237. Montes de La Verdina desde Silanes
near Silanes, Castilla y León (España)
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📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 78 (para Senderismo): dificultad 'Dura' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 806 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
‘¡Vaya, a ver si ahora nos estábamos enamorando de los Montes Obarenes!’.
Es cierto que, viéndolos de lejos desde el sur, forman una elegante cadena longilínea que cierra la comarca de La Bureba por el norte. Una estilosa figura. Tentadora.
De cerca, debajo, también; pero ya inspiran respeto. Desde allí se les ve verticales y peñascosos. Soberbios, desafiantes. Su apostura desasosiega.
Por sus entresijos, desde la Mesa de Oña hasta el pico Meriendillas, habíamos tenido nuestros mayores aprietos y congojas (sí, de ‘esas’). Unas cuantas.
Y, sin embargo, ahí seguíamos; ansiando volver. Por algo sería; y no por masoquismo. También nos habían proporcionado grandes emociones positivas.
Hacía sólo 20 días que habíamos subido a la cumbrera que va desde las Talas del Somo hasta el Mancubo [1]. Volvieron a repetirse algunas turbaciones (y muchas alegrías).
[1] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/montes-obarenes-talas-del-somo-humion-flor-y-mancubo-145629956
Desde allí, en ese brazo díscolo de los Obarenes, sobresalían, por el sur, los montes de La Verdina, en el sector lineal de la cadena. Nos aprendimos sus nombres: La Maya, Cantoña....
Quedamos cautivados; cautivos. Nos habían echado el guante; y no soltarían. Lo único que podíamos hacer era planificar el cuándo y el cómo (el qué lo habían decidido ellos).
Había dos opciones. Una, subir por el norte, desde Cubilla de la Sierra. Otra, por el sur, desde Silanes. --“¿Hacemos una o las dos (en veces distintas, claro)?”.
La segunda sería más boscosa; y con hayedos. Mejor para el otoño avanzado; a disfrutar del colorido. La primera, más despejada, ahora, en un día claro. ‘Dos pájaros’.
LA RUTA
Buscando en Wikiloc por ‘Silanes Montes de la Verdina’, aparecen numerosas rutas. La mayoría son variaciones del mismo itinerario (según distintos usuarios).
Entre ellas, dimos, en primer lugar, con una que nos ‘enganchó’ por su afilada crónica. Incluía un intrigante relato de las tribulaciones vividas durante la travesía.
Se nos convirtió así esa ruta en un reto. Por si no teníamos ya estímulo dentro suficiente, sin necesidad de aquello, para ir allí. A lo que vamos:
El itinerario comienza en el pueblo de Silanes, a los pies de esa corta y compacta sierra de La Verdina; con entidad (principio y final definidos) y personalidad propia.
Ese sector de los Obarenes incluye las siguientes cimas (de oeste a este): Peña La Maya (1.328 msnm), Pico Cantoña (1.353), Monte Cimero (1.348), La Verdina (1.352), Peña El Buey (1.230 m) y, desgajada, Peña Picaza (1.059).
Las haría en ese orden, invirtiendo el sentido de la marcha respecto al itinerario más típico. Afrontaría así las mayores pendientes en la subida.
Desde Silanes hasta el arranque al pie de La Maya (km 3) vamos por camino marcado, con algún inesperado descenso muy acentuado (km 2,5).
En el km 3 empieza la parte realmente dura del ascenso, hasta la cima de La Maya (km 4,2). Suelo desabrido y con mucha inclinación. Débil trocha a trechos.
Entre La Maya y el Cantoña (km 5), baja-y-sube, enlazamos con el PR-BU-224 (‘menos mal...’). Aparece un senderillo salvador, de gran ayuda en ese difícil tramo entre cimas.
Desde el Cantoña hasta El Buey (km 8,7), se cumbrea con comodidad. Generalmente, hay un sendero orientativo. Las tensiones quedaron atrás. Ahora todo el entorno es placentero.
