4. Monte Quintanar desde Villasur de Herreros
near Villasur de Herreros, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 51 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 446 metros (superior al que estima Wikiloc).
Seguimos la senda trazada en Wikiloc por 'Angelbur' ( https://sendasdeburgos.blogspot.com/search?q=monte+Quintanar ) y su descripción en ‘Sendas de Burgos’. En su caso, la ruta fue realizada en invierno, repleta de nieve, con dificultad en la identificación de caminos. En el nuestro, a mediados del verano, el recorrido resultaba muy evidente, excepto en algún punto entre Villasur de Herreros y el robledal, que solventamos sin problema.
En el inicio, después de unos 2 km rodeados de campos de labor agrícola, emprendimos una suave ascensión al monte y nos adentramos en un absorbente robledal. La pendiente no es pronunciada, pero, aunque lo fuera, el grato asombro ante esos árboles es tan impactante que tampoco notaríamos el cansancio en las piernas. Los maduros robles parecen tan vivos, tan expresivos en sus contorsiones, tan humanizados…
Al final de la subida, en lugar de girar a la izquierda y comenzar el camino de vuelta, extendimos la excursión por el cerro en dirección suroeste, por la loma que remonta hacia La Cerca. En él encontramos una prolongación del robledal a un lado; al otro, un páramo adehesado o, simplemente herbáceo, casi desnudo, excepto algunas floridas manchas de brezo rosa y violeta. Y allí nos deleitamos también con amplias vistas sobre el pueblo de Urrez, en primer término, y el horizonte del oeste casi interminable, más allá.
En el descenso de vuelta, retomamos contacto con el robledal de subida. La pista, al parecer reciente, estaba deliciosamente fina y mullida, no queriendo ser menos placentera que el resto del entorno boscoso. En ese trayecto, otro motivo de goce fue también la compañía sonora de los arroyos: primero, más brevemente, los de la Carrasquera y de los Lobos, y luego, tras su fusión, el arroyo Quintanar. Desde luego, su fluir armonioso y cantarín invitaba a descender hasta sus orillas, y así lo hicimos.
El último trecho en la vuelta es quizá menos agraciado, en comparación con todo el encanto previo. En los últimos 2,5 km, a partir de unas granjas, el trayecto despierta algo menos interés; es más monótono. Pero así ayuda a paladear en retrospectiva la belleza de la experiencia anterior, y contribuye a destacarla y consolidarla en el recuerdo.
En conjunto, excursión sencilla pero atractiva, cercana a la ciudad de Burgos. Es generosa: ofrece mucho para el bajo esfuerzo físico y mental que demanda. En su momento, pensé: “si esto es así de impresionante en verano, ¡cómo será en otoño!; tengo que volver”. No he vuelto; en la zona restaban decenas de fantásticos lugares otoñales aún desconocidos que visitar. Queda pendiente; quedo en deuda.
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 51 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 446 metros (superior al que estima Wikiloc).
Seguimos la senda trazada en Wikiloc por 'Angelbur' ( https://sendasdeburgos.blogspot.com/search?q=monte+Quintanar ) y su descripción en ‘Sendas de Burgos’. En su caso, la ruta fue realizada en invierno, repleta de nieve, con dificultad en la identificación de caminos. En el nuestro, a mediados del verano, el recorrido resultaba muy evidente, excepto en algún punto entre Villasur de Herreros y el robledal, que solventamos sin problema.
En el inicio, después de unos 2 km rodeados de campos de labor agrícola, emprendimos una suave ascensión al monte y nos adentramos en un absorbente robledal. La pendiente no es pronunciada, pero, aunque lo fuera, el grato asombro ante esos árboles es tan impactante que tampoco notaríamos el cansancio en las piernas. Los maduros robles parecen tan vivos, tan expresivos en sus contorsiones, tan humanizados…
Al final de la subida, en lugar de girar a la izquierda y comenzar el camino de vuelta, extendimos la excursión por el cerro en dirección suroeste, por la loma que remonta hacia La Cerca. En él encontramos una prolongación del robledal a un lado; al otro, un páramo adehesado o, simplemente herbáceo, casi desnudo, excepto algunas floridas manchas de brezo rosa y violeta. Y allí nos deleitamos también con amplias vistas sobre el pueblo de Urrez, en primer término, y el horizonte del oeste casi interminable, más allá.
En el descenso de vuelta, retomamos contacto con el robledal de subida. La pista, al parecer reciente, estaba deliciosamente fina y mullida, no queriendo ser menos placentera que el resto del entorno boscoso. En ese trayecto, otro motivo de goce fue también la compañía sonora de los arroyos: primero, más brevemente, los de la Carrasquera y de los Lobos, y luego, tras su fusión, el arroyo Quintanar. Desde luego, su fluir armonioso y cantarín invitaba a descender hasta sus orillas, y así lo hicimos.
El último trecho en la vuelta es quizá menos agraciado, en comparación con todo el encanto previo. En los últimos 2,5 km, a partir de unas granjas, el trayecto despierta algo menos interés; es más monótono. Pero así ayuda a paladear en retrospectiva la belleza de la experiencia anterior, y contribuye a destacarla y consolidarla en el recuerdo.
En conjunto, excursión sencilla pero atractiva, cercana a la ciudad de Burgos. Es generosa: ofrece mucho para el bajo esfuerzo físico y mental que demanda. En su momento, pensé: “si esto es así de impresionante en verano, ¡cómo será en otoño!; tengo que volver”. No he vuelto; en la zona restaban decenas de fantásticos lugares otoñales aún desconocidos que visitar. Queda pendiente; quedo en deuda.
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