Manzanares el Real: Dehesa Boyal y Cordel de La Pedriza

Esta marcha puede interesar a caminantes que busquen un recorrido limitado, introductorio de la legendaria Pedriza, que no les deje machacados y exhaustos. Aun así, como los caminos son bastante malos y empinados, el cansancio va a ser mayor del esperado. Esta ruta es muy solana, no es para el verano.

La marcha tiene dos sabores, pistacho y vainilla. La primera parte es muy cómoda y tranquila, como por un parque natural, pisando verde césped y bajo toldo de fresno, encina y sabina, la Dehesa Boyal que el mapa llama “de Colmenarejo”. (No entendemos que haya que entrar en ella saltando, con gran facilidad, una tapia, y que dentro haya señales de coto privado.) Este primer tramo, muy descansado, lo hacemos siguiendo el recorrido de “tochena” (id=60538971), que agradecemos. Tan agradable es que tentados estuvimos de abandonar nuestro plan y continuar por él.

Pasamos al segundo tramo, en el hito 3, por la abertura de una alambrada, y seguiremos durante toda la subida las abundantes marcas blanqui-rojas de sendero GR. (Por si acaso, llevamos en el GPS la ruta id=9667772 de “antotemo”, que agradecemos.) La subida es bastante penosa (no querríamos bajar por aquí) pero vamos distraídos contemplando el inmenso paisaje de roquedales, dehesa, y “bahía” (embalse) de Santillana, abajo; torres “de Florentino” en la lejanía y rebaños de cabra montés en las inmediaciones, con sombras de buitres que se “pasean” sobre nuestras cabezas. Se nos hace larga esta subida; a veces nos separamos del erosionado camino zigzagueando por el terreno adyacente, más blando y estable. En los últimos metros el sendero se mete por un pasillo entre enormes bloques graníticos, paso muy atractivo pero que nos alegramos de dejar atrás cuando ya llegamos en el hito 5 a la “mesetilla” estrecha, alargada y descansada que es el “Cordel de la Pedriza”.

La Pedriza es un paisaje único de roquedos grandiosos con formas sugerentes que ningún escultor abstracto podrá superar. Hay que conocerla; pero este caminante se siente incómodo en ella, irracionalmente inquieto de perderse y quedar atrapado en este entorno de embrujo maléfico. La masificación y los malos caminos, de piedra suelta y arena deslizante (que llamaríamos movediza si el término no estuviera reservado para otro fenómeno físico peor), hacen el resto para que acuda sólo esporádicamente.

Disfrutamos entre los hitos 5 y 6 de la comodidad, horizontalidad, entorno y vistas del Cordel y tomamos luego el camino de bajada por un PR bien señalizado pero también muy abrupto, que dejamos en el hito 7 por otro sendero, no más cómodo pero sí más conveniente para nuestro destino.