Desde El Buey hasta la pequeña Picaza (km 9,9), el sendero bajante desaparece y hay que orientarse con un poco de intuición en un terreno áspero, pero despejado.
Desde esa última elevación hasta el final en Silanes, recuperamos el sendero y luego un apacible camino. La majestuosa falda sur de la sierra, a la derecha, omnipresente, sella la aventura.
Justo antes de Silanes tenemos un paso rocoso en la vía ferrata (km 11,9). Se cruza por debajo (‘que no cunda el pánico’). Arriba pendían unos aventureros ávidos de emociones fuertes.
Posibles Dificultades:
Sí, ya se sabe que en esto de la facilidad/dificultad ‘bailan’ dos.... El que las pone (el terreno) y el que las paga (el terrícola). Y, por tanto, que aquellas dependen de las condiciones físicas (y entereza mental) de este último.
Incluso así, hay algo que decir aquí:
Después de hacer la ruta, he visto que un usuario le asigna la categoría de ‘Fácil’. Me pregunto si se le fue la ‘pluma’ (o la tecla). Es cierto que, una vez arriba, poco después del Cantoña, todo es fácil hasta Silanes.
Pero la subida es muy dura desde el km 3 hasta la cima de La Maya (km 4,2). Terreno sin apenas sendero y muy inclinado. Son 411 metros de desnivel en 1,2 km de longitud: un 34% de pendiente (a veces, más); eso, en un suelo resbaladizo y pedregoso.
Por primera vez en muchas rutas, me vi obligado a cambiar de velocidad. Hasta tuve que acomodarme sobre las posaderas. Digamos que fue aprovechando un resbalón que me dejó en esa guisa:
(--“¿Qué?, ¡si ya me iba a sentar!”. --”Ya, pero tanto como tres minutos...”. --"¿Qué?, ¡aproveché para contemplar el paisaje!". --"Ya, eso suena a justificaciones a posteriori... Lo que pasa es que no podías con tu alma". ...[Silencio en el otro extremo de la línea...]).
Luego está la bajada al collado de La Planadilla, entre La Maya y el Cantoña, y la inmediata subida a éste. Ese tramo (km 4,2 al 5) tiene cierta exigencia técnica. Transita por algunos pasos estrechos. Requiere precaución.
Estos dos tramos (del km 3 al 5) pueden ser considerados como difíciles. No obstante, con cuidado y despacio, no tienen por qué conllevar peligro.
Así que, en conjunto, y teniendo en cuenta el desnivel acumulado (715 m), las demandas de la ruta pueden catalogarse, al menos, como ‘Moderadas’. Con viento, niebla o lluvia, terreno mojado o helado, serán ciertamente ‘Difíciles’.
DESTACADO
Es esta una gran (pequeña) ruta. En las condiciones en que yo la hice, es sin duda acreedora de un puesto entre las Favoritas. Festival exterior y también interior.
(1) Peña La Maya, el Anzuelo:
Por ella empezó todo; cuando aún no sabíamos su nombre.
Cuatro meses atrás [2], llegando a la cima del alomado monte Galdampio, por el oeste, emergía ella de frente. Rocosa; maciza y esbelta. Picuda cual pirámide. Desde allí, vertical como una muralla.
[2] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/paso-de-la-herradura-pico-pollos-y-galdampio-135012017
Además, entonces, desde poniente y contra el sol mañanero, su silueta y todas sus aristas y heridas se embrumaban oscuras, tenebrosas. Atractiva y altiva. Era un desafío en toda regla. “Conquístame, si tienes...”.
Llegado (entonces) a sus pies, recién dejado el manso Galdampio, La Maya amilanaba; (te) achicaba. Por ese lado era imposible. Ahí quedó la cosa: “Como es imposible, no me siento obligado.... Ahí te dejo con tu arrogancia”.
