Activity

57. Monte de la Serrezuela desde Peñahorada

Download

Trail photos

Photo of57. Monte de la Serrezuela desde Peñahorada Photo of57. Monte de la Serrezuela desde Peñahorada Photo of57. Monte de la Serrezuela desde Peñahorada

Author

Trail stats

Distance
9.56 mi
Elevation gain
984 ft
Technical difficulty
Easy
Elevation loss
984 ft
Max elevation
3,334 ft
TrailRank 
55
Min elevation
2,907 ft
Trail type
Loop
Moving time
3 hours 41 minutes
Time
4 hours 10 minutes
Coordinates
2668
Uploaded
February 26, 2022
Recorded
February 2022

near Peñahorada, Castilla y León (España)

Viewed 200 times, downloaded 10 times

Trail photos

Photo of57. Monte de la Serrezuela desde Peñahorada Photo of57. Monte de la Serrezuela desde Peñahorada Photo of57. Monte de la Serrezuela desde Peñahorada

Itinerary description

INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 52 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 382 metros (superior al que estima Wikiloc).


Para esta ruta tomamos como referencia la correspondiente de ‘Angelbur’ en Wikiloc ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/monte-de-la-serrezuela-6213869 ) y su descripción detallada en ‘Sendas de Burgos’. Hicimos algunas variaciones: la recorrimos en sentido inverso, añadimos algunos desvíos en el páramo (para acercarnos algo más al Valle de Las Navas, y por el ansia de explorar…), y subimos hasta el pie de los roquedos próximos a Tobes y Rahedo. En cambio, evitamos un desvío que se interna en la sierra (km 9 en nuestro regreso) porque Angelbur señala que tuvo que deshacerlo (“…se halla en muy mal estado y la vegetación lo cubre todo…”).

El día se comportó de modo magnánimo, soleado y frío (ideal). Incluso podríamos decir que fue muy ‘considerado’: despejado en el inicio, fueron apareciendo algunas hilachas de nubes a lo largo de la mañana; sólo justo unos minutos antes de terminar, ya llegando al pueblo de Peñahorada, se cubrió de pronto de oscuras nubes. Parece como si el cielo hubiera estado esperando a que termináramos. Las fotos de la iglesia, que nunca pueden faltar por estos pagos, y que habíamos dejado para el final, resultaron algo mermadas por la escasa luminosidad.

La travesía parte de Peñahorada, ascendiendo al páramo por una suave vaguada. Recorre aquél en dirección este hasta adentrarse en un bosque de robles. Al finalizar éste, la ruta desciende hacia el Valle de Las Navas. Antes de llegar al pueblo de Tobes y Rahedo, enlaza con la carretera en dirección sur durante 1,5 km (únicamente nos cruzamos con un coche), bordeando las conocidas como Peñas de Tobes, notables. Se interna después en el bosque brevemente y luego lo circunda durante 1,5 km, para ascender de nuevo al páramo por el Camino de la Carbonera. Desde allí, se retoma el trayecto de vuelta hacia Peñahorada.

La exigencia física de la ruta es liviana: aunque hay subidas y bajadas, éstas son generalmente mansas. El terreno no es siempre cómodo, pero tampoco resulta áspero y molesto para caminar. Aparte del tranquilo tramo de carretera, hay mayormente trechos de camino bien definido, pero también otros de monte a través sin senderos marcados (sobre todo en la parte de bosque). En lo que respecta a las demandas de orientación, se hace muy conveniente llevar una guía (como el ‘track’ de Wikiloc). De otro modo, es probable perderse en el bosque, además de resultar difícil la elección de los desvíos correctos en otros lugares.

Hay varios puntos o aspectos de particular interés en esta ruta. Primero, el páramo en sí mismo. Lejos de ser una planicie desolada y reseca, está recubierto todo él por hierbas diversas y plantas arbustivas de escasa altura, además de sazonado con numerosas manchas de pinos, encinas y enebros. Todo ello conserva un atractivo verdor invernal, blanqueado por la escarcha al comienzo de la mañana. Del rédito del páramo forman parte también los numerosos refugios pastoriles de piedra, ahora semiderruidos, que evocan otras épocas y afanes.

Segundo, desde el propio páramo, tenemos panorámicas del Valle de las Navas hacia el norte; con el color fuertemente rojizo de sus tierras, en espléndido contraste con el verdor incipiente, pero ya pujante, de los sembrados. Allí destacan solitarios y dominantes el monte Utero y el San Mamés, con sus vetas horizontales en la base y la zona media, y grises y blancas en la zona más alta. Igualmente, algo más hacia el este, aparece altivo el monte La Mayor, con sus estratos blanquecinos y rosáceos hendidos por cárcavas.

