Moncayo. Santuario. Collado Castilla. Bajada vía normal

Moncayo. Santuario. Collado Castilla. Bajada vía normal

La Sierra del Moncayo constituye la mayor elevación del Sistema Ibérico y es un indudable referente para los aficionados al montañismo. Uno de las grandes alicientes que tiene el visitarla, es que existen un buen numero de posibilidades para abordar la subida a la cumbre superior.

En este caso, hemos descrito una ruta circular que no supone realizar esfuerzos mayores que en las rutas clásicas. Otra ventaja adicional sobre la subida clásica, es que el ascenso se escalona en tres etapas, y por tanto, resulta más asequible.

La distancia, el tiempo y la diferencia de desnivel son algo mayores, pero no excesivamente.

El único inconveniente que se podría alegar, es que el último tramo de la ascensión, es algo más empinado que subiendo por la cresta de Gaudioso, pero simplemente se precisa un poco de paciencia para superar los trescientos setenta metros de desnivel.

Creo que hay que poner en valor itinerarios que incluyan en su recorrido uno o ambos collados que delimitan el macizo en dirección noroeste-sureste, es decir el Collado de Castilla o Collado de Pasalobos y Collado Bellido. En nuestra opinión, ningún amante del montañismo que se acerque a la Sierra del Moncayo, debería dejar de realizar una ruta que incluya al menos uno de ellos.

Sí que hemos de advertir, que nunca debemos de descuidar el equipamiento, de modo, que siempre que intuyamos la presencia de hielo en algún tramo, hemos de pertrecharnos convenientemente con los correspondientes crampones, que al menos, los llevaremos dentro de la mochila por si es necesario colocárselos. Tampoco hemos de prescindir de los clásicos bastones de senderismo.

Por otro lado, no hay que descuidar las previsiones meteorológicas, ya que la cumbre del Moncayo es uno de los sitios más versátiles que nos podemos encontrar, de modo que en cuestión de pocas horas, podemos pasar de una mañana espléndida, a un atardecer totalmente nublado y oscuro, por lo que siempre será útil contar con la rutinaria instrumentación, es decir el Gps, mapa memorizado en el dispositivo, y la brújula, que nunca falte (no es necesario que sea sofisticada).

En sentido parecido, habrá que tener en cuenta si nos puede venir alguna borrasca que pueda complicarnos la jornada. Y a este respecto, hay que señalar que el mayor riesgo climatológico en la montaña se refiere a las precipitaciones de agua. Si prevemos riesgo de tormenta, no olvidar de equiparse con un paraguas lo más recio posible, ya que el viento también nos puede jugar una mala pasada, y ante todo, abstenerse de salir si las previsiones meteorológicas son desfavorables.

La marcha tiene su inicio en el aparcamiento de Haya Seca, en la escalinata que encontramos al final del mismo, y que da acceso a un sendero que se adentra en el bosque que cubre la falda de la cara noreste del San Miguel, y tras recorrer un kilómetro y haber superado un desnivel de ciento noventa metros, nos situaremos en la cara norte, que debido a sus elevadas pendientes, se encuentra cubierta de rocas sueltas y derrubios (tarteras) prácticamente por todo el tramo siguiente que hemos de recorrer hasta llegar casi al mojón de la cabecera del Barranco de Agramonte.

Este tramo, a su vez se subdivide en otros dos, uno que remonta suavemente unos noventa metros de desnivel, y otro que desciende cuarenta, y casi entre medio, tenemos un mirador o balcón natural también conocido como "La Nariz" cuya visita resulta obligada.

Este tramo termina en un inconfundible cúmulo o hito/mojón de piedras que marca la subida al Collado de Castilla así como el inicio del Barranco de Agramonte. El tramo total al que nos acabamos de referir suponen unos mil novecientos metros salpicados de roca suelta y pequeños neveros en los que tomaremos las máximas precauciones para no resbalar.

Desde el mojón situado a 1830 metros de altitud hemos de realizar un remonte por una vaguada abierta y cubierta de vegetación, hasta alcanzar los 1947 metros a los que se sitúa el Collado de Pasalobos o de Castilla, llamado así porque marca muga divisoria entre las provincias de Soria y Zaragoza. Los casi ciento veinte metros de desnivel nos servirán de precalentamiento para el tramo siguiente en el que hemos de emplearnos un poco mejor.

Previamente, haremos un descanso en el collado para recomponer fuerzas y disfrutar de todo el paisaje, y enseguida, iniciaremos la ascensión hacia la cima del San Miguel, lo cual nos va a suponer un remonte de unos trescientos setenta metros de desnivel que hemos de acometer sin prisas, acomodando cada cual el ritmo a sus propias fuerzas, y sin dejar de realizar unas cuantas paradas que nos servirán para contemplar las magníficas panorámicas que se nos ofrecen.

El sendero por el que hemos de caminar está repleto de fragmentos de roca, pero de alguna manera, se encuentra ya trazado por la multitud de senderistas y montañeros/as que hasta aquí se acercan, de forma que iremos serpenteando durante toda la etapa.

Desde la cima, y tras hacernos las fotos de rigor, planteamos el regreso pasando por el Cerro de San Juan, para posteriormente, descender por la cresta que separa los circos de San Miguel y Gaudioso.

Desde el Cerro de San Juan, enlazamos con el inicio de la senda por la que descenderemos, en un punto situado poco antes de llegar a la cota más baja del amplio collado que separa el Cerro de San Juan y el Alto del Corralejo, y que a su vez marca la caída hacia el Circo de Gaudioso.

El punto para iniciar la bajada está perfectamente señalizado con un bonito mojón de piedras con forma cónica, y a partir del mismo, hemos de comenzar el descenso. El descenso por la cresta que separa los dos circos, es un tanto prolongado, suponiendo casi dos kilómetros de constante zigzagueo.

Una vez hemos bajado toda la cresta, llegamos a una pequeña planicie en la zona basal del Pozo de San Miguel, y el itinerario ya no tiene otro misterio que el de seguir por la senda perfectamente identificable que nos ha de conducir hasta el restaurante-santuario situado a 1610 metros de altura, esta vez ya, por zona boscosa, en un tramo de algo más de un kilómetro en el que completaremos otros doscientos cincuenta metros de pérdida de altura.

El último segmento de esta etapa discurre por zona despejada de bosque en la que podemos detenernos para dar descanso a los pies y las rodillas, así como aprovechar para contemplar el magnífico paisaje que podremos divisar .

El restaurante también es lugar de parada casi obligatoria, aunque solo sea para tomar un refrigerio o un café. A partir de este punto solo nos resta caminar los setecientos cincuenta metros que separan el restaurante del aparcamiento por la pista que los une, sin dejar de aprovechar para dirigir una última mirada a toda la ladera noreste del Parque Natural del Moncayo y todas las localidades que podamos divisar a media o larga distancia.