Pero tres meses después de aquello, tres semanas antes de esto (el presente), volví a verla [1]. Desde el Humión; más alto y más lejos; desde el norte. La Maya seguía destacando en la sierra de La Verdina por su agudo perfil. Pero ya no intimidaba.
El Humión me infundió aliento: “Sí, puedes...”. (Raca.raca...). “...Sí, quiero”, me alenté (yo). Y aquí llegué; previa comprobación de que era posible, incluso sin alas. Por el sur.
Desde su cima, La Maya parece menos que a sus pies. Pero sigue pareciendo mucho. Ya sólo por todos esos antecedentes motivadores y con lo que cuesta subirla, merece un podio.
(2) El Cantoña y Cía.:
Son sólo 25 m más de altitud del Cantoña respecto a La Maya; pero, visto aquél desde ésta, parecen una hazaña. El espolón rocoso del Cantoña impresiona. Y más en la penumbra y bajo el deslumbre del contraluz.
Arriba, el Cantoña está formado por una cresta de rocas puntiagudas. Entre ellas que hay que hacer regates hasta llegar a su cumbre y buzón.
Luego, el monte Cimero y La Verdina son más herbosos y menos agrestes. Están cubiertos de brezo y otras plantas rastreras. Es muy agradable pasear por ellos.
Otro tanto le sucede a El Buey y el camino que a él conduce. Sólo unos peñascos, a los que se accede de un salto, dan fe de su naturaleza de ‘pico’. Apenas despunta del entorno.
La peña Picaza es una chiquita tachuela, aunque hay que treparla. Vista desde arriba parece bastante menos que en perspectiva desde abajo, por el oeste. Galana.
(3) Las Formaciones ‘Menores’:
Durante el ascenso van apareciendo diversas formaciones de grandes piedras pinadas; posiblemente, bloques desprendidos. Con un poco de imaginación, algunas recuerdan a los ‘moais’ monolíticos de la Isla de Pascua (Rapa-Nui).
Durante el descenso, llaman la atención las curiosas estructuras redondeadas que se precipitan por la ladera, en las faldas del Cimero y La Verdina. Como una colada volcánica; como una cascada de piedra; en relieve.
Finalmente, poco antes de terminar en Silanes, está el paso de la Canaleja. Es un tajo en la muralla de avanzadilla previa a los montes de La Verdina, por el sur. Una estrecha garganta natural flanqueada por farallones.
(4) Las Panorámicas:
Por toda la cumbre, nos movemos sin nada más elevado en 360 grados. Si no conoces el amplio entorno, puedes pasarte horas contemplándolo. Y, si lo conoces, más aun, escudriñando y rememorando: “Mira, allí está...”.
Sin irnos lejos, por el norte, se abre todo el valle de Cubilla de la Sierra. Extensos hayedos tapizan la vertiente que se descuelga bajo nosotros. Más allá está el sector norte de los Obarenes, con el Humión y demás compañía.
Por el oeste continúa la cadena de los Obarenes hacia Pancorbo y La Rioja. Eso, por no irnos hasta los más difusos montes alaveses y navarros, entre brumas y destellos a contrasol.
Por el sur se extiende la llanura de La Bureba, debajo. A lo lejos se perfila la elegante silueta de la Sierra de La Demanda, con todos sus picos en formación de ceremonia. No están cerca, pero como si sí.
Por el oeste se prolonga la dentada espina dorsal de los Obarenes hasta la Mesa de Oña. A un lado deja la meseta; al otro, los pliegues del Sistema Cantábrico. Digno de verse.
(5) Las Emociones:
Con todo ese carrusel de variedades, se puede disfrutar de un espectáculo y una experiencia completos. El coste de la entrada es, únicamente, el esfuerzo en subir.
Y ni siquiera eso, porque en el propio esfuerzo hay recompensa. En el esfuerzo, en el aferrarse a la tierra y las rocas, y en la tensión y los temores durante el ascenso (ver Anécdota).
