Monte Aguda, Pico de la Zarza y Monte Talahijas desde Esquinzo. Parque Natural de Jandía (Fuerteventura)
near Esquinzo, Canarias (España)
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Itinerary description
Ruta circular desde Esquinzo pasando por:
- Monte Aguda (1.7 km)
- Pico de la Zarza (7.7 km)
- Monte Talahijas (13.2 km)
- Faro de Morro Jable (16.8)
- Playa de El Matorral (19.1 km)
Rutón montañero donde menos me lo esperaba. Y quizás debido a esa imprevisibilidad y a lo sorprendente del paisaje, he podido disfrutar de la ruta al máximo, de principio a fin.
Arrancamos 4 personas a las 7 de la mañana desde nuestro hotel en Esquinzo y volví yo solo 5 horas y pico más tarde, después de ascender el pico más alto de la isla (La Zarza, 807 m) y otros 2 menos exigentes pero que también tuvieron su aquel (sobretodo el Aguda, cuyo descenso me costó un buen resbalón).
El Monte Aguda (245 m) es el que se encuentra más cerca de Esquinzo y el que se ofrece de forma más evidente a la vista desde las inmediaciones del municipio. Nada parece indicar que tras él se esconde el pico más alto de Fuerteventura, a unos 6 km de distancia desde su cima.
Este primer tramo lo ascendimos animosos, con la luz mágica del amanecer a nuestras espaldas que nos obligaba a detenernos para tomar mil y una fotografías.
No llevábamos el mejor calzado y el ascenso se iba complicando por momentos por lo empinado del terreno y las ráfagas de viento que nos iban zarandeando. En estas circunstancias, Ana fue la primera en rendirse: se quedó sentada en una roca con la mirada perdida en el horizonte marino.
Nos despedimos de ella y continuamos ascendiendo.
Cuando hicimos cumbre en el Aguda, otro de mis compañeros de ruta miró en la lontananza y, al divisar la cordillera de montañas que se elevaba ante nosotros, se achantó de la forma más pusilánime...
Le perdonaré porque deduzco que el haber dejado atrás a su amada hizo mella en su ánimo.
Mi hijo Adrián, viendo que su querido tío se retiraba de la ruta, se quedó sin las ganas de caminar que tenía la víspera y me pidió que le excusara por no acompañarme.
Mi estoicismo me empujó a seguir adelante. Así pues, tras despedirme de ellos, inicié el descenso del Aguda en dirección oeste y en pos del Pico de la Zarza. Si el ascenso fue empinado, no lo fue menos el descenso. De hecho, a un momento dado, me resbalé y di con mis posaderas en el suelo. Nada grave, pero lo suficiente para minar un poco más mi moral después del abandono de mis compañeros de ruta...
Mi planteamiento fue seguir hasta donde viese que se complicaba de tal forma que podía poner en riesgo mi integridad. Había leído que el último tramo, el de ascenso al Pico de la Zarza, era especialmente difícil por lo roto que se encontraba el sendero. A la postre, este tramo no supuso más dificultad que el esfuerzo propio del ascenso y, a pesar de que no llevaba el calzado adecuado para la ocasión (una zapatillas Adidas de running), pude hacer cumbre sin problema.
Lo cierto es que, una vez descendido el Aguda, poca dificultad planteó la ruta. Así pues, me dediqué a disfrutar de las panorámicas y de las vistas que me ofrecían los barrancos que tenía a izquierda (Valluelo de la Cal y el barranco de Vinamar) y a derecha (Barranco de Butihondo).
El paisaje volcánico me recordó el de otras latitudes (habíamos visitado Islandia este verano) si no fuese por las cabras que pululaban ahora entre las piedras y la vegetación típica de regiones desérticas, como el tajinaste de Jandía (Echium handiense), especie endémica de Fuerteventura, o la taibada amarga, que crecían entre las rocas a pesar de la escasez de agua.
Son algo menos de 3 kilómetros los que tendremos que recorrer desde que hayamos descendido el Monte Aguda hasta que enlacemos con el sendero PR FV 54, que es el que tomaremos a la vuelta en dirección a Morro Jable y el que, en esta primera parte del recorrido, tuve en mente como primera vía de escape en caso de que se presentase algún problema.
La clave fue plantearme el ascenso con calma y gestionando adecuadamente mis expectativas. Gracias a ello, y tras haber recorrido unos 2 kilómetros desde el cruce de caminos, me encontré ante el último tramo antes de la cumbre con bastantes buenas sensaciones.
Empecé a ascender y poco a poco fui ganando altitud y completando el kilómetro que separa el poste indicativo del vértice geodésico. Una vez arriba pude extasiarme de las vistas de las playas de Cofete en la costa oeste, presidida por la cordillera de montañas del Parque Natural de Jandía, que se extiende por el sur de la isla.