Tercero, está el bosque de robles en el extremo este del monte. La vegetación paramera se va haciendo cada vez más densa hasta desembocar en una floresta poblada en gran medida por quejigos; aún conservan sus hojas marrones, alegrando el entorno. Todo el bosque está aderezado y adornado con vegetación mixta muy variada, aparte de los robles. Resulta agradable caminar por él. Aunque hay muchos trechos sin sendero alguno, no está demasiado tupido como para entorpecer la marcha.

Y, cuarto, una vez abandonado el bosque, en el tramo de la carretera que llega hasta Tobes y Rahedo, encontramos a nuestra derecha las Peñas de Tobes. Éstas son unos impresionantes cantiles rocosos, con mil formas, relieves y oquedades. Se alargan durante más de un km. En ellos, en su parte más meridional (según la dirección que llevamos, de norte a sur), anida una colonia de buitres. En cuanto nos acercamos, salieron enseguida a avisarnos de su presencia y territorialidad. Poco más de un par de fotos allí y nos alejamos, dejándoles tranquilos.

En la zona de los roquedos tuvimos la suerte de observar un espectáculo gratuito. Dos jóvenes estaban haciendo escalada vertical. Cierto es que llevaban cuerdas y arneses, y pies de gato y buenos guantes (‘de pulpo’, quizá). Aun así, sobrecogía verlos colgados, tan pequeños, tan David(es), peleando contra el Goliat del Universo, la gravedad. Uno ‘se cayó’ (se quedó suspendido en el aire) y volvió al punto de inicio varias veces. Pero, cual Sísifo, no se rindió. Cuando luego miramos atrás, vimos que ya estaba unos cuantos metros más arriba. Lección de vida.

No puedo terminar sin hacer mención de una experiencia anecdótica de cierta intensidad. Por ello la expondré con cierto detalle. Ocurrió durante la ida, en la parte media del páramo. No constituye una de esas anécdotas amables que hacen sonreír (bueno, tal vez sí, pero una risa algo nerviosa…; ... y mejor ‘después, a toro pasado’; y una vez que ya conocemos el final). Allí, in situ y en vivo, fue más bien una experiencia de las que ponen “los pelos de punta” (o “la piel de gallina”, si esto suena un poco más valiente).

Avanzábamos despreocupada y plácidamente por el camino paramero, admirando agradecidos lo que nos rodeaba, cuando de pronto aparecieron dos ‘monstruos’ en el camino mismo; dos bestias renegridas y enormes; feas. Estaban encarados en dirección contraria, …la nuestra; como a unos 50 metros (la longitud de una piscina de competición…); mirándonos; ellos nos vieron antes. Al detenernos, echaron correr hacia nosotros al unísono, con el aspecto de dos rinocerontes embistiendo. Todo fue muy rápido, pero, paradójicamente, lo viví como a cámara lenta.

En lugar de coger la cámara y sacar fotos, la metí rápidamente en su funda, previendo lucha y protegiéndola de múltiples golpes (‘¡¿a quién se le ocurre tal cosa en esas circunstancias?!’). Miramos en busca de un montículo, de algo de protección; nada había. Intentar el escape o “hacer la estatua” no tenía la más mínima posibilidad de éxito. Y no teníamos capote… Así que cogí dos piedras y enarbolé o enfilé el bastón con puntas aceradas. Seguían galopando como posesos contra nosotros… ‘¿Pero estos orcos no sienten ningún temor de los humanos?’

Les lancé una piedra… Nada. Continuaban como endemoniados con porte de ataque. Lancé rápido la segunda piedra; y luego les grité (no sé qué, pero seguro que nada cariñoso…). Inesperadamente (pero esperanzadamente…), de repente dieron un giro brusco, inverosímil, innatural, de 90 grados, y salieron disparados hacia los matorrales. Ya que a las piedras no les hicieron caso, ¿les intimidaría mi exabrupto verbal? Eran dos enormes verracos (de quizá más de 80 kilos de peso); dos ‘aberraciones’ de jabalí.

Sabido es que el miedo exagera el tamaño y la negatividad del objeto amenazante, del estímulo fóbico (al modo en que lo hace el amor, a la inversa, magnificando al ser amado…). ‘Quizá no eran tan grandes ni tan fieros’, dirá alguien, pues. Tal vez. Pero, entonces, ¿por qué dos corzos que cruzaron raudos el camino delante de nosotros poco después nos parecieron igualmente muy grandes? Lejos de representar una amenaza, éstos constituían una presencia agradable. ¿Estuvo, en realidad, perfectamente calibrada nuestra vista con los monstruos?

Tengan cuidado.