Precisamente, el contraste entre ellos, antes, y la levitación y el sosiego, después, constituye una fuente de satisfacción; de exaltación, incluso. Curiosa aleación.
ANÉCDOTA
Antes de hacer la ruta, leí la crónica de dos montañeros/senderistas experimentados y de confianza, a juzgar por su productividad, la calidad de sus rutas, el esmero en sus descripciones (…y el número de seguidores).
Uno de ellos dice:
“... Aviso que la subida es muy dura. No es larga, pero cuesta Dios y ayuda”. Y, luego, para enfatizarlo: “Ruta corta, pero con una subida muy dura hasta la parte de arriba del cordal. El resto de la ruta es un paseo”.
El otro (éste la hizo en sentido inverso) añade:
“El regreso fuera de senda [se refiere a desde el Cantoña, aclaro yo] se nos hizo dificultoso y accidentado, por lo cual no lo recomendamos a no ser que se busque el descenso en la modalidad ‘jabalí xtrem’ (término inventado)".
Y, luego: “(Hay) tramos de cornisa que te pueden complicar la jornada. Evítalo buscando alternativas experimentadas con 100% de garantía de éxito, o simplemente, deshaciendo el camino andado, menos aventurado pero más seguro”.
Después de esto, el alma se me quedó en un puño (aunque no se escabulló). Decidí ir sólo (para ‘sufrir’ la ruta toda para mí). --“Mira, que quede aquí, en casa, al menos uno de nosotros para cuidar (del futuro) de la prole”.
”Escucha” (me dije, esto ya a mí mismo; y me lo puse más ‘negro’):
* “¿Y si, además de esos tramos malos, hoy hace viento en las zonas altas?”. Ese difícil (y peligroso) trago ya lo habíamos vivido en otras ocasiones.
* “¿Y si el terreno está todavía mojado (y, por tanto, es aún más inestable)?”. De hecho, había estado lloviendo varios días, incluido el anterior.
.../… ¡Pero fui! Emocionado y expectante. ‘Acongojado’ es otra forma de decirlo.
“Si te dicen que caí, que sepas que lo hice sacando pecho, con la frente alta, la mirada firme, frotándome las manos, y con las comisuras de los labios hacia arriba”.
“Ah, y afrontando primero lo difícil: la subidona y los pasos estrechos. ... Por si hay que deshacer el camino, que el amargo tramo de regreso sea más corto”.
.../… Y llegó la sorpresa... Y fue creciendo. Y fui creciéndome yo con cada paso. Ya estoy en La Maya. Todavía contenido, sin cantar victoria. Cercano el Cantoña, más arriba, impresionaba su todavía más agreste y oscura (al contrasol) figura.
Bajo al collado de La Planadilla. Veo un poste del PR-BU-224, que viene de la cara norte de la sierra. Hay un hilo de sendero hacia el Cantoña. Las baterías se me siguen cargando de confianza.
“No lo mires, no mires arriba, al Cantoña, que amedrenta. Tampoco al fondo de uno y otro lado de la cresta. Sólo a tus pies, al senderín”. Paso a paso. Con cuidado.
…/… Por fin... Estoy en ‘las’ cumbres: la del Cantoña... y la mía. A eso se le llama gozar de la vida: al contraste y el tránsito de la ‘congoja’ a la euforia.
No había sido objetivamente para tanto. Pero fue estupendo pensar que sí, mantener la intriga, darle color emocional al día, y decir: “!Hecho!”. “Siguiente meta, próximo reto...”.
Sólo me faltó aporrearme el pecho con los puños. ...Y masajearme el ego. No lo hice. Bueno, quizá en una pequeña dosis. Inmerecidamente (pero allí nadie se daría cuenta).
Envié un whatsapp (y una foto adjunta sobre el apacible valle entre el Cantoña y el Humión): “Mira, ya está lo difícil.... Despreocúpate de lo de la prole”.
