52. Mesa de Oña (desde Oña)
near Oña, Castilla y León (España)
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Itinerary description
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 66 (para Senderismo): dificultad 'Media' (en el límite con 'Dura') para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 787 metros (superior al que estima Wikiloc).
Parte meteorológico al inicio de la jornada: 8:45 a.m., 1 km antes de llegar a Oña: -8 grados; ya en el aparcamiento, a punto de comenzar: -6 grados. Cielo de un azul diamantino. El sol aún no se proyecta sobre las laderas del estrecho valle del río Oca, abrigando al bonito pueblo de Oña. No hace viento; el frío resulta estimulante. Hoy basta con cubrirse el cuello y las manos. Las duras temperaturas de todo este largo mes de enero parecen suavizarse. Va a ser un espléndido día para caminar monte arriba (nos esperan 7,3 km de subida prácticamente ininterrumpida), y también para disponer de horizontes interminables a nuestro alrededor. ¡Y vaya si lo fue!
Comenzamos la travesía sobre el trazado de ‘Angelbur’ en Wikiloc ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/mesa-de-ona-desde-ona-6501956 ). Pronto, sin embargo, comprobamos que, sobre el terreno, el itinerario está muy bien indicado. Nos permitimos pequeñas variaciones sobre el original, e incluso algunos deslices atrevidos por nuestra parte. Algunos fueron recompensados con gratas sorpresas. Pero otro fue castigado con una caída por resbalón debido al invisible hielo, transparente como un cristal (sin consecuencias).
Quienquiera que sea el responsable de las indicaciones y señalización sobre el terreno, ha hecho un trabajo digno de elogio y agradecimiento. Esto tiene especial valor para una ruta con relativa complejidad, con muchas zonas de bosque y entrecruces de senderos varios; y también habida cuenta de su considerable longitud y con cierta demanda física. Una ruta con “pedigrí” como ésta merece ese tratamiento en cuanto al soporte señalizador. De hecho, fue uno de los días en que nos cruzamos con más gente, a lo largo de docenas de rutas: un caminante y tres ciclo-montañeros.
Tampoco hay que asombrarse por esa ‘multitud’: era domingo y hacía un día deslumbrante. Por cierto, el caminante parecía en buena forma, de aspecto más bien ‘corriente’ (no hay nada despectivo en el término): nos superó con un ritmo endiablado (que parecía ‘correr’) justo en las rampas con mayor pendiente, en el trecho final de acceso a la Mesa. Los tres ciclistas, ya maduros en edad, pero también con excelente presencia, llegaban animosos a la zona previa de meseta y praderas; gran hazaña hasta aquí, aunque rodando es imposible acceder a la Mesa misma.
En cualquier caso, esto nos indica que la ruta no es especialmente dura; es asequible para muchas personas con cierta preparación. No encontramos punto de riesgo alguno en todo el trayecto (nuestro resbalón y caída fue por falta de atención o negligencia). Con antelación, habíamos leído algunas valoraciones quizá algo exageradas (en algún caso, alarmistas) sobre posibles riesgos. No las compartimos, aunque nunca están demás la cautela y la precaución. Las particulares condiciones climatológicas en la zona (nieblas, humedad, hielo, etc.), hay que tenerlas en cuenta de cara a posibles incidentes, sean físicos o de orientación.
La ruta parte del histórico pueblo de Oña. Si se llega en vehículo, váyase directamente a alguno de los aparcamientos públicos bien indicados. El sendero inicial del trayecto de subida coincide con el del final de la bajada. Después de varios km ascendiendo a través de bosques por un camino en aceptables condiciones y sin apenas rampas duras, se llega a un rellano con praderas. Desde allí hasta la cima de la Mesa hay una amplia senda, primero, y un estrecho sendero, después. Una vez en la meseta, merece la pena moverse hacia el oeste hasta llegar a un mirador con un (doble) curioso buzón. 'Callejear' entre la frondosidad de los bojes de la meseta es interesante, pero es fácil perderse.
