MONTE DEL COLLADO DE LOS JARDINES, PEÑÓN RASO LARGO, CERRO DEL CORZO, CUEVA DE LOS MUÑECOS Y CERRO DEL CASTILLO

Grata sorpresa la que nos ha deparado el Parque Natural de Despeñaperros en forma de una ruta magnífica en la que partiendo del Area Recreativa del Jardín de Despeñaperros, hemos recorrido el Monte del Collado de los Jardines ascendiendo al Peñón Raso Largo, el Cerro del Corzo y el Cerro del Castillo, visitando la Cueva de los Muñecos, emblemático lugar donde se situó un importante santuario ibero.
Partimos del Area Recreativa del Jardín, junto a la antigua nacional, y tras vadear por un puente el Río Despeñaperros pasando bajo los viaductos de la actual autovía A-4 inciamos el ascenso siguiendo un camino forestal que discurre inicialmente remontando el curso del Arroyo de Gavilanes. Nos alejamos del cauce del arroyo a medida que vamos ganando altura y nos introducimos en el boscoso paraje de la Umbría Chica, cuya belleza mitiga la constante subida, que nos premia con bonitas vistas al Barranco del Arroyo de Cuchareros.
Llegamos a la Casa Rural del Collado de los Jardines, donde nos apartamos del camino forestal que llevamos y tomamos otro de menor entidad que nos sale a la izquierda y que toma dirección este y que tras pasar junto a la Fuente del Collado de los Jardines atraviesa el Monte del Collado de los Jardines hasta llegar a la Umbría Grande, donde en pleno bosque nos encontramos la bella Fuente del Pilarillo.
Desde la Fuente del Pilarillo tomamos un sendero que aunque no está muy marcado sí que es evidente su trazado remontando el Barranco de la Umbría Grande, con un bosque espectacular que hace de este tramo una auténtica delicia. La cabecera del barranco sí que hace más difuso segur el sendero por la presencia de jara pero que sin dificultad alguna llegamos a la carretera.
Cruzamos la carretera y tras subir unos metros campo a través encontramos un senderillo que discurre paralelo a una alambrada y que seguimos en dirección suroeste siempre con la alambrada próxima a nosotros como referencia y que nos permite disfrutar de un bosque de encinas y enebros realmente bello cubierto de musgos y líquenes que da un aspecto mágico al paraje (a pesar de que en algún tramo resulta un poco molesto tanta frondosidad).
Llegamos a las Lagunillas, donde salimos de la espesura y obtenemos de forma súbita una panorámica sobrecogedora, sobre todo hacia el sur con vistas impresionantes al Valle del Río Guadalén, distinguiendo los pueblos de Arquillos, Navas de San Juan y Vilches.
Ahora ya por cómodo camino seguimos hacia el oeste primero en descenso para posteriormente subir de forma rápida al Peñón Raso Largo (1022 m de altura), con su pequeña caseta de vigilancia abandonada donde las vistas se multiplican en una completísima visión de 360º, apreciando desde la altura la cercanía de Santa Elena y la Venta de Cárdenas, con la vastedad de los llanos manchegos en el horizonte mirando al norte, y la depresión del Guadalén al sur, con toda la extensión del Parque Natural de Despeñaperros a nuestro alcance visual.
Descendemos del Peñón Raso Largo hacia el oeste bajando por unos escarpes rocosos que nos sirven de mirador natural a la vez que pasamos junto a uno curiosos abrigos mientras nos introducimos en el barranco del Arroyo del Santo. Encontramos una vieja senda, en tramos casi perdida y que nos permite atravesar la cabecera del barranco sin problema a pesar de la espesura de la jara que tapiza el terreno.
Salimos a un camino amplio que converge a su vez en otro que nos lleva en ascenso a un collado en la base de los estribaciones rocosas de la cumbre del Cerro del Corzo (978 m de altura), a cuya plataforma cimera nos encaramamos para poder continuar con el espectáculo de vistas que estamos teniendo durante la ruta de hoy.
