Mata Bejid (Sierra Magina)

El inicio de la ruta está situado en la antigua hacienda de Mata Bejid, en el kilómetro 13 de la carretera de Cambil a Huelma, en su margen derecho, a través de un camino descendente de unos 400 metros.
Esta histórica hacienda fue propiedad de la Iglesia durante muchos años y en ella se ubicó un convento. Tras la desamortización de Mendizábal en 1836 pasó a manos privadas, perteneciendo a un buen número de propietarios, entre ellos y por bastantes años al famoso torero "El Bombita" y a su familia.
Nada más llegar al lugar, destaca la preciosa balsa, con bajada en forma de cascada, que riega una espléndida y majestuosa arboleda y después se aprovecha para el riego de los olivares próximos.
A pesar de que en la actualidad la propiedad está muy dividida y abandonada, con numerosas cocheras para guardar aperos y tractores de los diferentes propietarios, todavía hoy es fácil detecta la importancia que debió tener el lugar a la vista de numerosos detalles, como la casa señorial, ahora en ruina, los esplendidos jardines que todavía perduran, o el gran número de fuentes existentes, que aunque viejas, siguen con su buen chorro de agua.
Una vez visitado el entorno, iniciamos la marcha, saliendo del caserío por donde fue construido el garaje, allá por el año 1930, subimos a un mirador cercano, desde donde se puede divisar el frondoso valle, el cerro de Piedra Águila y una buena parte de Sierra Mágina. Descendemos para retomar el camino, pasamos junto a la antigua fábrica de la luz, e iniciamos el ascenso hasta llegar al collado, giramos a la derecha para subir al cerro de Piedra Águila, donde teníamos la intención de visitar la cueva utilizada como refugio temporal por un afamado bandolero. Ante la dificultad de encontrarla por lo quebrado del terreno, desistimos de hacerlo, por entender que el acceso más fácil será desde abajo y no desde la cima, por lo que nos concentramos en las espectaculares vistas existentes.
Una vez de regreso en el collado, descendemos por el cortafuego, para continuar por el margen del arroyo del Madroño y después seguir por un sendero que nos lleva hasta una valla de acceso a un olivar de montaña, con una pendiente tan pronunciada que nos hizo difícil el ascenso, obligándonos a realizar continuos zis-zas para ganar altura, y que me recordó a mi buen amigo Paco, natural de la zona, funcionario ejemplar y en sus mejores momentos aceitunero de fin de semana, que me refería la dificultad y hasta el riesgo que corrían, a la hora de faenar y recolectar la aceituna en estos olivares.
Una vez arriba, cruzamos otra valla en sentido contrario, repusimos fuerzas, y por un sendero recientemente señalizado para alguna carrera realizada en la zona, y después por el cortafuego, regresamos plácidamente al collado y después por el camino inicial hasta Mata Bejid. Una vez de regreso, pudimos visitar los jardines, con abundante vegetación, que aunque poco cuidados, dejan ver la majestuosidad que debieron tener en otros tiempos.