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 78 (para Senderismo): dificultad 'Dura' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 806 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
‘¡Vaya, a ver si ahora nos estábamos enamorando de los Montes Obarenes!’.
Es cierto que, viéndolos de lejos desde el sur, forman una elegante cadena longilínea que cierra la comarca de La Bureba por el norte. Una estilosa figura. Tentadora.
De cerca, debajo, también; pero ya inspiran respeto. Desde allí se les ve verticales y peñascosos. Soberbios, desafiantes. Su apostura desasosiega.
Por sus entresijos, desde la Mesa de Oña hasta el pico Meriendillas, habíamos tenido nuestros mayores aprietos y congojas (sí, de ‘esas’). Unas cuantas.
Y, sin embargo, ahí seguíamos; ansiando volver. Por algo sería; y no por masoquismo. También nos habían proporcionado grandes emociones positivas.
Hacía sólo 20 días que habíamos subido a la cumbrera que va desde las Talas del Somo hasta el Mancubo [1]. Volvieron a repetirse algunas turbaciones (y muchas alegrías).
[1] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/montes-obarenes-talas-del-somo-humion-flor-y-mancubo-145629956
Desde allí, en ese brazo díscolo de los Obarenes, sobresalían, por el sur, los montes de La Verdina, en el sector lineal de la cadena. Nos aprendimos sus nombres: La Maya, Cantoña....
Quedamos cautivados; cautivos. Nos habían echado el guante; y no soltarían. Lo único que podíamos hacer era planificar el cuándo y el cómo (el qué lo habían decidido ellos).
Había dos opciones. Una, subir por el norte, desde Cubilla de la Sierra. Otra, por el sur, desde Silanes. --“¿Hacemos una o las dos (en veces distintas, claro)?”.
La segunda sería más boscosa; y con hayedos. Mejor para el otoño avanzado; a disfrutar del colorido. La primera, más despejada, ahora, en un día claro. ‘Dos pájaros’.
LA RUTA
Buscando en Wikiloc por ‘Silanes Montes de la Verdina’, aparecen numerosas rutas. La mayoría son variaciones del mismo itinerario (según distintos usuarios).
Entre ellas, dimos, en primer lugar, con una que nos ‘enganchó’ por su afilada crónica. Incluía un intrigante relato de las tribulaciones vividas durante la travesía.
Se nos convirtió así esa ruta en un reto. Por si no teníamos ya estímulo dentro suficiente, sin necesidad de aquello, para ir allí. A lo que vamos:
El itinerario comienza en el pueblo de Silanes, a los pies de esa corta y compacta sierra de La Verdina; con entidad (principio y final definidos) y personalidad propia.
Ese sector de los Obarenes incluye las siguientes cimas (de oeste a este): Peña La Maya (1.328 msnm), Pico Cantoña (1.353), Monte Cimero (1.348), La Verdina (1.352), Peña El Buey (1.230 m) y, desgajada, Peña Picaza (1.059).
Las haría en ese orden, invirtiendo el sentido de la marcha respecto al itinerario más típico. Afrontaría así las mayores pendientes en la subida.
Desde Silanes hasta el arranque al pie de La Maya (km 3) vamos por camino marcado, con algún inesperado descenso muy acentuado (km 2,5).
En el km 3 empieza la parte realmente dura del ascenso, hasta la cima de La Maya (km 4,2). Suelo desabrido y con mucha inclinación. Débil trocha a trechos.
Entre La Maya y el Cantoña (km 5), baja-y-sube, enlazamos con el PR-BU-224 (‘menos mal...’). Aparece un senderillo salvador, de gran ayuda en ese difícil tramo entre cimas.
Desde el Cantoña hasta El Buey (km 8,7), se cumbrea con comodidad. Generalmente, hay un sendero orientativo. Las tensiones quedaron atrás. Ahora todo el entorno es placentero.
Desde El Buey hasta la pequeña Picaza (km 9,9), el sendero bajante desaparece y hay que orientarse con un poco de intuición en un terreno áspero, pero despejado.
