Lozoya, en busca de robles centenarios
near Lozoya, Madrid (España)
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Trail photos
Itinerary description
NOTA IMPORTANTE: Esta información tiene únicamente carácter orientativo, quienquiera que haga uso y seguimiento total o parcial del track y su texto adicional asume la plena responsabilidad ante los riesgos propios de la práctica de la actividad senderista.
Ruta muy atractiva por sus bellos paisajes y zonas de paso casi virginales, en un área donde la vegetación se muestra exhuberante y abundan los prados ganaderos, manteniendo esas estampas campestres cercanas a las montañas que hoy, con gran facilidad y para desgracia de los que amamos el campo, se pueblan de forma urbana.
Se califica "solo para expertos" porque discurre en su mayor trayecto por campo a través, evitando los caminos de la zona para sentir la verdadera emoción de atravesar los densos bosques, las gargantas de cauces fluviales y las laderas de espesa vegetación como antiguos transeúntes, soportando las incomodidades que a veces nos plantea lo verdaderamente natural.
Comienza junto al área polideportiva existente a la entrada oriental de Lozoya, por la facilidad que nos brinda de aparcamiento. Tras una progresión inicial por atajos y linderos que nos dejan pasar -no sin ciertas dificultades- por los aledaños urbanos del pueblo, tomamos la pista del Camino del Carretero, que nos permite ganar altura con comodidad hasta desviarnos, en un primer escollo campo-travesero, para vadear el cauce del arroyo del Carretero y en otro posterior, más intenso y superando fuerte desnivel, para llegarnos hasta la pradera de la Mata del Tirón, donde hacemos un descanso y reponemos fuerzas.
A esa altitud de 1500 m en que ya nos encontramos, pueblan las empinadas laderas espesos pinares que se han ido adueñando de los viejos robledales que antaño poblaban esta vertiente montañosa orientada al sudeste. Hemos de rastrear pues con dificultad caminante, por los suelos llenos de maleza, la presencia de los pocos ejemplares centenarios de robles que aún perviven entre los pinos, y en particular la de un árbol singular que supera los doscientos años de edad, distinguido como tal por la Comunidad de Madrid; lo encontramos y abrazamos su longevo tronco, admirando y documentando su esbelta silueta ya que se ve forzado a crecer en altura para disputarles el sol a los pinos que lo circundan.
Continuamos luego camino una vez recuperada de nuevo la pista y seguimos ganando altura y disfrutando los paisajes que nos dejan ver los claros entre pinares, así hasta alcanzar la enorme pradera del Rajocil, techo en altitud de esta ruta. Antes de acomodarnos para comer y disfrutar de su excelente panorama hacia Este, sur y oeste, nos atrevemos a descender por la abrupta garganta que acoge el curso del arroyo Reajo Sastre, para curiosear la pequeña cascada que chorrea en su caída entre las formaciones rocosas que articulan ese cauce; es paraje peligroso y ha de hacerse con debida precaución.
Ya alimentados y descansados, afrontamos el lento descenso campo a través que nos hará perder los quinientos metros largos que habíamos ganado en altura, ahora por espesos robledales que han tapizado de hojas sus irregulares suelos en este otoño avanzado; nuevo reto caminante que hemos de superar con calma y buen pie para no perder apoyo ni arañarnos con las zarzas y arbustos que proliferan en las zonas más húmedas. Lograremos llegar con paciencia hasta la planicie de Los Canales, no sin vadear antes como Dios nos dé a entender el caudaloso cauce del arroyo Reajo Sastre, que ha ganado en caudal según llega a las cotas bajas.
Y tomado el apacible camino de Navarredonda, recorreremos los últimos kilómetros de la ruta hasta finalizarla en el mismo punto de inicio.
Ruta muy atractiva por sus bellos paisajes y zonas de paso casi virginales, en un área donde la vegetación se muestra exhuberante y abundan los prados ganaderos, manteniendo esas estampas campestres cercanas a las montañas que hoy, con gran facilidad y para desgracia de los que amamos el campo, se pueblan de forma urbana.
