Lucena monumental con subida al Santuario de Araceli

Aprovechando la celebración de la media maratón de Lucena, visito esta monumental ciudad, la antigua Al-Yussana árabe o la Eli ossanna judía (“Dios nos salve” en hebreo), que conoció su esplendor entre los siglos IX y XII, cuando fue el núcleo principal de la población judía en al-Ándalus (de hecho, su población era mayoritariamente hebrea). En la “Perla de Sefarad” existía una importante escuela universitaria judía. Con la invasión de los almohades, radicales islámicos, la “Ciudad de los Judíos” fue arrasada al negarse éstos a convertirse al Islam, emigrando muchos de los supervivientes a Toledo. De aquella época queda el trazado de las estrechas calles de la Judería en el centro de la localidad, alrededor de la antigua sinagoga, y la necrópolis judía más grande descubierta en Europa (en 2006), con restos óseos datados entre los años 1000 y 1050 (incluso se encontró una lápida con caracteres hebreos que por su tipología se fechó entre los siglos VIII y IX).

Aparco en la calle del Juego de Pelota, para llegar por la de Santiago a la Iglesia de Santiago Apóstol, cuya construcción se inició a principios del siglo XVI por disposición testamentaria del Comendador de la Orden de Santiago (tradicionalmente se la consideraba levantada sobre una antigua sinagoga judía, aunque lo más probable es que en su construcción se reutilizaran materiales del entonces recién demolido viejo templo de San Mateo, donde sí pudo estar la antigua sinagoga y mezquita). En su interior alberga la imagen de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna (“la Columna"), talla de gran belleza del siglo XVII, obra de Pedro Roldán, uno de los pasos más venerados y de mayor tradición santera de la ya de por sí muy afamada Semana Santa lucentina.
En la vecina calle Ancha se encuentra la iglesia de San Felipe Neri, en la que destaca su retablo mayor datado en torno a 1700, que procedía originariamente de la desaparecida iglesia conventual de Santa Ana.

Por la calle Veracruz me introduzco en la Judería, desembocando en el Mercado de Abastos, adyacente al Castillo del Moral, en cuya torre del Homenaje estuvo preso Boabdil tras la batalla del Arroyo Martín González en 1483. Su parte central es la más antigua, datando de la época dorada del judaísmo en Lucena, convirtiéndose en el siglo XVI en palacio y residencia de los señores de Lucena, Marqueses de Comares (el segundo marqués y VIII Alcaide de los Donceles, del que hay un busto en un lateral del castillo, en el Pasaje del Cristo del Amor, fue el que trajo de Roma en 1562 la imagen de la Virgen de Araceli, patrona de Lucena). La protesta de la población por los abusos de sus señores motivó que el señorío y su jurisdicción pasasen a la Corona en el siglo XVIII. El palacio también perteneció a los Duque de Medinaceli (a los que estaban vinculados los señores de Lucena); ahora es sede del Museo Arqueológico y Etnológico.

Frente a la Plaza Nueva se encuentra la fachada principal de la Iglesia de San Mateo Apóstol (antes sinagoga y luego mezquita), conocida como la catedral de la Subbética y una de los templos más bellos y antiguos de la provincia (se inició su construcción en 1498, con las portadas de la Sacristía y de Nuestra Señora de la Umbría). Debe sus trazas a Hernán Ruiz II. Destacan su retablo renacentista (son pocos frecuentes los de iguales características en la Baja Andalucía) y la anexa Capilla del Sagrario (considerada, junto con el Sagrario de la Asunción de Priego, una de las obras cumbres del Barroco andaluz; es de planta octogonal con un templete central, todo recubierto con bellas yeserías policromadas).

Bajo ahora para ir a la calle de San Francisco, donde se encuentran la Iglesia y Convento de la Madre de Dios (de los RR.PP. Franciscanos), que se levantaron sobre una ermita medieval. El convento franciscano comienza a construirse en el año 1550 auspiciado por el señor de Lucena, llegando a ocupar casi toda la manzana en la que está inserto. Contó con cátedra de Filosofía y fue seminario mayor de la Orden, en la provincia Bética, hasta los años sesenta del siglo pasado (ahora tiene una muy reducida comunidad). Su interior alberga una interesante imaginería de la que destacan el Crucificado de Pasión, de estilo manierista, y San Pedro Alcántara, atribuida con fundamento al granadino Pedro de Mena (que es autor de una talla de San Buenaventura), al igual que la de San Francisco de Asís.

Vuelvo por la calle Juan Jiménez Cuenca, donde se encuentra la Iglesia de San Francisco de Paula (o de Santo Domingo), que tiene su origen en el voto que realizó la ciudad de edificarle una ermita a San Francisco de Paula a causa de una epidemia en 1679. La ermita se finalizó en 1690, permaneciendo como oratorio unos años hasta que se instalaron en unas casas contiguas los frailes Mínimos o Victorios fundando un "hospicio" con licencia del Obispo de Córdoba, el cardenal Salazar. Ya a principios del siglo XVIII, se inicia la construcción del Convento en lugar del "hospicio", que finalizó hacia 1740 incorporando la vieja y ruinosa ermita a los pies del nuevo templo (cuyo primer tramo se convirtió en vestíbulo). Alberga una imagen del Cristo de la Sangre, elaborada con médula de maíz y madera de acacia procedente de un taller indígena de Nueva España (hoy Méjico). El Convento, tras la exclaustración, llegó a ser Cuartel de la Guardia Civil; hoy un lujoso hotel.

