Merindades Santa Gadea de Alfoz Sendero del Monte Híjedo
near Santa Gadea, Castilla y León (España)
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Itinerary description
Merindades Santa Gadea de Alfoz Sendero del Monte Híjedo
En el extremo más occidental de Las Merindades, entre el Embalse del Ebro y el Sur de Cantabria, se extiende el Alfoz de Santa Gadea. Hoy en día, el Alfoz está integrado por las localidades de Higón, Quintanilla de Santa Gadea y la capital Santa Gadea de Alfoz.
El contraste paisajístico es permanente; de los bosques autóctonos y los pinares meridionales se pasa a la suave y verde llanura septentrional, sabiamente aprovechada como pastizal ganadero, motor económico del municipio.
En las tierras altas del sur, de orografía más compleja, se encuentra el Monte Hijedo, recientemente declarado LIC(Lugar de Interés Comunitario) incluido dentro de la red NATURA 2000; una joya forestal que se prolonga por las tierras cántabras de Valderredible, constituyendo una de las superficies arboladas caducifolias mejor conservadas del norte peninsular. El Monte Hijedo es un espectacular bosque situado a muy pocos kilómetros del embalse del Ebro, considerado como uno de los tres robledales más importantes de la Península, junto al robledal de Garralda, en Navarra, y al de Muniellos, en Asturias. Junto a los pastos del norte se extiende el Embalse del Ebro, un importante humedal, declarado Reserva Nacional de Aves Acuáticas, interesante para la observación ornitológica, el reposo o la práctica de deportes náuticos.
Recorrido circular con un tramo común para la ida y la vuelta, que parte de las inmediaciones de la población Santa Gadea de Alfoz, y discurre por el Monte Hijedo burgalés. Comenzamos la ruta en un pequeño aparcamiento que hay en la carretera que se dirige hacia Higón y es una bella antesala cuyo paisaje aparece dominado por una zona de pastos despejados, en esta ocasión cubiertos con unos cuantos cmt de nieve además de caprichosas formaciones rocosas y el pantano del Ebro al fondo.
Después de cruzar un paso canadiense seguimos por la pista de grava que queremos adivinar por la cantidad de nieve, y hielo que vamos pisando durante 1,5 km aproximadamente hasta llegar a la Cabaña Hijedo, un pequeño palacete montañés levantado a principios del siglo XIX, donde se nos asemeja una estampa de las montañas alpinas donde a veces un mastín que la vigila anda suelto y lo tiene bien claro: los forasteros cuanto más lejos, mejor se recomienda no pasar la valla.
Una vez pasada la cabaña, llegamos a un cruce donde tomamos a nuestra derecha con la opción de hacer circular la ruta, vamos introduciéndonos en un majestuoso y umbrío robledal que va dejando paso a hayas, tejos y acebos en un descenso suave
Una vez en el fondo del Monte Hijedo es fácil observar tejos centenarios cuyas raíces abrazan grandes bloques de piedra y estupendos ejemplares de acebos de grandes dimensiones mientras caminamos por un cómodo sendero bastante embarrado, hasta llegar a una pequeña pasarela que salva el Arroyo Hijedo y seguimos a la derecha del mismo por un estupendo hayedo hasta desembocar en una pista forestal.
Ésta se toma hacia la izquierda mientras se transita por una valiosa zona de turba y pastizales como describimos recubiertos de nieve donde hay un pilón para el ganado para desviarse, de nuevo hacia la izquierda, en la siguiente bifurcación.
Poco después la pista termina convertida en sendero que se adivina por el trazado que llevamos, siguiendo a pies juntillas el trak, donde nos introducimos nuevamente en el bosque en la parte donde mas tejos centenarios vamos a encontrarnos mientras vamos ganando la altura que perdimos al principio de una manera muy suave hasta llegar a un pequeño mirador donde merece la pena detenerse unos minutos y gozar de las vistas.
