Minas de Hiendelaencina

💚💛💜 Esta ruta sale desde la plaza del pueblo de Hiendelaencina y dirigiéndonos por la calle Jardín en dirección al cementerio. Este camino de tierra nos lleva en 20 minutos hasta la primera mina en ruinas, la de Santa Teresa, de la que sólo quedan los muros, los lavaderos, los hornos y la boca del pozo.

Nos dirigimos hacia el arroyo que está detrás de unos corrales de ganado, en mi caso bajé por los perros para que bebieran agua, pero mi gozo se quedó en un pozo (sin agua ambos).

Bordeando estos corrales nos dirigimos en busca del camino que deberíamos haber llevado saliendo de la mina de Santa Teresa pero campo a través, de este modo di con un Seat 600 volcado, completamente oxidado. Unas ruinas curiosas de ver por esos lares.

Siguiendo ladera arriba divisaremos el camino procedente de la mina Santa Teresa y en pocos minutos a nuestra derecha, en lo alto, veremos un cartel informativo de un mirador. Volvemos sobre nuestros pasos para seguir por el camino principal que traíamos.
En poco tiempo divisaremos desde lo alto un molino en ruinas que en sus buenos años trabajaba con las aguas azul turquesa del río Bornova. Yo no bajé, lo dejé para hacerlo otro día pero el sendero te lleva hasta el mismo río Bornova.

Damos la vuelta sobre nuestros pasos otra vez hasta que encontramos un sendero que baja al Arroyo de Cal un poco después de las ruinas de la mina La Malanoche para cruzarlo y arribar a él. Desde esta mina, nos dirigimos hacia una montaña de desechos sacados de la mina y caminando a los pies de estos escombros damos con el sendero casi desdibujado que nos acerca a la mina La Fuerza, que impone más que La Malanoche, el nombre le va al pelo. Todas las minas tienen cercado el pozo por donde los mineros se introducían en las entrañas de la tierra, por seguridad.

Aún nos quedan tres minas más por las que pasar; mina San José, cuya torre blanca nos indica que no tiene pérdida el llegar a ella, mina La Malhuele y mina La Salvadora, ambas casi juntas y que nos desviaremos para llegar a ellas a la altura de un cercado de valla metálica con puerta y cuyo sendero sale a la izquierda nada más pasar ésta.

El resto que queda hasta Hiendelaencina es un delicioso paseo sólo perturbado por algún que otro vehículo que pasa por la carretera situada a nuestra derecha y que con mucha pena también he de perturbar cuando me marche con el mío y deje atrás esos caminos entre minas que brillan como si de plata fueran.