Sigo por la calle El Peso, a la derecha, y luego por Curados, donde se levanta la Capilla de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que formaba parte del templo anejo de San Pedro Mártir de Verona. Su parte más antigua es de planta circular (del siglo XVIII; consecuencia de la exclaustración de la comunidad dominica y de la clausura del templo de San Pedro, la cofradía nazarena añadió otro cuerpo oval en el XIX) y tiene función de camarín, con un baldaquino que cobija la imagen titular (gótica, del siglo XVI), de gran devoción popular en toda la comarca. Se venera también la urna del Santo Entierro de Pedro de Mena (siglo XVIII).
La iglesia de San Pedro Mártir fue un antiguo convento dominico erigido en 1570 sobre una antigua ermita dedicada a Santa Catalina, cerrándose al culto a mediados del siglo XIX y derrumbándose poco más tarde: se conservaron sólo dos de los muros exteriores, guardando las portadas de San Pedro de Verona y de la Virgen del Rosario, y la espadaña. Fue restaurada y reconstruida del 2006 al 2014, consagrándose y abriéndose nuevamente al culto.
En esta misma calle de San Pedro, se encuentra junto a la iglesia la Casa de los Mora, ya que era parte del antiguo convento dominico; en el XIX fue fábrica de anises, molino de aceite y bodega. Destaca su patio manierista, porticado con arcos de medio punto, fuente y palmeras.
En esta monumental vía también puede verse uno de los mejores ejemplos de la arquitectura civil del siglo XVIII, el palacio de los Condes de Santa Ana, que fue casa solariega de los Mora Saavedra (de probable ascendencia judía) y donde intervinieron los últimos maestros lucentinos del barroco, Francisco José Guerrero y Pedro de Mena Gutiérrez. Tiene una magnífica fachada y dos patios, el segundo de ellos porticado, y una bella escalera cubierta con yesería postbarroca. Posee también una escultura romana del dios Eros. Hoy es sede del Centro de Interpretación de la ciudad.

Al final de la calle queda la iglesia de San Martín (cuya construcción se inició en el siglo XVII), que pertenece a una comunidad de religiosas Agustinas Recoletas, con impresionantes portadas (como la que mira al Llanete de San Agustín) y un notable retablo mayor del siglo XVIII en su interior (tiene además otros cinco menores).

Giro por la calle de Pedro Angulo, que acaba junto a la Iglesia de la Purísima Concepción (con su retablo mayor presidido por la imagen de la Inmaculada, realizado hacia 1800, y entre sus tallas una de San Miguel de posible origen colonial).

Algo más adelante, presidiendo la plaza, están la Iglesia de San Juan Bautista y el Antiguo Hospital de San Juan de Dios (siglo XVI), convento-hospital fundado por la Orden Hospitalaria, muy deteriorado en el siglo XVIII; en el proyecto de la nueva iglesia y del hospital participaron los artífices de la Basílica y Hospital de San Juan de Dios de Granada. Actualmente el Hospital, articulado en torno a un gran patio central con claustro bellamente decorado, es residencia de ancianos.

Finalmente, para terminar este recorrido monumental por la ciudad, me acerco a la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, ejemplo de la evolución arquitectónica del manierismo al barroco y de la notable influencia de lo herreriano en la arquitectura de la primera mitad del siglo XVII (como ejemplo, su portada). En su interior destacan la imagen de Jesús de la Humildad (atribuido a Pedro de Mena, siglo XVII) y el conjunto de la Entrada en Jerusalén, el segundo más antiguo de Andalucía y el tercero de España (siglo XVIII).

Por la carretera del Santuario-Puerta de la Mina salgo del núcleo urbano. Quedan unos cinco kilómetros (casi tres hasta la primera cruz) de subida por la carretera comarcal CO-6218 hasta el Santuario de María Santísima de Araceli, en la cima de la Sierra de Aras, que guarda la imagen de la patrona de Lucena (y de todo el campo andaluz), a la que se tiene gran devoción en todo el centro de Andalucía. Hay también una hospedería, que conserva una lápida votiva, y un reloj de sol (una réplica del original, del siglo XVIII y fabricado en Inglaterra).
Desde el Santuario, se pueden ver las provincias de Málaga, Córdoba, Sevilla, Granada y Jaén, incluso en los días claros la costa marroquí. Esto hizo que todo un Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela, escribiese que era uno de los paisajes más bellos de España.

Bajo al cruce para regresar a Lucena por un camino rural entre olivos que conduce al de los Poleares, un tramo de unos tres kilómetros por asfalto hasta llegar al estadio de fútbol, fin de mi ruta y de la media maratón.