Rápidamente llegamos al cruce que concierte la ruta en circular y posteriormente a la Cabaña Hijedo y ya solo nos queda volver par las pista hasta el aparcamiento dando por concluida esta bonita y tranquila ruta. Hoy por acción de la naturaleza hemos disfrutado de la ruta muy bonita y de la nieve que nos regala el momento dejándonos un sabor fantástico
En el extremo más occidental de Las Merindades, entre el Embalse del Ebro y el Sur de Cantabria, se extiende el Alfoz de Santa Gadea. Hoy en día, el Alfoz está integrado por las localidades de Higón, Quintanilla de Santa Gadea y la capital Santa Gadea de Alfoz.
El contraste paisajístico es permanente; de los bosques autóctonos y los pinares meridionales se pasa a la suave y verde llanura septentrional, sabiamente aprovechada como pastizal ganadero, motor económico del municipio.
En las tierras altas del sur, de orografía más compleja, se encuentra el Monte Hijedo, recientemente declarado LIC(Lugar de Interés Comunitario) incluido dentro de la red NATURA 2000; una joya forestal que se prolonga por las tierras cántabras de Valderredible, constituyendo una de las superficies arboladas caducifolias mejor conservadas del norte peninsular. El Monte Hijedo es un espectacular bosque situado a muy pocos kilómetros del embalse del Ebro, considerado como uno de los tres robledales más importantes de la Península, junto al robledal de Garralda, en Navarra, y al de Muniellos, en Asturias. Junto a los pastos del norte se extiende el Embalse del Ebro, un importante humedal, declarado Reserva Nacional de Aves Acuáticas, interesante para la observación ornitológica, el reposo o la práctica de deportes náuticos.
Recorrido circular con un tramo común para la ida y la vuelta, que parte de las inmediaciones de la población Santa Gadea de Alfoz, y discurre por el Monte Hijedo burgalés. Comenzamos la ruta en un pequeño aparcamiento que hay en la carretera que se dirige hacia Higón y es una bella antesala cuyo paisaje aparece dominado por una zona de pastos despejados, en esta ocasión cubiertos con unos cuantos cmt de nieve además de caprichosas formaciones rocosas y el pantano del Ebro al fondo.
Después de cruzar un paso canadiense seguimos por la pista de grava que queremos adivinar por la cantidad de nieve, y hielo que vamos pisando durante 1,5 km aproximadamente hasta llegar a la Cabaña Hijedo, un pequeño palacete montañés levantado a principios del siglo XIX, donde se nos asemeja una estampa de las montañas alpinas donde a veces un mastín que la vigila anda suelto y lo tiene bien claro: los forasteros cuanto más lejos, mejor se recomienda no pasar la valla.
Una vez pasada la cabaña, llegamos a un cruce donde tomamos a nuestra derecha con la opción de hacer circular la ruta, vamos introduciéndonos en un majestuoso y umbrío robledal que va dejando paso a hayas, tejos y acebos en un descenso suave
Una vez en el fondo del Monte Hijedo es fácil observar tejos centenarios cuyas raíces abrazan grandes bloques de piedra y estupendos ejemplares de acebos de grandes dimensiones mientras caminamos por un cómodo sendero bastante embarrado, hasta llegar a una pequeña pasarela que salva el Arroyo Hijedo y seguimos a la derecha del mismo por un estupendo hayedo hasta desembocar en una pista forestal.
Ésta se toma hacia la izquierda mientras se transita por una valiosa zona de turba y pastizales como describimos recubiertos de nieve donde hay un pilón para el ganado para desviarse, de nuevo hacia la izquierda, en la siguiente bifurcación.
Poco después la pista termina convertida en sendero que se adivina por el trazado que llevamos, siguiendo a pies juntillas el trak, donde nos introducimos nuevamente en el bosque en la parte donde mas tejos centenarios vamos a encontrarnos mientras vamos ganando la altura que perdimos al principio de una manera muy suave hasta llegar a un pequeño mirador donde merece la pena detenerse unos minutos y gozar de las vistas.
Rápidamente llegamos al cruce que concierte la ruta en circular y posteriormente a la Cabaña Hijedo y ya solo nos queda volver par las pista hasta el aparcamiento dando por concluida esta bonita y tranquila ruta. Hoy por acción de la naturaleza hemos disfrutado de la ruta muy bonita y de la nieve que nos regala el momento dejándonos un sabor fantástico
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