El regreso y descenso desde allí hasta las praderas se hace por el mismo camino. No satura. En realidad, se agradece tener nuevas perspectivas del entorno, dada la belleza paisajística. Desde las praderas descendemos por otra zona del bosque. El camino es algo pedregoso a trechos, pero los ciclo-montañeros lo subieron. Llegamos, finalmente, a un pequeño mirador sobre Oña y el estrecho valle en el que la villa se acomoda. Desaparecido el camino, el sendero se vuelve zigzagueante debido al desnivel que hay que salvar. Quizá es éste un punto que requiere precaución adicional. Enseguida llegamos de nuevo a la bifurcación que dejamos en el ascenso y alcanzamos Oña.
En todo este recorrido, hay algunos aspectos y zonas con especial atractivo, aunque toda la excursión resulta muy agraciada en conjunto. El más sobresaliente lo proporcionan las vistas panorámicas; comienzan en la zona intermedia de praderas y se extienden hasta la propia meseta cimera, donde se amplifica el impacto visual:
Primero, en las cercanías, hacia el sur tenemos vistas de vértigo (si uno se acerca al acantilado) sobre la extensa hondonada de La Bureba, con sus innumerables pueblos, como el llamativo Poza de la Sal. Algo más al oeste apreciamos el valle de Las Caderechas y la sierra que lo separa del valle del Valdivielso. Girando un poco hacia el norte, divisamos claramente la sierra de La Tesla y se intuye la hendidura de La Horadada. Al norte vemos, aquí al lado, el pico Cuchillos y, siguiendo el mismo cordal de los Montes Obarenes en el que nos hallamos, hacia el este apreciamos el pico Ventanas y un poco más allá el Pan Perdido.
En la lejanía, en el horizonte suroeste, destaca la inconfundible Peña Amaya. Más hacia el oeste y alejada, sobresale la cordillera de la Montaña Palentina, con picos como el Curavacas, y el Alto Campoo; todos profusamente nevados. No me atrevo a afirmar que, por detrás, se vean incluso los Picos de Europa, pero tal vez así sea, a juzgar por la mayor densidad de blancura en sus laderas y cimas. En el norte también sobresalen los perfiles nevados de la Cordillera Cantábrica, pero desconozco los nombres de sus cumbres. Hacia el sureste contemplamos toda la silueta de los picos de la Sierra de la Demanda.
En fin, no abusaré de la erudición con más nombres. Sólo es para informar de puntos de referencia, lugares de interés conocidos, y mostrar la privilegiada ubicación en la que nos hallamos, en un área geográfica de singular majestuosidad. Es inevitable recrearse y paladear mentalmente todas esas panorámicas con emocionada calma. Ahí, y con la enorme fortuna de un día soleado y límpido, puede pasarse el observador ávido de belleza y grandiosidad un largo rato. Seguro que le brotarán deseos de conocer esos horizontes, cercanos o lejanos, que aún no conozca; y, probablemente, también de regresar a ellos, aunque ya le sean familiares.
Como cierre, no podemos dejar sin mencionar algunos aspectos de enorme encanto justo a nuestro lado, por donde caminamos. Ahí están los bojes, con sus diminutas hojas como perlas, exhibiendo múltiples verdes bajo el brillante sol; nos acompañan frondosos durante largos trechos en toda la zona alta y media. Ahí están las praderas, para disfrutar de su placidez al pasear por ellas; el deleite de su verdor y la blandura de su suelo; …ni que tuvieran un jardinero permanente. Ahí están los variados y densos bosques que nos envuelven durante el ascenso y el descenso, con sus caminos blanqueados por la gruesa escarcha. Y, cómo no, el planear regio de los numerosos buitres, que invita al observador a elevar el espíritu por encima de las ataduras mundanas…
Difícil conseguir más a cambio de un pequeño esfuerzo.
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 66 (para Senderismo): dificultad 'Media' (en el límite con 'Dura') para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 787 metros (superior al que estima Wikiloc).
