Malpais de la Corona - Paseo entre lavas II 02112021

Esta vez la “aventura” surge de hurgar en el Google Maps y ver las posibles veredas que pudiera contener el Malpais de La Corona, cuanto más transito por él más observo la cantidad de caminos que lo atraviesa y más ganas me surgen de volver y pisotearlos.
El caso es que buscaba la continuación del camino que dejé a un lado el pasado 9 de octubre, y ampliando la imagen y rebuscando en ella, descubro un caminito que se aproximaba a la Peña de Las Siete Lenguas y que va bordeando la zona abrupta que va desde Las Tabaibitas (Orzola) y Las Hoyas. La imagen sólo muestra tramos de ese sendero y partes en los que no se puede apreciar su continuación, así que me dedique a marcar en el ordenador de casa los puntos visibles del recorrido en el Maps para poder orientarme con el móvil en el lugar. Se me ocurrió llevar una tablet (pantalla mas grande) para auxiliarme si fuera necesario y, decidido a correr una aventura (siempre hay tiempo de dar la vuelta y regresar por lo pisado), me lance a organizar la salida.
Elegí la Vereda de Jable para iniciar el camino e ir aclimatándome al recorrido y tenía seleccionado el cambio de rumbo entre dos posibilidades que había barajado.
Pues, a la 7,30 de la mañana (hay que aprovechar el cambio reciente de hora) me planto en el aparcamiento(Surfers Parkplace en el Maps) que hay después de la segunda franja de jable próxima al Caletón Blanco (Caleta del Mojón Blanco) y pertrechado con mi nueva mochila (algo mas grande para contener la tablet con garantías de devolverla entera a mi mesa) me lanzo a caminar por la Vereda de Jable.
Desde el aparcamiento me fui por la vereda que atraviesa el Malpais de la Corona y llega a Las Tabaibitas con la vista puesta en la zona rocosa que sería mi próximo destino. La vereda no tiene pérdida porque tiene una especie de alfombra de jable que la hace visible, aunque sigue siendo un caminar sobre piedras por lo que la suela de las zapatillas conviene que sea rígida si no queremos que sufra la fascia plantar. La vereda tiene una longitud de unos 2 kms y en cuanto empiezan a divisarse las casas de Las Tabaibitas enciendo la alerta y saco la tablet, es hora de buscar el desvío que había localizado en el Maps. Pasado una especie de hoya toca fisgonear por la izquierda para localizar el posible sendero y comprobar que es el buscado. Unos pases de baile después me adentro hacia la izquierda con cierta inquietud y con dudas por si la cosa termina en un bluff; una roca de tamaño considerable y una tabaiba semiesférica me sirven de hito para localizar el desvío para próximas visitas (que las habrá).
El sendero sigue siendo sobre piedras y resalta un poco por la ausencia de líquenes sobre ellas, no se ven “huellas” de paso reciente y tiene el inconveniente de la cantidad de bifurcaciones que se presenta. Gracias a la planificación en casa y a los puntos marcados en el Maps, que observaba en la tablet, pude ir eligiendo y acertando en dicha elección. La zona es preciosa (me gustan las piedras), inmensas rocas distribuidas entre tabaibas a las que se les va notando el colorido verde de su floración incipiente, el cielo casi cubierto de nubes y una temperatura agradable inciden favorablemente en esa impresión.
A medida que avanzaba y encontraba un desvío lo marcaba en el maps para analizarlo en casa y ver posibilidades futuras. Todo el camino transcurre observando el mar a la izquierda y el muro de rocas de la derecha, las tabaibas, algún verol, aulagas, vinagreras y espino de mar, así como infinidad de conchas de caracoles. Esta “monotonia” se rompe al alcanzar las proximidades de la Peña de Tonico y con la imagen de la Peña de las Siete Lenguas luciendo al frente majestuosa. Aparece una amplia extensión de un suelo mas horizontal, con pequeñas rocas e infinidad de tabaibas, pero mas manejable. El sendero se dirige hacia la Peña de Las Siete Lenguas, y cuando ya estaba muy próximo y tocaba dirigirse hacia ella para cumplir con los planes, aparece una nueva bifurcación que me da opciones a seguir al frente. Cambié los planes y en vez de seguir hacia la derecha y coger dirección Las Hoyas, me voy siguiendo el sendero convencido de que me iba a acercar a la Peña Redonda. Pero el diablo siguió tentando y de nuevo mas bifurcaciones me plantean dudas; como Homer Simpson con sus dos diablos en los hombros me encontré teniendo que elegir entre seguir al frente o dejarme llevar por la idea de localizar la Cueva del Guanche que según me habían contado estaba por esa zona y además era muy bonita.
Me como un plátano y unos dátiles, trago agua y decido ir a por la cueva (no me fijé en cual de los dos diablos se reía sobre mis hombros). La elección no fue muy acertada porque el camino ya no estaba tan claro, se perdió varias veces y había que dar vueltas por los alrededores para reencontrarlo. El caso es que fui siguiendo una especie de barranquillo hasta que la tablet perdió la señal (no hay mucha cobertura), la guarde y me resigne a intentar llegar a la costa. Pasé por la Hoya de la Cueva del Guanche (según comprobé en casa) pero mi preocupación estaba en encontrar sendero al que agarrarme. Alcancé, después de un buen rato de deambular, una especie de depresión (depresión física, las Hoyas según el mapa ráster) y pasadas estas ya el móvil me pica el ojo y me dice que está todo OK. Me voy acercando a las zonas de jable de La Caleta del Mojón Blanco y ahora si se observa civilización, todo el sendero está señalizado por mojones de piedras que te van marcando el camino para que no haya pérdidas. Alcanzo El Jable Chico y me planto sobre la carretera a esperar al taxi que acababa de llamar. Me voy a casa encantado de la vida pero algo frustrado por la culminación de la jornada, eso si, tengo claro que volveré!