MONTES EL BARDAL, ENDINO Y LA TABLA DESDE VILLAESCUSA.

CONOCEMOS LAS MONTAÑAS DE CASTILLA Y LEÓN Y CANTABRIA.
Esta ruta se ubica fuera de los límites de nuestra Comunidad Autónoma. Tenemos que llegar al sur de Cantabria y más concretamente adentrarnos en la comarca de Campoo-Los Valles.
Los integrantes del grupo Gabanceda partimos del pequeño pueblo de Villaescusa para recorrer tres montes: el Bardal, el Endino y la Tabla.
Temprano iniciamos la marcha en dirección sur, con niebla en las cumbres y terreno muy embarrado por las últimas lluvias. A poco de comenzar a caminar ya intuimos que vamos a tener algunas dificultades añadidas: las múltiples vallas de alambre y las amplias zonas de matorral compuesto principalmente por brezos y aulagas.
Superando estas primeras dificultades nos introducimos en un bosque de robles donde el suelo, cubierto de hojas, nos permite caminar con más facilidad. Superado esta primera masa arbórea, nos encontramos con otro bosque, ahora de hayas, igualmente atractivo a pesar de carecer de hojas los árboles, algo normal en esta estación.
A buen ritmo alcanzamos de nuevo una pista que en pocos metros abandonamos para ascender en vertical en un pequeño tramo por un terreno ocupado por un tendido eléctrico de alta tensión. De nuevo nos vemos obligados a salvar otra valla.
Superado este tramo nos encontramos en la loma del monte el Bardal y en el camino de Cantopinado.
Desde ahora y hasta llegar al Endino, la niebla y el viento van a intervenir para no dejarnos disfrutar de pleno del recorrido. A pesar de ello no pudieron impedir que sintiéramos gran satisfacción al ver salir del suelo los primeros jacintos de un amarillo rabioso así como algunas otras pequeñas flores que alegraban la pradera.
El camino mencionado nos conduce hasta la peña Castillejo, lugar en el que paramos muy poco debido al fuerte viento y la niebla que nos impedía ver el paisaje.
En 1 km conseguimos llegar al Andino, cumbre más alta de la jornada. Parece que la suerte nos acompaña un poco. La niebla se disipa por momentos y nos abre alguna ventana hacia las sierras del Cordel y de Híjar. Aprovechamos para observar las montañas nevadas de la sierra del Cordel, ya visitadas por el grupo: el pico Cordel, el cueto Iján, el pico Cordela, el cueto de la Horcada, el pico Bóveda y el pico Cornón. También podemos apreciar por momentos el verde valle que tenemos a nuestros pies donde destaca las poblaciones de Villaescusa y Reinosa con el embalse del Ebro destacando por el color azulado de sus aguas.
La niebla vuelve y con ella el frío se intensifica. Nos ponemos en marcha para buscar la vía de bajada. Nos encontraremos con las dificultades propias de los lugares donde el ganado ya no frecuenta estos pastizales y el matorral se ha hecho dueño y señor de los senderos. Hasta alcanzar la pista tendremos que caminar con cuidado aprovechando lo que queda de las antiguas veredas de vacas y caballos, ahora cubiertas por los brezos.
Con las molestias propias del tránsito de estas zonas de matorral conseguimos llegar a la pista donde tomamos un rumbo E-SE. Durante este largo tramo de pista volvemos a disfrutar de la ruta. Ahora la niebla ha desparecido y ello nos permite observar el bosque con mayor detalle. Nos llama la atención algunos ejemplares de roble, un pequeño bosquete de abedules y algunos ciervos y corzos que " corren que vuelan" como dice la canción.
Al terminar el tramo de pista nos desviamos hacia E, aún dentro del robledal, siendo sorprendidos por el fugaz paso de ciervos y gamos. Esta parte discurre sin mayores problemas. Al salir del bosque nos encontramos con una extensa masa de aulagas y las antiguas veredas trazadas por los animales totalmente desaparecidas. Sí o sí tenemos que superar esta dificultad. Con la certeza que la dirección es la correcta comenzamos a caminar por encima de "una cama de pinchantes aulagas" y sufrir durante un rato. La ropa adecuada y las polainas que llevamos nos ayudan en el paso de este tramo, agravado por otra valla de alambre.
Una vez superada esta parte de la ruta conseguimos alcanzar, de nuevo, la pradera donde caballos y vacas pastan y mantienen a raya las aulagas, brezos y otros matorrales. No debemos olvidar que el ganado "limpia el monte".
En muy poco tiempo estamos, de nuevo, en Villaescusa y en el observatorio de los nidos de numerosas cigüeñas en la copa de los árboles. Merece la pena contemplar estas preciosas y limpias aves en estos lugares.
Ruta sin ninguna dificultad técnica, sí por las masas de matorral por las que tenemos que pasar en la vuelta del Endino. Aconsejable hacerla en primavera o verano donde los bosques se encuentran en todo su esplendor.