Parte meteorológico al inicio de la jornada: 8:45 a.m., 1 km antes de llegar a Oña: -8 grados; ya en el aparcamiento, a punto de comenzar: -6 grados. Cielo de un azul diamantino. El sol aún no se proyecta sobre las laderas del estrecho valle del río Oca, abrigando al bonito pueblo de Oña. No hace viento; el frío resulta estimulante. Hoy basta con cubrirse el cuello y las manos. Las duras temperaturas de todo este largo mes de enero parecen suavizarse. Va a ser un espléndido día para caminar monte arriba (nos esperan 7,3 km de subida prácticamente ininterrumpida), y también para disponer de horizontes interminables a nuestro alrededor. ¡Y vaya si lo fue!
Comenzamos la travesía sobre el trazado de ‘Angelbur’ en Wikiloc ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/mesa-de-ona-desde-ona-6501956 ). Pronto, sin embargo, comprobamos que, sobre el terreno, el itinerario está muy bien indicado. Nos permitimos pequeñas variaciones sobre el original, e incluso algunos deslices atrevidos por nuestra parte. Algunos fueron recompensados con gratas sorpresas. Pero otro fue castigado con una caída por resbalón debido al invisible hielo, transparente como un cristal (sin consecuencias).
Quienquiera que sea el responsable de las indicaciones y señalización sobre el terreno, ha hecho un trabajo digno de elogio y agradecimiento. Esto tiene especial valor para una ruta con relativa complejidad, con muchas zonas de bosque y entrecruces de senderos varios; y también habida cuenta de su considerable longitud y con cierta demanda física. Una ruta con “pedigrí” como ésta merece ese tratamiento en cuanto al soporte señalizador. De hecho, fue uno de los días en que nos cruzamos con más gente, a lo largo de docenas de rutas: un caminante y tres ciclo-montañeros.
Tampoco hay que asombrarse por esa ‘multitud’: era domingo y hacía un día deslumbrante. Por cierto, el caminante parecía en buena forma, de aspecto más bien ‘corriente’ (no hay nada despectivo en el término): nos superó con un ritmo endiablado (que parecía ‘correr’) justo en las rampas con mayor pendiente, en el trecho final de acceso a la Mesa. Los tres ciclistas, ya maduros en edad, pero también con excelente presencia, llegaban animosos a la zona previa de meseta y praderas; gran hazaña hasta aquí, aunque rodando es imposible acceder a la Mesa misma.
En cualquier caso, esto nos indica que la ruta no es especialmente dura; es asequible para muchas personas con cierta preparación. No encontramos punto de riesgo alguno en todo el trayecto (nuestro resbalón y caída fue por falta de atención o negligencia). Con antelación, habíamos leído algunas valoraciones quizá algo exageradas (en algún caso, alarmistas) sobre posibles riesgos. No las compartimos, aunque nunca están demás la cautela y la precaución. Las particulares condiciones climatológicas en la zona (nieblas, humedad, hielo, etc.), hay que tenerlas en cuenta de cara a posibles incidentes, sean físicos o de orientación.
La ruta parte del histórico pueblo de Oña. Si se llega en vehículo, váyase directamente a alguno de los aparcamientos públicos bien indicados. El sendero inicial del trayecto de subida coincide con el del final de la bajada. Después de varios km ascendiendo a través de bosques por un camino en aceptables condiciones y sin apenas rampas duras, se llega a un rellano con praderas. Desde allí hasta la cima de la Mesa hay una amplia senda, primero, y un estrecho sendero, después. Una vez en la meseta, merece la pena moverse hacia el oeste hasta llegar a un mirador con un (doble) curioso buzón. 'Callejear' entre la frondosidad de los bojes de la meseta es interesante, pero es fácil perderse.
El regreso y descenso desde allí hasta las praderas se hace por el mismo camino. No satura. En realidad, se agradece tener nuevas perspectivas del entorno, dada la belleza paisajística. Desde las praderas descendemos por otra zona del bosque. El camino es algo pedregoso a trechos, pero los ciclo-montañeros lo subieron. Llegamos, finalmente, a un pequeño mirador sobre Oña y el estrecho valle en el que la villa se acomoda. Desaparecido el camino, el sendero se vuelve zigzagueante debido al desnivel que hay que salvar. Quizá es éste un punto que requiere precaución adicional. Enseguida llegamos de nuevo a la bifurcación que dejamos en el ascenso y alcanzamos Oña.
