Los siete dosmiles del Moncayo desde Cueva de Ágreda

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Reseña de la ruta en Adventoorer: Los siete dosmiles del Moncayo desde Cueva de Ágreda.

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Se me ha ocurrido recorrer el cordal del Moncayo para hacer los siete dosmiles que lo forman. En principio pienso en hacerlo desde el norte, desde el Santuario de Nuestra Señora del Moncayo, pero como yo voy desde el centro, llegar hasta allí me supone un viaje en coche bastante largo. Además, quiero hacerlo en el día, sin quedarme a dormir ni nada. Entonces pienso en hacerlo desde el sur, desde el pueblo de Cueva de Ágreda. Es una ruta larga y va a hacer mucho calor, pero como a veces no pienso, me decido y voy. En fin, luego me quejo…

Pues nada, después de casi tres horas en coche llego al pueblo y me pongo a andar a eso de las diez. Aún no hace mucho calor y el comienzo es agradable. Los primeros tres kilómetros se va por la carretera. Está bien, para ir calentando. No está muy transitada, así que no hay problemas con los coches. Se avanza rápido.

Después de un bosquecillo, salgo de la carretera y empieza la odisea. Los siguientes cinco kilómetros son horrorosos. Horribles. Nunca lo he pasado tan mal, que yo recuerde. Ni camino, ni sendero, ni nada de nada. Solo arbustos, yerbajos, sembrados y bichos. Es complicadísimo avanzar por aquí. No le recomiendo esto a nadie. Doy vueltas continuamente intentando encontrar el camino. Rodeos y maldiciones. Pienso en darme la vuelta, pero acabo de empezar y no quiero rendirme tan pronto. A veces se despeja un poco el terreno y se puede ir medio bien, pero otras veces vuelven los arbustos y es una locura.

En fin, la cosa es que hay que llegar a un PR que está allí lejotes, y es durísimo llegar. Luego en casa, con un mapa, vi que ese PR baja hasta la carretera por la que iba al principio, bastante más allá. Casi es preferible hacer los ocho o diez kilómetros por el asfalto y coger la pista desde allí que meterse campo a través como yo.

Eso sí, llegar al PR me emocionó… Qué alegría, qué sensación.

Lo malo es que ya estoy bastante hecho polvo por avanzar por la jungla. Pero bueno, sigo para arriba. El PR sube la loma suavemente hasta el primer dosmil, el Alto de la Majada Alta. Subida suave, con un airecillo muy agradable, que en circunstancias normales habría sido un paseo. Pero entre haber dormido poco, y estar ya agotado por la odisea, la subida se me hace durísima. Tardo un horror en llegar allí, y me empiezo a plantear un cobarde abandono.

Si sigo es simplemente porque no quiero volver a repetir ese camino. No sabía que el PR llegaba a la carretera. Si no, probablemente habría vuelto vergonzosamente.

El caso es que continúo. Dura subida a la Lobera. No tiene ninguna complicación, pero tardo muchísimo. Me paro continuamente a respirar y descansar. Decido subir y ver cómo es el cordal, y en función de cómo lo vea, seguir o volverme, a pesar de lo que me iba a costar eso. Pero una vez allí se ve que el cordal es muy sencillo. Sendero, desniveles suaves… Sin problemas, así que decido llegar al final. Allí arriba me quedo un buen rato tranquilamente, descansando y comiendo algo.

De aquí al Moncayo la cosa mejora. El camino es muy sencillo y los desniveles asequibles. Voy despacito, y parándome alguna vez, pero todo va ahora mucho mejor.

Nueva parada en el Moncayo para ver las vistas y comer algo. Estas montañas están en medio de una gran llanura, así que es normal que haga siempre tanto viento.

Ya solo me quedan dos dosmiles. La bajada del Moncayo es brutal. Casi cuatrocientos metros a machete hasta el collado. Hay un sendero y se baja bien, pero ya me estoy agotando del todo. Y luego la última subida a la Peña Negrilla, que también me duele un montón.

Bueno, esto está casi hecho. A la Peña Negrilla Norte se llega enseguida, pasando por una cabañita de piedra chulísima que está ahí en el camino.

Y ya solo queda la última bajada hasta el pueblo. Desde arriba se ve una pista más abajo. Mi recomendación es cogerla, cosa que yo no hice. La pista da alguna vuelta, pero llega al pueblo. Se tarda mucho menos que yendo a lo loco por ahí. Eso es justo lo que hago yo. Para bajar tampoco hay caminos ni nada. Por donde sea. Es bastante incómodo. No como la parte del principio, pero a estas horas todo se hace cuesta arriba.

Me meto por el fondo del valle y avanzo despacio. Siempre se encuentra un camino, pero es muy incómodo todo. Ya en la parte baja me harto y tiro a la derecha, hasta encontrar la famosa pista. Odio las pistas, pero me alegré muchísmo de encontrar esta. Estoy hecho polvo, medio quemado por el sol, agotado, pero avanzo deprisa para llegar cuanto antes al pueblo. Y al bar…

Así que lo que es el cordal me gustó. Es fácil y cómodo, y bonito. Pero la subida fue un infierno, y la bajada no fue especialmente agradable.

Casi mejor hacer la ruta desde el norte...

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