuentra la que hoy vamos a visitar: la cueva de Sarastarri.
El fin de los gentiles o paganos con la llegada del Kismi (Cristo) se encuentra en una leyenda que narra la introducción del cristianismo en el País Vasco y la desaparición de los gentiles bajo la losa llamada Jentillarri.
Tras los gentiles aparece la diosa Mari que tiene también su propia leyenda en estos parajes. Cuenta que un grupo de carboneros que trabajaba en las proximidades de Sarastarri sacaba el agua necesaria del pozo existente en la cueva de Sarastarri. Cierto día, un joven carbonero acudió a la cueva a coger agua con su propia jarra, pero volvió a la cabaña asustado y sin agua. Entonces, el jefe de los carboneros fue a la cueva pero también volvió asustado y sin agua en la jarra. Los dos decían lo mismo: que en la entrada de la cueva habían visto una bella y esbelta joven peinándose el cabello, era la propia Mari.
Así que Begoña, Enrique y los tres Carlos, tras la batida fallida de la semana pasada de la Dama en la cueva del monte Putterri, hoy caminaremos en su búsqueda hacia la de Sarastarri.
En coche llegamos al aparcamiento del puerto de Lizarrusti (muga de Gipuzkoa y Navarra), lugar donde se ubica hoy el Parketxe con el Centro de Interpretación del Parque Natural de Aralar, refugio/albergue y bar/rte económico y con un bueno y atento servicio.
Pero antes, entre los siglos XIX y principios del XX, fue casa de mikeletes donde se llevaba a cabo la recaudación de arbitrios y persecución del contrabando .
Vamos, que era como la aduana de un aeropuerto de hoy en día.
Desde este punto, por detrás de la zona de columpios, nos dirigimos hacia el embalse de Lareo por el trazado del viejo ferrocarril maderero, una fácil y bonita senda de grava, ancha y de poca pendiente, que ofrece hacia el exterior maravillosas ventanas de hayas, hoy entre la niebla, con el relajante sonido de la regata Agauntza cuyas aguas discurren hacia Ataun por el fondo del barranco.
Y hacia el interior, la rica flora que el imponente hayedo calcícola nos ofrece en terreno musgoso por la poca luz que penetra: tilos, arces, fresnos, acebos, tejos, robles…destacando en el camino un ejemplar de haya con gran cantidad de raíces externas que retienen la caída de piedras y generan suelo incluso en un lugar de tanta pendiente.
Algún tramo de la senda está barrenado en roca y preparado para la escalada deportiva, senda que atraviesa el pequeño túnel de Akarreta por el que circulaba el referido tren maderero que construido a principios del siglo XX bajaba carbón vegetal y piedras del monte.
Llegamos luego al precioso puente de madera que atraviesa el aún arroyo Agauntza cuyas aguas vienen del barranco de Enirio, en un paraje idílico de abundante vegetación de ribera, y que invita a sacar tus buenas fotos.
Hemos entrado ya en el ámbito de la Mancomunidad de Enirio-Aralar, compuesta por 15 municipios del piedemonte del Aralar guipuzcoano, que desde comienzos del siglo XV vienen utilizando los bosques y praderas de los montes de Enirio-Aralar para el pastoreo y aprovechamiento forestal.
Más adelante atajamos por una senda que cruza la pista hormigonada y que llega al embalse de Lareo, que parece más bien un pequeño lago natural, que construido a finales de los 80 no deja ver las conducciones de traída de aguas de la sierra de Aralar, camufladas entre la vegetación, ni el conducto -que no existe- para llevar el agua del embalse a la población de Ataun, pues baja por una sima natural.
Por otra parte, la cantera cercana de la que se extrajo la piedra para la presa tuvo su proyecto de restauración que luego se ejecutó (entonces legalmente no era obligatorio) con una buena integración en el paisaje del entorno.
No ocurre lo mismo con la última pista construida recientemente en Aralar, al parecer sin el preceptivo estudio de impacto ambiental en un Parque Natural y que ha dejado una enorme cicatriz en la sierra.
El embalse rodeado de abundante hayedo y pinar, cubierto esta vez de una ligera niebla que incrementa la belleza del paraje, niebla que nos acompañará hasta la cima del Sarastarri.
Por su parte izda rodeamos el embalse hasta tomar la senda bien señalizada que entre hayedos y varios tejos asciende a la cima del monte, pero antes topamos con un árbol cruzado en el sendero, justo en el punto donde hay un hito de piedra que por la dcha te lleva directamente a la cueva de Sarastarri.
En su interior, nos guía Enrique con sus potentes focos para enseñarnos todos sus recovecos, sorprendiéndonos cuando saca un trípode de “profesional” y se pone a captar imágenes a destajo de las variadas formaciones geológicas que cuelgan de sus paredes, con los murciélagos y los gentiles “sus espíritus” revoloteando a nuestro alrededor. IMPRESIONANTE!!!
Lástima que no se pudieran obtener imágenes de los “bichos voladores” y “espíritus”. Espectacular el reportaje fotográfico obtenido!!!
Ahora bien para ponerle al guía un 11 sobre 10 solo le faltó acertar la hora exacta de disipación de la niebla, que no lo hizo según sus previsiones, al alcanzar la cima, sino cuando ya habíamos descendido al embalse, aunque justo es reconocer que el guía quería volver a llevarnos a la cima para contemplar esas impresionantes vistas de la sierra de Aralar con su majestuoso Txindoki y bellos pueblos de su entorno. Le comentamos mejor dejarlo para otra ocasión.
En el regreso circunvalamos el embalse por su lado izdo para acercarnos al dolmen de Labeo y cruzar su bonito puente de madera estilo wikingo para volver al lugar de partida por la misma senda de la ida.
Y llegamos a tiempo al Parketxe para asearnos y alrededor de una mesa hidratarnos y reponer fuerzas comentando la extraordinaria jornada vivida, y con un brindis especial despedir a Begoña que vuelve a Valencia.
A su vez fuimos programando nuestra próxima cueva, para ver si a la tercera va la vencida, y podemos ver a la Dama Mari, aunque algún afortunado visionario parece que ya la vio en la del Putterri, descrita ella como esbelta, con su túnica blanca y sus dorados cabellos, pero dormida, así que esta vez no pudo entrevistarla para” Radio Viajera”. LÁSTIMA!!!
El enlace en el blog Donosti City de la cueva sastarri en lareo aralar.
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Comments (3)
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Ederki, Olozaga. ¡Buen trabajo!
Lo describes todo tan natural y ameno que es como si hubiera estado allí con vosotros...
Un abrazo
Ya está, ahora me aclaro, ya me ha costado.
Efectivamente tú no estuviste allí, no fuiste nuestro guía. Eras uno de esos gentiles que revoloteaban sobre nuestras cabezas, y seguro que fuiste el que avisó a la Dama de nuestra presencia.
Difícil abrazar a un espíritu pero bueno...lo intentaré.
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Information
Easy to follow
Scenery
Moderate
Muy maja