Montoro: Cerro la Nava y Valle del Martín Gonzalo

Salgo de Montoro buscando el puente de madera para atravesar el Guadalquivir. Sigo por su lecho de inundación para buscar el GR48, al que se accede tras algo menos de un km por carretera, justo después de pasar el puente del Arroyo Martín Gonzalo. Subo por este camino hasta encontrar la carretera que va hacia la Ermita de la Fuensanta y que utilizaré durante varios km (sin apenas tráfico) para acercarme al Cerro de la Nava, cuyo vértice pretendo alcanzar. Para ello me desvío por una carretera asfaltada que lleva a un cortijo y a una casa rural (por lo que entiendo que es privada), pero es inevitable cruzar varios cientos de metros de olivar hasta alcanzar el vértice del Cerro la Nava, situado en lo alto de una antigua torre de telégrafos colonizada por una higuera. Desde arriba hay buenas vistas a las montañas de Jáen: Mágina, Jabalcuz, Pandera y Ahillos. Mejores serían si las asquerosas orujeras no contaminaran día y noche el aire del Valle del Guadalquivir.

Bajo del cerro directamente por el olivar en dirección norte, buscando otra carreterita con nulo tráfico, que realmente es el Camino Bajo de la Roza Alta según IGN. Después de pasar por el Molino de Puertas Nuevas, llego a una carretera de mayor entidad pero también bajísimo caudal de vehículos, y que sigo durante menos de un km, torciendo a la izquierda en la Finca de Pedrajas. Busco ahora el Molino de Valdelobillos, desde el cual se comienza la bajada al Martín Gonzalo, lo poco destacable de la ruta paisajísiticamente hablando. Cruzo el arroyo por un vado, pero trae agua. Con lluvias debe ser muy difícil cruzar por aquí. La pista comienza a ascender en pendiente constante, pero soportable, llegando hasta la N-420, donde busco un paso inferior para superarla. Al otro lado vuelvo sobre mis pasos en dirección al mirador, pero no se puede alcanzar por aquí porque la malla de protección de la nacional lo impide. Continúo por el camino que vira hacia Montoro y comienza a bajar apreciablemente. Se atraviesa en cortijo donde hay alguna malla rota o de baja entidad. Desde el cerro de bajada hay bonitas vistas de Montoro, que alcanzo al poco, usando el Puente de la Donadas para pasar a la parte antigua, donde destacan sus casas colgantes, mucho más numerosas que otras más famosas de nuestra geografía, y a las que les hace falta un buen lavado de cara. Cuidadas serían un gran reclamo para visitantes. Me aúpo al pueblo por la empinada Calle del Pinar para terminar esta circular por los alrededores de Montoro.