Tocaba ahora desandar lo caminado descendiendo primero el Pico de la Zarza y dirigiéndome después hacia Morro Jable. Para ello, me desvíe a la derecha al cabo de unos 2,5 kilómetros desde que inicié el descenso y encaré el último pico que tenía que ascender: el del Monte Talahijas (243 m). Llegado a las inmediaciones del Monte, me desvíe a la derecha por el estrecho sendero por el que se llegaba a su cima. Desde allí, disfruté de unas buenas panorámicas del Faro de Morro Jable y de la Playa de Matorral, en el municipio de Pájara.
Ya sólo quedaba acercarse hasta la playa y volver por la costa hasta el hotel Princess en Esquinzo, pero me dio por acercarme al faro y visitar el humedal que se encuentra entre la playa y el pueblo. Ya puestos, 3 kilómetros más de ruta no iban a estropear nada. Más bien todo lo contrario.
Por la pasarela de acceso al Faro, llegué hasta el Beach Bar con el previsible nombre de El Faro. Allí desayuné un café con leche y un pan de ajo con aceite. Me invitaron a un ron miel con nata y después de pagar la cuenta, me fui hacia la orilla para volver paseando.
Me las prometía muy felices, cuando tuve que descalzarme y quitarme el pantalón para cruzar la entrada de mar en el humedal que, al estar la marea alta, hacía que cubriese por encima de las rodillas.
Al cabo de unos 10 minutos, empezó a llover y algunos puntos de la playa quedaron reducidos a una estrecha hilera de rocas y piedras por las que tuve que caminar. Para ello me tuve que volver a calzar y finalmente, llegué a la playa de Esquinzo situada enfrente de nuestro hotel bajo una fina lluvia.
Me quedé sin baño en el mar, pero con la gratificante sensación de haber subido a lo más alto de Fuerteventura y de haber disfrutado de unos fantásticos paisajes y de unas panorámicas de ensueño durante la ruta.
Totalmente recomendable hacerla siempre que las condiciones meteorológicas lo permitan. A tener en cuenta: no hay en todo el camino una sola zona para refugiarse ni del viento ni de la lluvia (como no sea el túnel que se cruza por debajo de la autovía FV-2 al comienzo de la ruta).
Aunque como he comentado no es estrictamente necesario, conviene llevar buen calzado para evitar resbalones y torceduras de tobillo, protección solar, agua suficiente y algo para picar.
¡¡No os defraudará!!
- Monte Aguda (1.7 km)
- Pico de la Zarza (7.7 km)
- Monte Talahijas (13.2 km)
- Faro de Morro Jable (16.8)
- Playa de El Matorral (19.1 km)
Rutón montañero donde menos me lo esperaba. Y quizás debido a esa imprevisibilidad y a lo sorprendente del paisaje, he podido disfrutar de la ruta al máximo, de principio a fin.
Arrancamos 4 personas a las 7 de la mañana desde nuestro hotel en Esquinzo y volví yo solo 5 horas y pico más tarde, después de ascender el pico más alto de la isla (La Zarza, 807 m) y otros 2 menos exigentes pero que también tuvieron su aquel (sobretodo el Aguda, cuyo descenso me costó un buen resbalón).
El Monte Aguda (245 m) es el que se encuentra más cerca de Esquinzo y el que se ofrece de forma más evidente a la vista desde las inmediaciones del municipio. Nada parece indicar que tras él se esconde el pico más alto de Fuerteventura, a unos 6 km de distancia desde su cima.
Este primer tramo lo ascendimos animosos, con la luz mágica del amanecer a nuestras espaldas que nos obligaba a detenernos para tomar mil y una fotografías.
No llevábamos el mejor calzado y el ascenso se iba complicando por momentos por lo empinado del terreno y las ráfagas de viento que nos iban zarandeando. En estas circunstancias, Ana fue la primera en rendirse: se quedó sentada en una roca con la mirada perdida en el horizonte marino.
Nos despedimos de ella y continuamos ascendiendo.
Cuando hicimos cumbre en el Aguda, otro de mis compañeros de ruta miró en la lontananza y, al divisar la cordillera de montañas que se elevaba ante nosotros, se achantó de la forma más pusilánime...
Le perdonaré porque deduzco que el haber dejado atrás a su amada hizo mella en su ánimo.
Mi hijo Adrián, viendo que su querido tío se retiraba de la ruta, se quedó sin las ganas de caminar que tenía la víspera y me pidió que le excusara por no acompañarme.
Mi estoicismo me empujó a seguir adelante. Así pues, tras despedirme de ellos, inicié el descenso del Aguda en dirección oeste y en pos del Pico de la Zarza. Si el ascenso fue empinado, no lo fue menos el descenso. De hecho, a un momento dado, me resbalé y di con mis posaderas en el suelo. Nada grave, pero lo suficiente para minar un poco más mi moral después del abandono de mis compañeros de ruta...