En todo este recorrido, hay algunos aspectos y zonas con especial atractivo, aunque toda la excursión resulta muy agraciada en conjunto. El más sobresaliente lo proporcionan las vistas panorámicas; comienzan en la zona intermedia de praderas y se extienden hasta la propia meseta cimera, donde se amplifica el impacto visual:
Primero, en las cercanías, hacia el sur tenemos vistas de vértigo (si uno se acerca al acantilado) sobre la extensa hondonada de La Bureba, con sus innumerables pueblos, como el llamativo Poza de la Sal. Algo más al oeste apreciamos el valle de Las Caderechas y la sierra que lo separa del valle del Valdivielso. Girando un poco hacia el norte, divisamos claramente la sierra de La Tesla y se intuye la hendidura de La Horadada. Al norte vemos, aquí al lado, el pico Cuchillos y, siguiendo el mismo cordal de los Montes Obarenes en el que nos hallamos, hacia el este apreciamos el pico Ventanas y un poco más allá el Pan Perdido.
En la lejanía, en el horizonte suroeste, destaca la inconfundible Peña Amaya. Más hacia el oeste y alejada, sobresale la cordillera de la Montaña Palentina, con picos como el Curavacas, y el Alto Campoo; todos profusamente nevados. No me atrevo a afirmar que, por detrás, se vean incluso los Picos de Europa, pero tal vez así sea, a juzgar por la mayor densidad de blancura en sus laderas y cimas. En el norte también sobresalen los perfiles nevados de la Cordillera Cantábrica, pero desconozco los nombres de sus cumbres. Hacia el sureste contemplamos toda la silueta de los picos de la Sierra de la Demanda.
En fin, no abusaré de la erudición con más nombres. Sólo es para informar de puntos de referencia, lugares de interés conocidos, y mostrar la privilegiada ubicación en la que nos hallamos, en un área geográfica de singular majestuosidad. Es inevitable recrearse y paladear mentalmente todas esas panorámicas con emocionada calma. Ahí, y con la enorme fortuna de un día soleado y límpido, puede pasarse el observador ávido de belleza y grandiosidad un largo rato. Seguro que le brotarán deseos de conocer esos horizontes, cercanos o lejanos, que aún no conozca; y, probablemente, también de regresar a ellos, aunque ya le sean familiares.
Como cierre, no podemos dejar sin mencionar algunos aspectos de enorme encanto justo a nuestro lado, por donde caminamos. Ahí están los bojes, con sus diminutas hojas como perlas, exhibiendo múltiples verdes bajo el brillante sol; nos acompañan frondosos durante largos trechos en toda la zona alta y media. Ahí están las praderas, para disfrutar de su placidez al pasear por ellas; el deleite de su verdor y la blandura de su suelo; …ni que tuvieran un jardinero permanente. Ahí están los variados y densos bosques que nos envuelven durante el ascenso y el descenso, con sus caminos blanqueados por la gruesa escarcha. Y, cómo no, el planear regio de los numerosos buitres, que invita al observador a elevar el espíritu por encima de las ataduras mundanas…
Difícil conseguir más a cambio de un pequeño esfuerzo.
Waypoints
Panorama
3,287 ft
Panorámica 10
Panorama
3,455 ft
Panorámica 14
Panorama
3,442 ft
Panorámica 16
Panorama
3,563 ft
Panorámica 17
Panorama
3,602 ft
Panorámica 18
Panorama
3,947 ft
Panorámica 24
Panorama
3,937 ft
Panorámica 27
Panorama
3,461 ft
Panorámica 32
Panorama
3,488 ft
Panorámica 34
Panorama
2,723 ft
Panorámica 39
Comments (4)
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Nos alegra mucho que te haya gustado la nueva señalización y la ruta. Esperamos haber acertado. Un saludo
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Information
Easy to follow
Scenery
Moderate
Además no hizo muy buen día.
Gracias, Parque Natural Montes Obarenes-San Zadornil. Justo es reconocer lo que está bien hecho.
Gracias, Juvega, por la valoración. Sí, es una gran ruta. Un día con tiempo despejado ayuda mucho.