Montoro. Algallarín. Adamuz. Villafranca de Córdoba
near Montoro, Andalucía (España)
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Trail photos
Itinerary description
Salimos desde las cercanías de la Plaza de Toros de Montoro, buscando el Puente Nuevo, el cual atravesamos. Giramos a la izquierda buscando la Vereda de la Viñuela, un precioso camino que nos lleva desde Montoro hasta la Presa del Arenoso en tolerable ascenso. La parte más interesante de la vereda (y más dura) comienza después del Descansadero de Benigna. Entramos entre la linde de dos fincas (los propietarios se han encargado de que tengamos claro que no debemos entrar a su propiedad tendiendo cables electrificados, a pesar de no haber ganado a la vista) y es entonces cuando la belleza del camino se eleva al cuadrado. A pesar de ser un camino muy bonito, no parece ser demasiado transitado por los vecinos pues la vegetación va ganándole partido a la vereda. En cualquier caso es paso es claro y fácil, pero el piso se hace complicado a veces, pues el agua de escorrentía ha hecho de las suyas con las últimas lluvias.
Llegamos a la presa del Arenoso y la atravesamos por encima. Las vistas al embalse son muy bonitas y, al otro, al valle del Guadalquivir. Más o menos a la mitad de la presa, sale una carretera a la izquierda a la que una valla trata de cortar el paso, aunque puede pasarse sin problemas detrás del quitamiedos. Tengo que indicar que me crucé con un guarda de la presa en este tramo asfaltado, pero cuando le indiqué que iba hacia la ribera del Arenoso, a la que llegaría a través del olivar, no puso ningún impedimento y me dejó continuar sin más problema.
Como acabo de mencionar, hay que llegar a la ribera del Arenoso atravesando 10-20 metros por un olivar en pendiente. Hay que sentarse un poco al llegar a la cuneta para alcanzar la pista que baja paralela al arroyo. Esta parte es una de las más bonitas de la ruta. ¡¡¡¡OJO!!!! Esta parte puede inundarse si hay un desembalse de la presa, pero no es habitual que esto suceda y, además, hay escape sin ningún problema hacia los cultivos de la derecha. La pista ancha baja paralela al arroyo, que en ningún caso es vadeable, que va a morir al Guadalquivir. El camino es muy arcilloso, por lo que debe evitarse si ha llovido mucho en los días previos. Tras un par de de kilómetros, el Arenoso se junta con el Guadalquivir y nosotros, en este punto, giramos hacia la derecha para coger la carretera que nos lleva a Algallarín. Esta carretera es GR-48.
Algallarín es un pedanía de Adamuz, que se cruza en un cuarto de hora. Si no llevas tanta prisa como yo llevaba, puedes desayunar en el Mesón El Zapatero, te tratarán bien. Una vez fuera de la aldea, busco el Camino del Algallarín, donde se me vuelve a unir el GR-48. Esta parte del camino es la más monótona de toda la ruta, olivos y olivos. Pero, curiosamente, me esperaba también la mayor aventura del día: el Arroyo de Pedro Gil bajaba tan crecido que fue me imposible vadearlo. Así que no me quedó más remedio que descalzarme y pies al agua helada. El camino aún se vuelve más feo cuando llegamos a la carretera, pero pronto alcanzamos Adamuz, sitio perfecto para descansar y tomar un refrigerio. Yo aconsejo el Restaurante Chaparro si quieres llenar bien el estómago.
