Martín Muñoz de Ayllón a la Chorrera y a la Ermita de la Virgen de Hontanares

Nos encontramos en el segoviano pueblo de Martín Muñoz de Ayllón. Se trata de un pequeño pueblo castellano de los denominados pueblos amarillos. El pueblo toma nombre de un antiguo lugarteniente del Cid. Apenas lo habitan una decena de habitantes. 

Dejamos el coche en el aparcamiento que hay habilitado en las afueras del pueblo. Atravesamos y bordeamos el mismo hasta llegar a la Iglesia de San Martín de Tours. Este templo se hundió en 1994 y fue reconstruido en 2001. 

Desde la iglesia tomamos un camino que toma dirección sur. El camino desemboca en el Arroyo del Espinar. El arroyo atraviesa el camino con gran fuerza. Por suerte, un poco más adelante hay un rudimentario puente hecho de pequeños troncos. Aprovechamos el mismo para atravesar el arroyo, aunque debemos tener cuidado porque el pequeño puente no es muy estable y las maderas están mojadas. Avanzamos un poco y dejamos el camino para tomar una bonita senda a la izquierda de aquel. Atravesamos un espectacular robledal. Después llegamos a una pequeña pradera en la que nos encontramos un pequeño banco de madera bajo un árbol. Después de atravesar la pradera nos adentramos en otro robledal, este incluso más bonito que el anterior. El suelo está totalmente cubierto de hojas y el amarillo de las hojas presenta un gran contraste con el verde del musgo que recubre los troncos de los robles. 

Al salir del robledal ya podemos escuchar el bramido de la Chorrera. El camino desciende hasta que llegamos a un pequeño arroyo que cruzamos por otro pequeño puente de troncos. Estamos en un hermoso lugar. En apenas unas decenas de metros el sendero nos lleva hasta la bella Chorrera del arroyo del mismo nombre. La caída de agua baja espectacular después de las últimas lluvias. Disfrutamos del entorno durante unos minutos al rato de los cuales iniciamos el regreso. Desandamos el camino hasta llegar de nuevo al pequeño puente sobre el Arroyo del Espinar. En el claro que hay más arriba, en lugar de dirigirnos hacia el pueblo, tomamos un minúsculo sendero entre jaras que hay a la izquierda. 

El sendero desemboca en un terreno de siembra que a estas alturas del año está ralo de vegetación. Atravesamos el sembrado para adentrarnos en otro robledal. Tomamos entonces una pista que discurre en medio del bosque. Tomamos dirección este durante casi un kilómetro. En ese momento abandonamos la pista para tomar el pequeño sendero a la izquierda de la pista. En un hermosísimo sendero entre pinos que no deja de ascender hasta llegar a las inmediaciones del Mirador de Piedras Llanas enclavado al lado de un roquedo. El acceso al mirador se hace a través de una estructura metálica que desemboca en el voladizo del mirador. Toda la estructura está llena de nieve y el tiempo es realmente desagradable al llegar al mirador. No podemos deleitarnos con las vistas que debe haber ya que la niebla nos impide ver más allá de nosotros. Desandamos la estructura para llegar a la carretera asfaltada. A la izquierda de la misma sale una pequeña senda, pero decidimos avanzar por la carretera para llegar cuanto antes a la ermita, ya que estamos totalmente congelados.

Pasado un kilómetro llegamos a la Ermita de la Virgen de Hontanares situada en un bello paraje con varias zonas recreativas donde poder hacer un picnic. La ermita está abierta y aprovechamos para visitarla. Después entramos en el pequeño restaurante que hay enfrente de la ermita, en donde nos recuperamos del intenso frío con unos espectaculares caldos de cocido cerca de una estufa.

Una vez recuperados volvemos a salir al exterior para iniciar el regreso al pueblo. Estamos a algo más de cuatro kilómetros y medio del final de la ruta. El caldo nos ha dado alas y la vuelta la hacemos en apenas tres cuartos de hora. Por cierto, al llegar de nuevo al mirador vemos en el cartel que hay una pequeña senda que lleva al voladizo por tierra en lugar de ir por la pasarela metálica. Ni que decir que volvemos por el mismo camino por el que hemos venido.

Época recomendada: primavera, verano, otoño e invierno.