Miradores de Graus y Grustán.

-Inicio, en Graus a 450m. de altitud.
-Duración, entre 5h. y 5:30h. en total, sin contar paradas.
-Desnivel, 700 metros de subidas y bajadas.

Al otro lado del Puente de Abajo de Graus arranca una calle en subida. Pronto aparece un indicador con numerosos rótulos que dan muestra de la abundante oferta de esparcimiento senderista del pueblo. En este caso tomamos rumbo por el PR de los miradores de Graus, gracias a un estrecho camino que enseguida cruza un pequeño barranco.

Viene una subida por ladera de conglomerado, rocas que a primera hora de la mañana pueden estar resbalosas y exigen tiento.

A la vera de la primera sirga de la ruta se halla un covacho al que se accede por corta escala. Luego se efectúa una amplia lazada a fin de ganar la cuerda que nos ha de llevar a la ermita de San Pedro, visible en lontananza.

La subida pasará junto al desvío señalizado a la Peña del Morral, mientras nuestro PR continúa recto hacia la ermita encalada, superado un fácil escarpe rocoso.

Un camino parte hacia Graus por la Piedra Plana, aunque el recorrido prosigue hacia la cercana ermita, muy cuidada y adecentada a tenor de la decoración navideña que este día la engalanaba. Amplio paisaje hacia la ribagorza oscense y de más allá.

Un breve tramo pistero lleva a la siguiente intersección de la ruta, donde tomar el camino que a media ladera se dirige a la ermita de San Miguel, la de los Templarios. Un paso equipado con cable nos deja en el inicio de un corto destrepe, también asegurado con sirga y un peldaño metálico.

El raudo descenso lleva a otro poste indicador desde el que se marcha por el cordal de la sierra, gozando de las vistas y sin perder la ídem para no extraviar la traza del PR.

Atender al giro a la izquierda de las maras de pintura, en bajada hacia la umbría pinosa de la cara norte. Aluego se sale a terreno despejado para enlazar con el camino que va a la ermita de San Miguel por la Piedra Plana.

La ubaga por la que ahora transitamos se halla protegida por los cantiles sureños y aloja un pinar húmedo donde también crecen quejigos. La visita al templo de los Templarios conlleva afrontar un repecho duro pero breve, bien indicado por el correspondiente poste. La ermita conserva los muros de su fachada, con ábside incluido, en ausencia de la techumbre y del ornamento interior. Dentro la vegetación reina donde antes lo hacía el prior.

El camino prosigue y cruza un barranco. En la otra margen se asciende entre bancales de olivos y alguna cabaña arreglada, con idea de enlazar con la pista del GR-1. La tomaremos en subida durante el tramo venidero, en el que no se observan atajos factibles a las lazadas largas del carril.

Un nuevo indicador señala la proximidad de una fuente y nuestro desvío hacia Grustán. La trocha alcanza el cruce con el PR de los Miradores de Graus por donde bajaremos. Antes queda la visita al vecino despoblado de Grustán, donde sobresale el voluminoso templo de Santa María. Una mezcolanza de estilos arquitectónicos que se remontan hasta el románico original del S.XII. Curioso el reloj de sol y extraña la torre circular adosada en la fachada sur.
Se recomienda dar un garbeo por las casas arruinadas del pueblo, apiñadas en el cerro superior a la iglesia. También nos podemos asomar al borde superior de los cortados que caen de este tozal por el norte, donde el panorama se abre hacia las montañas oscenses de la Ribagorza y de la vecina Lérida.

Vuelta al cruce con el PR de los miradores, con ánimo de bajar por un sendero que atraviesa una zona de bancales en la que destacan robustos ejemplares de olivo.

No perder de vista las marcas desgastadas del PR ya que a veces el trazado del camino pierde definición. En especial al descender por una ladera rocosa donde salen trochas secundarias.

Así se empalma con la pista del GR que nuestro PR atraviesa, para continuar por una pista que se adentra en una finca particular. Enseguida recuperamos la anchura de sendero para ir a cruzar un barranco en rincón umbrío y gélido en invierno.

En adelante esperan unas cuestas sorpresivas por su dura pendiente, alternadas con tramos a media ladera donde el matorral linda demasiado cerca del sendero.
Las balizas y pinturas ayudan a rastrear el camino hasta alcanzar una nueva intersección. El PR de los miradores baja a Graus por su extremo norte, y un desvío permite enlazar con la ruta que lleva a la ermita de los Templarios por la Piedra Plana. Fue ésta la opción escogida aquel día, a través de un sendero que no tarda en conectar con el camino de regreso al pueblo.

Es un carril en descenso que deja primero el desvío a la ermita de San Pedro y luego alcanza el camino que nos interesa, bien indicado por un poste. Zetas en bajada y paso por la Piedra Plana, estación de parada y danza en la romería anual a San Pedro.

Queda el último trecho que avanza por encima de un barranco, con algún pasaje estrecho, y desemboca en el tanatorio de la localidad.

Un paseo por las callejas y, por supuesto, por la plaza mayor, será el colofón perfecto a esta entretenida salida circular.