Salgo del pueblo por el Sendero del Molino del Gollizno (Ruta del Agua), al cual llegamos enseguida. Se trata de las ruinas de un antiguo molino del que se conserva la presa, de la que mana un pequeño salto cuando el Arroyo del Concejo trae agua. Seguimos la Ruta del Agua hasta el Azud de Calderetas y continuamos camino abajo hasta desviarnos, en una curva, para alcanzar la carretera de Villafranca, la cual cruzamos buscando el llamado Sendero del Carpio, que baja paralelo al Arroyo Argamosilla. Este arroyo recibe las aguas residuales de Adamuz (de hecho es llamado por los lugareños el Arroyo de la Mierda) y pierde belleza aunque no nos dio olor, ni siquiera al pasar por la EDAR del pueblo. Poco después el sendero vira hacia la derecha, pero al rato nosotros lo abandonamos para entrar en un olivar buscando el Tamujoso. Merece la pena acercarse algo más al Tamujoso de lo que yo lo hice, pues este crea un modesto cañón y gira loco describiendo muchos meandros muy llamativos ( ver Miradores y Cañón del Tamujoso ). Yo acorté por el olivar buscando el Merendero de Adamuz, otro buen sitio para parar un rato.
Desde aquí cruzamos de nuevo la carretera de Villafranca buscando el Puente de las Grajas, que la antigua carretera usaba para salvar el Tamujoso. Desde aquí se empieza la subida a la Sierrezuela. La primera parte se hace por la carretera antigua y es bastante bonita, pues el Tamujoso vibra al fondo de un barranco de riscos graníticos. De nuevo cruzamos la carretera para introducirnos de verdad en la Sierrezuela, en búsqueda de la Vereda del Carpio (en realidad es una pista), que cogemos unos metros hasta que, en una pronunciada curva a la derecha que coincide con el paso de un arroyuelo (normalmente seco), nos sale una veredilla a la izquierda que usamos para subir arriba de la Sierrezuela. Después de casi 30 km esta subida puede hacerse dura, pero es muy bonita pues se pasa por una de las partes más frondosas de la sierra. Ya arriba, otra vez en una pista, nos encontramos con un antiguo puesto de mando de la Guerra Civil con sus trincheras anexas.
Justo antes de llegar a un ensanchamiento de la pista, cogemos una pronunciada bajada hacia la izquierda que nos deja en una U de la antigua carretera. Volvemos a subir la loma para coger pronto la descendente Vereda de los Rafaeles, ya en los montes de Fuente Agria, y que baja casi paralela a la carretera. Esta vereda nos deja en el Camino de la Fuente Agria después de un par de kilómetros, a la vera del Arroyo del Frontón. Nosotros seguimos el camino hacia la izquierda durante unos metros para llegar, por fin, a Villafranca a la altura del cementerio.
Aproximadamente el 95% el track discurre por camino público. Solo quedan fueran los olivares cruzados y la bajada desde la presa al Arenoso.
En el siguiente Relive se puede ver mejor el perfil de elevación, pues el de Wikiloc está mal.
Llegamos a la presa del Arenoso y la atravesamos por encima. Las vistas al embalse son muy bonitas y, al otro, al valle del Guadalquivir. Más o menos a la mitad de la presa, sale una carretera a la izquierda a la que una valla trata de cortar el paso, aunque puede pasarse sin problemas detrás del quitamiedos. Tengo que indicar que me crucé con un guarda de la presa en este tramo asfaltado, pero cuando le indiqué que iba hacia la ribera del Arenoso, a la que llegaría a través del olivar, no puso ningún impedimento y me dejó continuar sin más problema.
Como acabo de mencionar, hay que llegar a la ribera del Arenoso atravesando 10-20 metros por un olivar en pendiente. Hay que sentarse un poco al llegar a la cuneta para alcanzar la pista que baja paralela al arroyo. Esta parte es una de las más bonitas de la ruta. ¡¡¡¡OJO!!!! Esta parte puede inundarse si hay un desembalse de la presa, pero no es habitual que esto suceda y, además, hay escape sin ningún problema hacia los cultivos de la derecha. La pista ancha baja paralela al arroyo, que en ningún caso es vadeable, que va a morir al Guadalquivir. El camino es muy arcilloso, por lo que debe evitarse si ha llovido mucho en los días previos. Tras un par de de kilómetros, el Arenoso se junta con el Guadalquivir y nosotros, en este punto, giramos hacia la derecha para coger la carretera que nos lleva a Algallarín. Esta carretera es GR-48.