Desde esa última elevación hasta el final en Silanes, recuperamos el sendero y luego un apacible camino. La majestuosa falda sur de la sierra, a la derecha, omnipresente, sella la aventura.
Justo antes de Silanes tenemos un paso rocoso en la vía ferrata (km 11,9). Se cruza por debajo (‘que no cunda el pánico’). Arriba pendían unos aventureros ávidos de emociones fuertes.
Posibles Dificultades:
Sí, ya se sabe que en esto de la facilidad/dificultad ‘bailan’ dos.... El que las pone (el terreno) y el que las paga (el terrícola). Y, por tanto, que aquellas dependen de las condiciones físicas (y entereza mental) de este último.
Incluso así, hay algo que decir aquí:
Después de hacer la ruta, he visto que un usuario le asigna la categoría de ‘Fácil’. Me pregunto si se le fue la ‘pluma’ (o la tecla). Es cierto que, una vez arriba, poco después del Cantoña, todo es fácil hasta Silanes.
Pero la subida es muy dura desde el km 3 hasta la cima de La Maya (km 4,2). Terreno sin apenas sendero y muy inclinado. Son 411 metros de desnivel en 1,2 km de longitud: un 34% de pendiente (a veces, más); eso, en un suelo resbaladizo y pedregoso.
Por primera vez en muchas rutas, me vi obligado a cambiar de velocidad. Hasta tuve que acomodarme sobre las posaderas. Digamos que fue aprovechando un resbalón que me dejó en esa guisa:
(--“¿Qué?, ¡si ya me iba a sentar!”. --”Ya, pero tanto como tres minutos...”. --"¿Qué?, ¡aproveché para contemplar el paisaje!". --"Ya, eso suena a justificaciones a posteriori... Lo que pasa es que no podías con tu alma". ...[Silencio en el otro extremo de la línea...]).
Luego está la bajada al collado de La Planadilla, entre La Maya y el Cantoña, y la inmediata subida a éste. Ese tramo (km 4,2 al 5) tiene cierta exigencia técnica. Transita por algunos pasos estrechos. Requiere precaución.
Estos dos tramos (del km 3 al 5) pueden ser considerados como difíciles. No obstante, con cuidado y despacio, no tienen por qué conllevar peligro.
Así que, en conjunto, y teniendo en cuenta el desnivel acumulado (715 m), las demandas de la ruta pueden catalogarse, al menos, como ‘Moderadas’. Con viento, niebla o lluvia, terreno mojado o helado, serán ciertamente ‘Difíciles’.
DESTACADO
Es esta una gran (pequeña) ruta. En las condiciones en que yo la hice, es sin duda acreedora de un puesto entre las Favoritas. Festival exterior y también interior.
(1) Peña La Maya, el Anzuelo:
Por ella empezó todo; cuando aún no sabíamos su nombre.
Cuatro meses atrás [2], llegando a la cima del alomado monte Galdampio, por el oeste, emergía ella de frente. Rocosa; maciza y esbelta. Picuda cual pirámide. Desde allí, vertical como una muralla.
[2] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/paso-de-la-herradura-pico-pollos-y-galdampio-135012017
Además, entonces, desde poniente y contra el sol mañanero, su silueta y todas sus aristas y heridas se embrumaban oscuras, tenebrosas. Atractiva y altiva. Era un desafío en toda regla. “Conquístame, si tienes...”.
Llegado (entonces) a sus pies, recién dejado el manso Galdampio, La Maya amilanaba; (te) achicaba. Por ese lado era imposible. Ahí quedó la cosa: “Como es imposible, no me siento obligado.... Ahí te dejo con tu arrogancia”.
Pero tres meses después de aquello, tres semanas antes de esto (el presente), volví a verla [1]. Desde el Humión; más alto y más lejos; desde el norte. La Maya seguía destacando en la sierra de La Verdina por su agudo perfil. Pero ya no intimidaba.
