Miramundos y pico Mágina desde el Gargantón: ida por el camino de las Fuentezuelas y vuelta por la umbría de Pandeleón.
near Bélmez de la Moraleda, Andalucía (España)
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Trail photos
Itinerary description
Nos juntamos Galo, Curro, Antonio, Guanchi y yo para hacer una de las rutas montañeras más extraordinarias de la región andaluza; al amanecer nos encontrábamos en el puente del Gargantón para remontar ese barranco y después subir a la cuerda de la Sierra Mágina, en busca de su cima más elevada, el Pico Mágina con 2.165 metros.
Entramos en el barranco y cruzamos una serie de puentes de madera sobre un cauce prácticamente seco. En este primer tramo la orientación es este-oeste, con lo que llevamos el sol de espalda y cuando comienza a iluminar el barranco lo hace dando un intenso color anaranjado a las laderas de las montañas que nos rodean, unos increíbles relieves kársticos que más adelante mostrarán unos detalles aún más sorprendentes. El barranco se va estrechando convirtiéndose en un desfiladero y nosotros seguimos cerca del lecho del río, cruzando varias veces su cauce, sorteando vegetación y saltando por piedras, hasta que nos vemos obligados a trepar a la ladera izquierda para encontrar un sendero mucho más sencillo y bien marcado que va a media ladera, será por donde volvamos. Pasamos bajo una gran aguja pétrea y a partir de ese momento se nos muestran en la ladera opuesta una multitud de pináculos, que componen una enorme exposición de figuras esculpidas por la naturaleza. Un poco más adelante cambiamos de ladera y comienza un tramo rocoso por el que discurre una estrecha senda bastante expuesta, que resultará más complicada al volver con las fuerzas ya mermadas. Después se entra en una zona de pinar que nos conduce a una importante bifurcación. Nosotros giraremos a la derecha por el camino de las Fontezuelas, mientras que al frente continúa la senda por la umbría de Pandeleón, que será por donde volvamos.
Subimos entre pinos salgareños hasta el collado de la Cueva de los Lobos; de vez en cuando se nos abren vistas a los crestones de las Morras del Poyo, bajo los que caminaremos en un par de horas. Hacemos una parada para desviarnos a la cima del cerrillo de la Vieja, en cuya cima y vegueta nos acercamos a alguno de los impresionantes pináculos que adornan ese cerro. De vuelta al collado iniciamos el ascenso a la fuente de las Fontezuelas, un paraje paradisíaco desde el que se nos abren las primeras estampas de una Sierra Nevada totalmente cubierta con una nieve que refulge bajo la luz del Sol. Seguimos hasta un punto en que nos desviamos para visitar la cruz de los montañeros de Jaén, si bien no llegamos a localizarla, por lo que seguimos ascendiendo hasta enlazar con el sendero que nos lleva hasta el paraje de las Monjas. Esta vereda está indicada con algunos mojones que sirven de orientación, pero sin ellos estaría totalmente perdida en un terreno descompuesto; la pendiente va aumentando de forma progresiva hasta volverse realmente exigente, pero las impresionantes vistas panorámicas y la continua sucesión de agujas y pináculos desvía lo suficiente la atención como para hacerla más llevadera.
Pasamos junto a la formación más conocida de este paraje, las chimeneas de las Hadas, formado por tres curiosos pináculos que bien merecen una parada, sirviendo además para recuperar el resuello. Inmediatamente después entramos en una gran pedrera situada en la ladera del cerro de las Morras del Poyo, atravesada ahora sí por una marcada senda que facilita el tránsito. Alcanzado el otro lado del canchal nos encontramos con un cartel que "aconseja" un desvío con el fin de respetar la vegetación autóctona, compuesta principalmente por sabina rastrera; este desvío exige un esfuerzo bastante mayor que la vía que llevábamos, que asciende de forma más progresiva. En cualquier caso, este camino no es nada claro y nos limitamos a orientarnos hacia el collado del Cortijo, que separa las Morras del Poyo del cerro de Miramundos y desde allí enfrentamos la cuesta final para llegar al refugio de Miramundos, situado a 2.077 metros. Las vistas cortan la respiración, al norte la campiña jienense hasta Cazorla, al sur la cuerda del Milagro tras la que despunta Sierra Nevada y de este a oeste toda la cuerda de Sierra Mágina que va desde peña Grajera hasta peña Jaén.
Tras reponer fuerzas seguimos caminando hacia el oeste, pasando por el collado de Ulises y la cañada de las Cruces antes de llegar al cerro Prieto, desde el que seguimos por la pedregosa vereda hasta el pico Mágina que, aunque más elevado que Miramundos, no mejora sus vistas panorámicas. Tras las pertinentes fotografías continuamos en la misma dirección hasta llegar al cruce con el sendero que lleva a peña Jaén; ahí comienza el largo descenso que nos lleva sin remisión a cerrar la ruta circular. Descendemos por diversos barrancos en dirección al collado del Puerto (puerto de las Alegas), pasando por lugares de gran interés, como un pozo de nieve, la choza y corrales de las Covatillas, unas zonas de protección de flora autóctona (lithadora nitida), el nacimiento seco de un par de arroyos y disfrutando de unas amplias vistas panorámicas. Una vez en el Puerto tomamos dirección al Gargantón, a través del pinar que se desarrolla en la umbría de Padeleón, donde descollan unos inmensos pinos salgareños de gruesos troncos y curiosas copas como sombreros de champiñón. Siempre en descenso vamos buscando el cauce del río, por el que caminamos un durante un trecho hasta llegar a la encrucijada de caminos donde nos habíamos desviado unas horas antes y completamos el recorrido por el sendero que mencionaba al inicio del relato.