Se califica "solo para expertos" porque discurre en su mayor trayecto por campo a través, evitando los caminos de la zona para sentir la verdadera emoción de atravesar los densos bosques, las gargantas de cauces fluviales y las laderas de espesa vegetación como antiguos transeúntes, soportando las incomodidades que a veces nos plantea lo verdaderamente natural.
Comienza junto al área polideportiva existente a la entrada oriental de Lozoya, por la facilidad que nos brinda de aparcamiento. Tras una progresión inicial por atajos y linderos que nos dejan pasar -no sin ciertas dificultades- por los aledaños urbanos del pueblo, tomamos la pista del Camino del Carretero, que nos permite ganar altura con comodidad hasta desviarnos, en un primer escollo campo-travesero, para vadear el cauce del arroyo del Carretero y en otro posterior, más intenso y superando fuerte desnivel, para llegarnos hasta la pradera de la Mata del Tirón, donde hacemos un descanso y reponemos fuerzas.
A esa altitud de 1500 m en que ya nos encontramos, pueblan las empinadas laderas espesos pinares que se han ido adueñando de los viejos robledales que antaño poblaban esta vertiente montañosa orientada al sudeste. Hemos de rastrear pues con dificultad caminante, por los suelos llenos de maleza, la presencia de los pocos ejemplares centenarios de robles que aún perviven entre los pinos, y en particular la de un árbol singular que supera los doscientos años de edad, distinguido como tal por la Comunidad de Madrid; lo encontramos y abrazamos su longevo tronco, admirando y documentando su esbelta silueta ya que se ve forzado a crecer en altura para disputarles el sol a los pinos que lo circundan.
Continuamos luego camino una vez recuperada de nuevo la pista y seguimos ganando altura y disfrutando los paisajes que nos dejan ver los claros entre pinares, así hasta alcanzar la enorme pradera del Rajocil, techo en altitud de esta ruta. Antes de acomodarnos para comer y disfrutar de su excelente panorama hacia Este, sur y oeste, nos atrevemos a descender por la abrupta garganta que acoge el curso del arroyo Reajo Sastre, para curiosear la pequeña cascada que chorrea en su caída entre las formaciones rocosas que articulan ese cauce; es paraje peligroso y ha de hacerse con debida precaución.
Ya alimentados y descansados, afrontamos el lento descenso campo a través que nos hará perder los quinientos metros largos que habíamos ganado en altura, ahora por espesos robledales que han tapizado de hojas sus irregulares suelos en este otoño avanzado; nuevo reto caminante que hemos de superar con calma y buen pie para no perder apoyo ni arañarnos con las zarzas y arbustos que proliferan en las zonas más húmedas. Lograremos llegar con paciencia hasta la planicie de Los Canales, no sin vadear antes como Dios nos dé a entender el caudaloso cauce del arroyo Reajo Sastre, que ha ganado en caudal según llega a las cotas bajas.
Y tomado el apacible camino de Navarredonda, recorreremos los últimos kilómetros de la ruta hasta finalizarla en el mismo punto de inicio.
Waypoints
Waterfall
5,173 ft
Cascada del Reajo Sastre
En zona abrupta de su cauce, forma este pequeño salto de agua.
Fauna
4,098 ft
Los Canales
Zona de prados ganaderos y arroyos por donde transcurre la parte final de la ruta.
Panorama
4,974 ft
Mirador
En un claro entre pinares, ya por cotas altas y cercanas a la pradera de Rajocil.
Risk
3,791 ft
Paso de cerca
Al comienzo de la ruta, se han de sortear algunas de estas dificultades añadidas.
Tree
5,008 ft
Roble bicentenario
Árbol singular, ejemplar más vistoso y longevo que otros que se conservan en la zona.
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