Waypoints

PictographPanorama Altitude 2,996 ft
Photo ofPanorámica 1 Photo ofPanorámica 1

Panorámica 1

PictographPanorama Altitude 3,183 ft
Photo ofPanorámica 2 Photo ofPanorámica 2 Photo ofPanorámica 2

Panorámica 2

PictographPanorama Altitude 3,314 ft
Photo ofPanorámica 3 Photo ofPanorámica 3 Photo ofPanorámica 3

Panorámica 3

PictographPanorama Altitude 3,307 ft
Photo ofPanorámica 4 Photo ofPanorámica 4

Panorámica 4

PictographPanorama Altitude 3,225 ft
Photo ofPanorámica 5 Photo ofPanorámica 5

Panorámica 5

PictographPanorama Altitude 3,245 ft
Photo ofPanorámica 6 Photo ofPanorámica 6

Panorámica 6

PictographFlora Altitude 3,245 ft
Photo ofFlora 7 Photo ofFlora 7 Photo ofFlora 7

Flora 7

PictographFlora Altitude 3,278 ft
Photo ofFlora 8 Photo ofFlora 8 Photo ofFlora 8

Flora 8

PictographFlora Altitude 3,258 ft
Photo ofFlora 9 Photo ofFlora 9

Flora 9

PictographPanorama Altitude 3,150 ft
Photo ofPanorámica 10 Photo ofPanorámica 10 Photo ofPanorámica 10

Panorámica 10

PictographPanorama Altitude 2,969 ft
Photo ofPanorámica 11 Photo ofPanorámica 11 Photo ofPanorámica 11

Panorámica 11

PictographPanorama Altitude 3,037 ft
Photo ofPanorámica 12 Photo ofPanorámica 12 Photo ofPanorámica 12

Panorámica 12

PictographPanorama Altitude 3,038 ft
Photo ofPanorámica 13

Panorámica 13

PictographPanorama Altitude 3,015 ft
Photo ofPanorámica 14 Photo ofPanorámica 14 Photo ofPanorámica 14

Panorámica 14

PictographPanorama Altitude 2,966 ft
Photo ofPanorámica 15 Photo ofPanorámica 15 Photo ofPanorámica 15

Panorámica 15

PictographPanorama Altitude 3,025 ft
Photo ofPanorámica 16 Photo ofPanorámica 16 Photo ofPanorámica 16

Panorámica 16

PictographPanorama Altitude 3,012 ft
Photo ofPanorámica 17 Photo ofPanorámica 17

Panorámica 17

PictographPanorama Altitude 3,117 ft
Photo ofPanorámica 18 Photo ofPanorámica 18

Panorámica 18

PictographPanorama Altitude 3,209 ft
Photo ofPanorámica 19 Photo ofPanorámica 19

Panorámica 19

PictographPanorama Altitude 3,166 ft
Photo ofPanorámica 20 Photo ofPanorámica 20

Panorámica 20

PictographPanorama Altitude 3,104 ft
Photo ofPanorámica 21 Photo ofPanorámica 21

Panorámica 21

PictographPanorama Altitude 3,225 ft
Photo ofPanorámica 22 Photo ofPanorámica 22

Panorámica 22

PictographPanorama Altitude 3,261 ft
Photo ofPanorámica 23 Photo ofPanorámica 23 Photo ofPanorámica 23

Panorámica 23

PictographPanorama Altitude 3,330 ft
Photo ofPanorámica 24 Photo ofPanorámica 24

Panorámica 24

PictographPanorama Altitude 3,268 ft
Photo ofPanorámica 25

Panorámica 25

PictographMonument Altitude 2,930 ft
Photo ofMonumento 26 Photo ofMonumento 26 Photo ofMonumento 26

Monumento 26

Comments  (2)

  • castarruyo Sep 23, 2022

    ¡Vaya experiencia! Suena estremecedor...

  • Photo of maisid
    maisid Sep 23, 2022

    Sí, inolvidable, por lo emocionante. Nos sacamos gratis una 'radiografía' de nuestras entretelas. No hubo tiempo para pensar mucho.

    En casos así, la tormenta fisiológica de la emoción (bombeo de la sangre a las extremidades, adrenalina, etc.) se hace 'dueña' inmediata del comportamiento. La reacción del pensamiento, de la razón, parece desarrollarse bastante más lentamente, y a remolque de aquella. Tus ojos ven dos 'monstruos' abalanzándose sobre ti, la mente te dice '¡peligro!' (simplemente; no hay tiempo para más refinamientos), y el cuerpo pega un acelerón ('se pone a cien!).

    Fue toda una lección sobre la (nuestra) naturaleza humana.

You can or this trail