LOS JUNCOS, CASTILLO DE GALERAS, BATERÍA DE SANFULGENCIO, CUARTEL Y BATERÍAS DE FAJARDO, PODADERA, “BAÑO EN PUNTA DEL AIRE

076/20 - 2020-09-17, “50 SENDAS CON BAÑO POR CARTAGENA, 36 DE 50” - LOS JUNCOS, CASTILLO DE GALERAS, BATERÍA DE SANFULGENCIO, CUARTEL Y BATERÍAS DE FAJARDO, PODADERA, “BAÑO EN LA PUNTA DEL AIRE”, CENTRO, MOLINETE, LOS JUNCOS, 18,2 Km, 5 horas 56 minutos, +398 m -372 m.

Lo que vimos:
https://photos.app.goo.gl/aC7hnD78SVcnUowM6

Día plomizo el de la fecha. A pesar de ello, en las fotos puede verse la belleza de los lugares que hemos disfrutado en esta senda semiurbana, que nos llevó a darnos el baño 36 de 50 en la Punta del Aire. Un placer ascender al monte Galeras al alba, cuando aún las luces de la Trimilenaria permanecían encendidas.

Sólo dos senderistas, lo lógico en tiempo de pandemia, partíamos cada cual de casa para encontrarnos en el puente de La Concepción y recorrer la banda oeste de nuestro puerto, en lo que empleamos casi 6 horas, incluido el baño, para transitar más de 18 kilómetros y ascender unos 400 metros de acumulado positivo. Dejamos Benipila y ascendimos al castillo “capitán de todos los castillos”; en la segunda mitad del siglo XVIII se comenzó a construir el citado, catalogado como “Bien de Interés Cultural”, situado a 219 metros de altitud sobre la cumbre del monte Galeras, del que hereda su nombre. Rodeado de un foso seco y con un revellín unido a su puerta, para defensa de ésta, su construcción fue finalizada en 1777. Desde él parte el cinturón de la muralla de Carlos III, que rodeaba la ciudad, y que termina en el actual Gobierno Militar, frente a la bandera del puerto. En el Galeras, en julio de 1873, se proclamó el “Movimiento Cantonal y fue nombrado “capitán de todos los castillos”.

Cuentan que, a saber, al estallar la insurrección, se buscó una bandera roja para izarla en su semáforo marítimo, pero sólo se encontró una insignia otomana, que elevaron pensando que no se distinguiría la media luna blanca. Al conocer la noticia, el capitán general de la plaza envió a Madrid un telegrama con el siguiente texto: “el castillo de Galeras ha enarbolado bandera turca”. Para corregir la situación, un insurrecto se practicó un corte en un brazo y tiñó con su sangre el símbolo islámico. Hasta 1986 Galeras perteneció al Ejército de Tierra y desde dicha fecha es responsabilidad de La Armada, merced a lo cual y, desafortunadamente, gracias a su restricción de paso es el mejor conservado de todos nuestros castillos.

Placentera la bajada del Galeras, con unas vistas de ensueño de nuestra dársena, nuestro puerto, nuestros faros y nuestra bocana. Doblamos al sur y ascendimos el Soto de San Juan de la Podadera, hasta elevarnos más arriba del Fuerte de Navidad. Raudos descendimos hasta a esa coqueta batería llamada La Podadera. A pesar de su constante deterioro, cada día me parece más bonita. Necesita unos toques de restauración, por seguridad.

Descendimos hasta la Punta del Aire y, en un calmado mar, nos dimos un magnífico y placentero baño. Nos fuimos hacia el centro para hacer más larga la caminata, para pasearnos por los 36 metros del Parque Arqueológico de El Molinete, Monte de la Ciudadela de Asdrúbal (Mons Arx Asdrubalis), Barrio del Foro Romano, donde existía un templo dedicado al emperador Augusto, edificios político-administrativos como la basílica, el erario público, la sede de los duunviros, que como no me sonaban he tenido que buscar que eran como los actuales alcaldes o dos magistrados que se enviaban a las colonias de la antigua Roma, y la curia o lugar de reunión del actual concejo… ¡Para mí siempre fue el barrio de las putas!, al que no acudía porque era pecado, ¡Me lo perdí!, o no. No lo sé, lo que sí sé es que no me arrepiento de mi comportamiento en esta ya longeva vida.

Abandonamos el Decumano Maximus, termas, edificios del erario público y la curia, para, por los azules balcones de la calle, elevamos a los 36 metros de la cumbre de El Molinete, mientras nuestra cavidad nasal aspiraba las sustancias aromáticas de la lavanda, nuestras neuronas olfativas se excitaban y transmitían a nuestro cerebro, a través de nuestro sistema límbico, esa sensación de encontrarse bien con uno mismo, de estar a gusto con los amigos, de olvidar temporalmente la pandemia. La Ermita de San Cristóbal, la envoltura de un molino, el hipotético templo del emperador Augusto y parte de la muralla de Antonelli o Felipe II, puedes admirar en esta colina.

Pasamos por el mercado de Santa Florentina. Allí el culto a la rubia. Fiché en el Martillo. Salud