Entramos en el barranco y cruzamos una serie de puentes de madera sobre un cauce prácticamente seco. En este primer tramo la orientación es este-oeste, con lo que llevamos el sol de espalda y cuando comienza a iluminar el barranco lo hace dando un intenso color anaranjado a las laderas de las montañas que nos rodean, unos increíbles relieves kársticos que más adelante mostrarán unos detalles aún más sorprendentes. El barranco se va estrechando convirtiéndose en un desfiladero y nosotros seguimos cerca del lecho del río, cruzando varias veces su cauce, sorteando vegetación y saltando por piedras, hasta que nos vemos obligados a trepar a la ladera izquierda para encontrar un sendero mucho más sencillo y bien marcado que va a media ladera, será por donde volvamos. Pasamos bajo una gran aguja pétrea y a partir de ese momento se nos muestran en la ladera opuesta una multitud de pináculos, que componen una enorme exposición de figuras esculpidas por la naturaleza. Un poco más adelante cambiamos de ladera y comienza un tramo rocoso por el que discurre una estrecha senda bastante expuesta, que resultará más complicada al volver con las fuerzas ya mermadas. Después se entra en una zona de pinar que nos conduce a una importante bifurcación. Nosotros giraremos a la derecha por el camino de las Fontezuelas, mientras que al frente continúa la senda por la umbría de Pandeleón, que será por donde volvamos.
Subimos entre pinos salgareños hasta el collado de la Cueva de los Lobos; de vez en cuando se nos abren vistas a los crestones de las Morras del Poyo, bajo los que caminaremos en un par de horas. Hacemos una parada para desviarnos a la cima del cerrillo de la Vieja, en cuya cima y vegueta nos acercamos a alguno de los impresionantes pináculos que adornan ese cerro. De vuelta al collado iniciamos el ascenso a la fuente de las Fontezuelas, un paraje paradisíaco desde el que se nos abren las primeras estampas de una Sierra Nevada totalmente cubierta con una nieve que refulge bajo la luz del Sol. Seguimos hasta un punto en que nos desviamos para visitar la cruz de los montañeros de Jaén, si bien no llegamos a localizarla, por lo que seguimos ascendiendo hasta enlazar con el sendero que nos lleva hasta el paraje de las Monjas. Esta vereda está indicada con algunos mojones que sirven de orientación, pero sin ellos estaría totalmente perdida en un terreno descompuesto; la pendiente va aumentando de forma progresiva hasta volverse realmente exigente, pero las impresionantes vistas panorámicas y la continua sucesión de agujas y pináculos desvía lo suficiente la atención como para hacerla más llevadera.
Pasamos junto a la formación más conocida de este paraje, las chimeneas de las Hadas, formado por tres curiosos pináculos que bien merecen una parada, sirviendo además para recuperar el resuello. Inmediatamente después entramos en una gran pedrera situada en la ladera del cerro de las Morras del Poyo, atravesada ahora sí por una marcada senda que facilita el tránsito. Alcanzado el otro lado del canchal nos encontramos con un cartel que "aconseja" un desvío con el fin de respetar la vegetación autóctona, compuesta principalmente por sabina rastrera; este desvío exige un esfuerzo bastante mayor que la vía que llevábamos, que asciende de forma más progresiva. En cualquier caso, este camino no es nada claro y nos limitamos a orientarnos hacia el collado del Cortijo, que separa las Morras del Poyo del cerro de Miramundos y desde allí enfrentamos la cuesta final para llegar al refugio de Miramundos, situado a 2.077 metros. Las vistas cortan la respiración, al norte la campiña jienense hasta Cazorla, al sur la cuerda del Milagro tras la que despunta Sierra Nevada y de este a oeste toda la cuerda de Sierra Mágina que va desde peña Grajera hasta peña Jaén.
Tras reponer fuerzas seguimos caminando hacia el oeste, pasando por el collado de Ulises y la cañada de las Cruces antes de llegar al cerro Prieto, desde el que seguimos por la pedregosa vereda hasta el pico Mágina que, aunque más elevado que Miramundos, no mejora sus vistas panorámicas. Tras las pertinentes fotografías continuamos en la misma dirección hasta llegar al cruce con el sendero que lleva a peña Jaén; ahí comienza el largo descenso que nos lleva sin remisión a cerrar la ruta circular. Descendemos por diversos barrancos en dirección al collado del Puerto (puerto de las Alegas), pasando por lugares de gran interés, como un pozo de nieve, la choza y corrales de las Covatillas, unas zonas de protección de flora autóctona (lithadora nitida), el nacimiento seco de un par de arroyos y disfrutando de unas amplias vistas panorámicas. Una vez en el Puerto tomamos dirección al Gargantón, a través del pinar que se desarrolla en la umbría de Padeleón, donde descollan unos inmensos pinos salgareños de gruesos troncos y curiosas copas como sombreros de champiñón. Siempre en descenso vamos buscando el cauce del río, por el que caminamos un durante un trecho hasta llegar a la encrucijada de caminos donde nos habíamos desviado unas horas antes y completamos el recorrido por el sendero que mencionaba al inicio del relato.
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