Máguez - Haría (Por Los Valles) 27012023

De nuevo desde la parada de guaguas junto a la Iglesia y por la calle Luis Morote, pero esta vez al otro lado, hasta alcanzar la calle San Pedro para luego irme a la calle Tahoyo. Me desvíe a la derecha en dirección a El Valle por la pista (calle Casa de Atrás) que continua hasta la última finca, ya en la zona de las rinconadas de Taoyo, Los Risquetes. En los mapas de Google aparece el topónimo con h (Tahoyo) pero en el diccionario de Don Agustín Pallares viene citado sin la h, el señor Pallares manda!
Se trata de un paseo gratificante por el verdor que lo rellena todo, infinidad de veroles, bejeques, muchas palmeras y toda la colección de yerbajos de la época en las que sobresalen las lenguas de vaca y algunas matas de la margarita de Famara.
El camino termina en la última vivienda y resulta paradójico ver como el dueño de la misma se ha apropiado del lugar y “te prohibe” el paso amenazándote con perros peligrosos y cámaras que te graban.
Hay una cadenita con todas esas advertencias y después de obviarla se continua al frente saltando un murito para no interferir en la tranquilidad del “señor de la casa”. La vereda sigue (se acabo la pista de tierra pero hay sendero) hasta alcanzar el Risco y por el camino ahora destaca el cerrajón del risco, ahora florido, y se observan muchas tabaibillas con su floración tan peculiar.
Con todo ello llego al naciente del valle y toca deleitarse con las contemplaciones. El día está nublado, hace mucho frio y algo de viento y arropado con varias capas de tela me dedico a contemplar el archipiélago Chinijo y la playa de Famara y sus alrededores; la luz del día es casi perfecta para fijarse en las islas y los islotes y para contemplar las montañas de Soo.
Hay que continuar y para ello me voy a mi izquierda y cojo la vereda que me subirá hasta La Campanilla (La Mesa en algunos mapas). Se trata de una vereda que desde el suelo impresiona un poco pero que a medida que vas avanzando por ella se va abriendo con un transito fácil, el verde de la ladera y las miradas al valle y a Máguez te acompañan hasta que empieza a aparecer las primeras viviendas de Haria y con ellas Los Castillos que dan nombre al siguiente valle.
Una vez en el lomo hay que parar para relajar el espíritu, el frio incomoda pero el entorno obliga a parar un poco para maravillarse con las vistas: se puede observar desde lo alto a Máguez y Haria, las laderas de los lomos de Matos Verdes y sus castillos, Aganá y su ladera que da al valle del Rincón e impresiona mirar a la “cortada” que forma la cabeza del valle de Los Castillos y sus vistas del Jable y de Tiagua, Tao y San Bartolomé.
Hay que continuar, toca descender al valle de Los Castillos y para ello me tengo que posicionar en el borde de la finca amurallada que se distingue un poco mas abajo, antes del peñón que se divisa sobre el lomo.
En el maps se visualiza algo parecido a un sendero que desciende por ese lado y con la idea de encontrarlo me fui hacia abajo. Alcance el muro y me fui a la derecha para iniciar el descenso, me encontré con muchas terrazas lo que me facilito la bajada pero no había vereda.
Empece a recorrer las terrazas buscando los pasos habilitados en su momento para transitar por ellas y con toda la calma que pude fui descendiendo teniendo como referente la ladera de enfrente y el camino que la asciende que será el siguiente objetivo.
Llegue al cauce del Valle de Los Castillos justo en el punto donde se unen las dos pistas que lo atraviesan y que proceden, una de Máguez y la otra de Haria. A partir de aquí los dos caminos se unifican y continuan hasta el fondo del valle, yo me fui por esa pista hasta alcanzar el inicio de la que asciende por la ladera y subir por ella hasta llegar a lo alto de Matos Verdes.
Este lomo se caracteriza por sus peñas/castillos y de nuevo sorprende el verde que los cubre, muchísimos veroles y bejeques de un verde intenso que resaltan por la ausencia del sol, parecen irradiar una luz especial que hace muy grata la andadura.
Como todo no iba a ser perfecto empezó a llover, y ahora con cierta intensidad. No había donde refugiarse así que me enfundé el chubasquero y continué. La preocupación ahora era que la intensidad de la lluvia se acrecentara y me complicara la bajada, pero después de un rato la lluvia se suavizo y quedo en una leve llovizna.
Después del último “castillo” la vereda se bifurca y me dirijo a la que continua por la derecha, ladera abajo. En este caso si hay vereda, el suelo está algo húmedo pero permite un transito normal, a la suave garúa que cae se le añade el viento frio que recorre la ladera y que provoca una sensación de mucho frio en el pecho por la ropa húmeda.
El caso es que llegue abajo, al valle del Rincón, y por el camino que se adentra en él me fui en dirección a Haria.
La idea original era continuar por Vista del Valle y llegar a Arrieta por El Rincón de Tegazo pero el día no me animaba a ello, termine la jornada en la plaza de Haria.