Algallarín es un pedanía de Adamuz, que se cruza en un cuarto de hora. Si no llevas tanta prisa como yo llevaba, puedes desayunar en el Mesón El Zapatero, te tratarán bien. Una vez fuera de la aldea, busco el Camino del Algallarín, donde se me vuelve a unir el GR-48. Esta parte del camino es la más monótona de toda la ruta, olivos y olivos. Pero, curiosamente, me esperaba también la mayor aventura del día: el Arroyo de Pedro Gil bajaba tan crecido que fue me imposible vadearlo. Así que no me quedó más remedio que descalzarme y pies al agua helada. El camino aún se vuelve más feo cuando llegamos a la carretera, pero pronto alcanzamos Adamuz, sitio perfecto para descansar y tomar un refrigerio. Yo aconsejo el Restaurante Chaparro si quieres llenar bien el estómago.
Salgo del pueblo por el Sendero del Molino del Gollizno (Ruta del Agua), al cual llegamos enseguida. Se trata de las ruinas de un antiguo molino del que se conserva la presa, de la que mana un pequeño salto cuando el Arroyo del Concejo trae agua. Seguimos la Ruta del Agua hasta el Azud de Calderetas y continuamos camino abajo hasta desviarnos, en una curva, para alcanzar la carretera de Villafranca, la cual cruzamos buscando el llamado Sendero del Carpio, que baja paralelo al Arroyo Argamosilla. Este arroyo recibe las aguas residuales de Adamuz (de hecho es llamado por los lugareños el Arroyo de la Mierda) y pierde belleza aunque no nos dio olor, ni siquiera al pasar por la EDAR del pueblo. Poco después el sendero vira hacia la derecha, pero al rato nosotros lo abandonamos para entrar en un olivar buscando el Tamujoso. Merece la pena acercarse algo más al Tamujoso de lo que yo lo hice, pues este crea un modesto cañón y gira loco describiendo muchos meandros muy llamativos ( ver Miradores y Cañón del Tamujoso ). Yo acorté por el olivar buscando el Merendero de Adamuz, otro buen sitio para parar un rato.
Desde aquí cruzamos de nuevo la carretera de Villafranca buscando el Puente de las Grajas, que la antigua carretera usaba para salvar el Tamujoso. Desde aquí se empieza la subida a la Sierrezuela. La primera parte se hace por la carretera antigua y es bastante bonita, pues el Tamujoso vibra al fondo de un barranco de riscos graníticos. De nuevo cruzamos la carretera para introducirnos de verdad en la Sierrezuela, en búsqueda de la Vereda del Carpio (en realidad es una pista), que cogemos unos metros hasta que, en una pronunciada curva a la derecha que coincide con el paso de un arroyuelo (normalmente seco), nos sale una veredilla a la izquierda que usamos para subir arriba de la Sierrezuela. Después de casi 30 km esta subida puede hacerse dura, pero es muy bonita pues se pasa por una de las partes más frondosas de la sierra. Ya arriba, otra vez en una pista, nos encontramos con un antiguo puesto de mando de la Guerra Civil con sus trincheras anexas.
Justo antes de llegar a un ensanchamiento de la pista, cogemos una pronunciada bajada hacia la izquierda que nos deja en una U de la antigua carretera. Volvemos a subir la loma para coger pronto la descendente Vereda de los Rafaeles, ya en los montes de Fuente Agria, y que baja casi paralela a la carretera. Esta vereda nos deja en el Camino de la Fuente Agria después de un par de kilómetros, a la vera del Arroyo del Frontón. Nosotros seguimos el camino hacia la izquierda durante unos metros para llegar, por fin, a Villafranca a la altura del cementerio.
Aproximadamente el 95% el track discurre por camino público. Solo quedan fueran los olivares cruzados y la bajada desde la presa al Arenoso.
En el siguiente Relive se puede ver mejor el perfil de elevación, pues el de Wikiloc está mal.
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