El Humión me infundió aliento: “Sí, puedes...”. (Raca.raca...). “...Sí, quiero”, me alenté (yo). Y aquí llegué; previa comprobación de que era posible, incluso sin alas. Por el sur.
Desde su cima, La Maya parece menos que a sus pies. Pero sigue pareciendo mucho. Ya sólo por todos esos antecedentes motivadores y con lo que cuesta subirla, merece un podio.
(2) El Cantoña y Cía.:
Son sólo 25 m más de altitud del Cantoña respecto a La Maya; pero, visto aquél desde ésta, parecen una hazaña. El espolón rocoso del Cantoña impresiona. Y más en la penumbra y bajo el deslumbre del contraluz.
Arriba, el Cantoña está formado por una cresta de rocas puntiagudas. Entre ellas que hay que hacer regates hasta llegar a su cumbre y buzón.
Luego, el monte Cimero y La Verdina son más herbosos y menos agrestes. Están cubiertos de brezo y otras plantas rastreras. Es muy agradable pasear por ellos.
Otro tanto le sucede a El Buey y el camino que a él conduce. Sólo unos peñascos, a los que se accede de un salto, dan fe de su naturaleza de ‘pico’. Apenas despunta del entorno.
La peña Picaza es una chiquita tachuela, aunque hay que treparla. Vista desde arriba parece bastante menos que en perspectiva desde abajo, por el oeste. Galana.
(3) Las Formaciones ‘Menores’:
Durante el ascenso van apareciendo diversas formaciones de grandes piedras pinadas; posiblemente, bloques desprendidos. Con un poco de imaginación, algunas recuerdan a los ‘moais’ monolíticos de la Isla de Pascua (Rapa-Nui).
Durante el descenso, llaman la atención las curiosas estructuras redondeadas que se precipitan por la ladera, en las faldas del Cimero y La Verdina. Como una colada volcánica; como una cascada de piedra; en relieve.
Finalmente, poco antes de terminar en Silanes, está el paso de la Canaleja. Es un tajo en la muralla de avanzadilla previa a los montes de La Verdina, por el sur. Una estrecha garganta natural flanqueada por farallones.
(4) Las Panorámicas:
Por toda la cumbre, nos movemos sin nada más elevado en 360 grados. Si no conoces el amplio entorno, puedes pasarte horas contemplándolo. Y, si lo conoces, más aun, escudriñando y rememorando: “Mira, allí está...”.
Sin irnos lejos, por el norte, se abre todo el valle de Cubilla de la Sierra. Extensos hayedos tapizan la vertiente que se descuelga bajo nosotros. Más allá está el sector norte de los Obarenes, con el Humión y demás compañía.
Por el oeste continúa la cadena de los Obarenes hacia Pancorbo y La Rioja. Eso, por no irnos hasta los más difusos montes alaveses y navarros, entre brumas y destellos a contrasol.
Por el sur se extiende la llanura de La Bureba, debajo. A lo lejos se perfila la elegante silueta de la Sierra de La Demanda, con todos sus picos en formación de ceremonia. No están cerca, pero como si sí.
Por el oeste se prolonga la dentada espina dorsal de los Obarenes hasta la Mesa de Oña. A un lado deja la meseta; al otro, los pliegues del Sistema Cantábrico. Digno de verse.
(5) Las Emociones:
Con todo ese carrusel de variedades, se puede disfrutar de un espectáculo y una experiencia completos. El coste de la entrada es, únicamente, el esfuerzo en subir.
Y ni siquiera eso, porque en el propio esfuerzo hay recompensa. En el esfuerzo, en el aferrarse a la tierra y las rocas, y en la tensión y los temores durante el ascenso (ver Anécdota).
Precisamente, el contraste entre ellos, antes, y la levitación y el sosiego, después, constituye una fuente de satisfacción; de exaltación, incluso. Curiosa aleación.