Iniciamos el descenso hacia el oeste siguiendo una senda desdibujada pero bastante cómoda que sortea los riscos y tajos del Cerro del Corzo, hasta que se sumerge en la frondosidad del encinar donde se pierde el rastro de la sendita hasta que confluimos con la vieja senda que, ya casi totalmente perdida, nos lleva a la carretera para, tras andar por ella unos metros en descenso, salir al sendero de la Cueva de los Muñecos, a la cual llegamos por un sendero balizado en perfectas condicioens y que finaliza a las puertas de este importantísimo santuario ibero.
La Cueva de los Muñecos. llamada así por la cantidad de exvotos (figurillas de bronce) halladas en la zona, es uno de los santuario ibero más importantes de la Península Ibérica, siendo el que mayor número de exvotos de bronce ha proporcionado, piezas importantes no sólo para conocer el trabajo de este metal en el mundo ibero, sino para solucionar otros muchos problemas relacionados con los fieles que se acercaron a la divinidad en estos lugares de culto, tales como el tipo de religiosidad, las formas de la indumentaria, las joyas, armas, el tipo de peinado, etc. ...
En este santuario hay excavadas varias cuevas, la mayor de las cuales, de unos 50 metros de profundidad, formaba probablemente el límite del recinto sagrado. Dentro de esta cueva en la actualidad hay un manantial de agua que probablemente debió existir ya en la antigüedad.
De este santuario han salido mas de 2.500 exvotos, de los que la casi totalidad se guardan en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. La técnica de fundición de estos “muñecos” era la llamada a cera perdida, que es la manera corriente de fabricarse los bronces votivos en la Hispania Antigua. Fueron descubiertos estos santuarios en el siglo XX por; J. Calvo y J. Cabré que excavaron el santuario del Collado de los Jardines y R. Lantier el de Castellar de Santisteban.
En la parte superior del barranco se halló el lote de exvotos mayor, colocados en una escombrera; otros se recogieron depositados entre las grietas de las rocas. La zona debió sufrir una transformación en fecha no precisada, pues hay vestigios de dos edificaciones diversas; para la segunda se aprovecharían los materiales de construcción de la primera, destruida tal vez durante las campañas de Aníbal, o en las primeras guerras de la ocupación de Roma. También durante los años 70 y principios de los 80 sufrió continuos expolios que destruyeron gran parte de los restos de sus estructuras.
Los exvotos (muñecos) de este Santuario del Collado de los Jardines son de lo mas variado, en ellos están representados fieles de todas clases: mujeres, varones, guerreros, etc. Las damas adoptan una actitud de ofrenda o de súplica, o posturas indiferentes. Las primeras visten túnica larga y ceñida que llega hasta los pies, que van descalzos. El vestido lleva generalmente escote triangular y manga corta. Algunas sostienen el vestido con tirantes fusiformes, cruzados en el pecho y en la espalda. El cabello va descubierto y algunas damas le llevan recogido en trenzas que descienden por el pecho. Los brazos se encuentran doblados delante del cuerpo, con las palmas de las manos abiertas. En las que tienen una actitud oferente no se puede precisar bien de qué clase de ofrenda se trata; probablemente eran frutos naturales.
En la cueva pudimos disfrutar de la preciosa pintura rupestre allí situada de un ciervo en plena carrera pintado en pigmento negro, de rasgos bastante diferentes a los habituales en el arte esquemático de la zona y que resultó una delicia poder contemplar al final de la búsqueda, ya cuando casi dábamos por imposible su localización.
Dejamos atrás este embaucador paraje, rebosante de energía telúrica, y desandamos nuestros pasos por el sendero que nos ha bajado hasta la cueva, y que nos conduce en un breve pero constante ascenso hasta el Centro Municipal de Interpretación del Patrimonio Histórico y Cultural "El Aprisco", desde donde el sendero continúa ascendiendo hasta encaramarnos en el punto más alto del Cerro del Castillo (954 m de altura), donde se ubica un magnífico mirador para disfrutar de lo lindo del Desfiladero de Despeñaperros, además de la vista panorámica que nos ofrece del resto del parque natural. En la cubre podemos ver los restos del oppidum ibero que aquí se asentaba.
Ya solo nos queda iniciar el descenso al punto de partida que al comienzo es por sendero hasta el Collado de los Jardiens y a partir de él siguiendo el camino forestal ya mencionado descendemos por la Casa Rural del Collado de los Jardines y la Umbría Chica hasta llegar a los Jardines de Despeñaperros.