Moclín - Ruta del Gollizno PR-A 84

Una ruta muy interesante, pues al encanto de Moclín hay que sumar un paisaje espectacular y un -siempre entretenido- puente colgante.

Poco antes de Moclín, encontraremos la denominada como "fuente vieja" y aprovechando un ensanche de la carretera, hemos aparcado y comenzado en la misma la ruta.

Comenzamos subiendo al castillo, para disfrutar de las vistas desde el mismo y nos hemos quedado con las ganas de ver al famoso Cristo del Paño, que se encuentra en la Iglesia de la Encarnación.

Desde allí acometemos la ruta del Gollizno, si bien en sentido inverso del propuesto en las guías. Tras pasar la ermita de San Antón y asomarnos a los miradores naturales existentes sobre la ruta, comenzamos un agradable descenso entre pinos buscando el río Velillos.

Imprescindible hacer una breve parada para disfrutar de las pinturas rupestres que encontramos en las paredes que quedan a nuestra izquierda, con una interesante escena de caza, muy desgastada, pero interesante.

Un poco más adelante nos encontraremos con la original Fuente de la Corcuela y desde la misma nos adentraremos en el barranco que ha conformado el discurrir del río Velillos, la parte más vistosa del paseo, como suele ocurrir en zonas con agua, a pesar de que hacía un frío considerable en la umbría.

Una pequeña zona de pasarelas nos llevará al puente colgante, tras cruzarlo, la ruta continúa dejando a la derecha el río y, encima de las impresionantes rocas, ya volveremos a divisar el castillo de Moclín.

Un poco más adelante se ha instalado un puente para volver a cruzar el río y continuaremos unos cuantos kilómetros más por la orilla contraria hasta llegar a un grupo de casas (no sé si ya pertenecientes a Olivares) donde comienza la subida para volver al punto de partida.

Hay algunas zonas con pendientes interesantes, pero hay una zona de merendero y varios miradores donde merece la pena detenerse, pues las vistas de Sierra Nevada son espectaculares. Curiosa también la ermita dedicada a la Virgen de las Angustias que encontramos casi oculta entre los pinos.

Una vez en el pueblo, sólo queda regresar al coche y, con un agradable sabor de boca: ¡volver a casa!