ANÉCDOTA
Antes de hacer la ruta, leí la crónica de dos montañeros/senderistas experimentados y de confianza, a juzgar por su productividad, la calidad de sus rutas, el esmero en sus descripciones (…y el número de seguidores).
Uno de ellos dice:
“... Aviso que la subida es muy dura. No es larga, pero cuesta Dios y ayuda”. Y, luego, para enfatizarlo: “Ruta corta, pero con una subida muy dura hasta la parte de arriba del cordal. El resto de la ruta es un paseo”.
El otro (éste la hizo en sentido inverso) añade:
“El regreso fuera de senda [se refiere a desde el Cantoña, aclaro yo] se nos hizo dificultoso y accidentado, por lo cual no lo recomendamos a no ser que se busque el descenso en la modalidad ‘jabalí xtrem’ (término inventado)".
Y, luego: “(Hay) tramos de cornisa que te pueden complicar la jornada. Evítalo buscando alternativas experimentadas con 100% de garantía de éxito, o simplemente, deshaciendo el camino andado, menos aventurado pero más seguro”.
Después de esto, el alma se me quedó en un puño (aunque no se escabulló). Decidí ir sólo (para ‘sufrir’ la ruta toda para mí). --“Mira, que quede aquí, en casa, al menos uno de nosotros para cuidar (del futuro) de la prole”.
”Escucha” (me dije, esto ya a mí mismo; y me lo puse más ‘negro’):
* “¿Y si, además de esos tramos malos, hoy hace viento en las zonas altas?”. Ese difícil (y peligroso) trago ya lo habíamos vivido en otras ocasiones.
* “¿Y si el terreno está todavía mojado (y, por tanto, es aún más inestable)?”. De hecho, había estado lloviendo varios días, incluido el anterior.
.../… ¡Pero fui! Emocionado y expectante. ‘Acongojado’ es otra forma de decirlo.
“Si te dicen que caí, que sepas que lo hice sacando pecho, con la frente alta, la mirada firme, frotándome las manos, y con las comisuras de los labios hacia arriba”.
“Ah, y afrontando primero lo difícil: la subidona y los pasos estrechos. ... Por si hay que deshacer el camino, que el amargo tramo de regreso sea más corto”.
.../… Y llegó la sorpresa... Y fue creciendo. Y fui creciéndome yo con cada paso. Ya estoy en La Maya. Todavía contenido, sin cantar victoria. Cercano el Cantoña, más arriba, impresionaba su todavía más agreste y oscura (al contrasol) figura.
Bajo al collado de La Planadilla. Veo un poste del PR-BU-224, que viene de la cara norte de la sierra. Hay un hilo de sendero hacia el Cantoña. Las baterías se me siguen cargando de confianza.
“No lo mires, no mires arriba, al Cantoña, que amedrenta. Tampoco al fondo de uno y otro lado de la cresta. Sólo a tus pies, al senderín”. Paso a paso. Con cuidado.
…/… Por fin... Estoy en ‘las’ cumbres: la del Cantoña... y la mía. A eso se le llama gozar de la vida: al contraste y el tránsito de la ‘congoja’ a la euforia.
No había sido objetivamente para tanto. Pero fue estupendo pensar que sí, mantener la intriga, darle color emocional al día, y decir: “!Hecho!”. “Siguiente meta, próximo reto...”.
Sólo me faltó aporrearme el pecho con los puños. ...Y masajearme el ego. No lo hice. Bueno, quizá en una pequeña dosis. Inmerecidamente (pero allí nadie se daría cuenta).
Envié un whatsapp (y una foto adjunta sobre el apacible valle entre el Cantoña y el Humión): “Mira, ya está lo difícil.... Despreocúpate de lo de la prole”.
Waypoints
Panorama
3,029 ft
7
Panorama
4,350 ft
16
Panorama
4,378 ft
22
Panorama
4,416 ft
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Panorama
4,016 ft
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