Mi planteamiento fue seguir hasta donde viese que se complicaba de tal forma que podía poner en riesgo mi integridad. Había leído que el último tramo, el de ascenso al Pico de la Zarza, era especialmente difícil por lo roto que se encontraba el sendero. A la postre, este tramo no supuso más dificultad que el esfuerzo propio del ascenso y, a pesar de que no llevaba el calzado adecuado para la ocasión (una zapatillas Adidas de running), pude hacer cumbre sin problema.
Lo cierto es que, una vez descendido el Aguda, poca dificultad planteó la ruta. Así pues, me dediqué a disfrutar de las panorámicas y de las vistas que me ofrecían los barrancos que tenía a izquierda (Valluelo de la Cal y el barranco de Vinamar) y a derecha (Barranco de Butihondo).
El paisaje volcánico me recordó el de otras latitudes (habíamos visitado Islandia este verano) si no fuese por las cabras que pululaban ahora entre las piedras y la vegetación típica de regiones desérticas, como el tajinaste de Jandía (Echium handiense), especie endémica de Fuerteventura, o la taibada amarga, que crecían entre las rocas a pesar de la escasez de agua.
Son algo menos de 3 kilómetros los que tendremos que recorrer desde que hayamos descendido el Monte Aguda hasta que enlacemos con el sendero PR FV 54, que es el que tomaremos a la vuelta en dirección a Morro Jable y el que, en esta primera parte del recorrido, tuve en mente como primera vía de escape en caso de que se presentase algún problema.
La clave fue plantearme el ascenso con calma y gestionando adecuadamente mis expectativas. Gracias a ello, y tras haber recorrido unos 2 kilómetros desde el cruce de caminos, me encontré ante el último tramo antes de la cumbre con bastantes buenas sensaciones.
Empecé a ascender y poco a poco fui ganando altitud y completando el kilómetro que separa el poste indicativo del vértice geodésico. Una vez arriba pude extasiarme de las vistas de las playas de Cofete en la costa oeste, presidida por la cordillera de montañas del Parque Natural de Jandía, que se extiende por el sur de la isla.
Tocaba ahora desandar lo caminado descendiendo primero el Pico de la Zarza y dirigiéndome después hacia Morro Jable. Para ello, me desvíe a la derecha al cabo de unos 2,5 kilómetros desde que inicié el descenso y encaré el último pico que tenía que ascender: el del Monte Talahijas (243 m). Llegado a las inmediaciones del Monte, me desvíe a la derecha por el estrecho sendero por el que se llegaba a su cima. Desde allí, disfruté de unas buenas panorámicas del Faro de Morro Jable y de la Playa de Matorral, en el municipio de Pájara.
Ya sólo quedaba acercarse hasta la playa y volver por la costa hasta el hotel Princess en Esquinzo, pero me dio por acercarme al faro y visitar el humedal que se encuentra entre la playa y el pueblo. Ya puestos, 3 kilómetros más de ruta no iban a estropear nada. Más bien todo lo contrario.
Por la pasarela de acceso al Faro, llegué hasta el Beach Bar con el previsible nombre de El Faro. Allí desayuné un café con leche y un pan de ajo con aceite. Me invitaron a un ron miel con nata y después de pagar la cuenta, me fui hacia la orilla para volver paseando.
Me las prometía muy felices, cuando tuve que descalzarme y quitarme el pantalón para cruzar la entrada de mar en el humedal que, al estar la marea alta, hacía que cubriese por encima de las rodillas.
Al cabo de unos 10 minutos, empezó a llover y algunos puntos de la playa quedaron reducidos a una estrecha hilera de rocas y piedras por las que tuve que caminar. Para ello me tuve que volver a calzar y finalmente, llegué a la playa de Esquinzo situada enfrente de nuestro hotel bajo una fina lluvia.
Me quedé sin baño en el mar, pero con la gratificante sensación de haber subido a lo más alto de Fuerteventura y de haber disfrutado de unos fantásticos paisajes y de unas panorámicas de ensueño durante la ruta.
Totalmente recomendable hacerla siempre que las condiciones meteorológicas lo permitan. A tener en cuenta: no hay en todo el camino una sola zona para refugiarse ni del viento ni de la lluvia (como no sea el túnel que se cruza por debajo de la autovía FV-2 al comienzo de la ruta).
Aunque como he comentado no es estrictamente necesario, conviene llevar buen calzado para evitar resbalones y torceduras de tobillo, protección solar, agua suficiente y algo para picar.
¡¡No os defraudará!!
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1,468 ft
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Enlazamos con el sendero PR FV 54 que tomaremos a la vuelta en dirección a Morro Jable.
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