Murchas- Castillo de Lojuela- Melegís- Murchas

Esta ruta la comenzaremos en la localidad de Murchas donde aparcaremos el coche junto al consultorio médico.

Murchas se enclava en el margen derecho del río Torrente, a 662 m. de altitud. Sus aproximadamente 350 habitantes se dedican al cultivo de olivos, almendros y agrios.
Pertenece al municipio de Lecrín, formado por las localidades de Acequias, Béznar, Talará, Mondújar, Chite y Murchas.

Pasearemos por las calles de Murchas, pasando por la Plaza del Arzobispo y al final de la Calle Pedro Antonio de Alarcón llegaremos a un cruce donde se encuentran unos paneles informativos sobre la ruta al Castillo de Lojuela.

Entre plantaciones de naranjos y limoneros y con un fuerte aroma a cítricos nos iremos internando en la vega de Murchas en dirección al Castillo.

A la izquierda y en paralelo transcurre el Barranco de La Hojuela. Después pasaremos por el alojamiento rural La Finca del Castillo Árabe y Casa Amelia.

Seguidamente y a pocos metros llegaremos al Castillo de Lojuela. Es el único castillo de la "época Califal" en el Valle de Lecrín. Denominado castillo de Lojuela, hace mención a una población ya desaparecida, que se supone estaría en los entornos de la actual "Era de Lojuela" en el término de Murchas. Allí se han encontrado restos de algunas casas y de su cementerio árabe.

Los arqueólogos han datado el castillo en época musulmana temprana. Su construcción posiblemente se realizó sobre un yacimiento romano y un asentamiento prehistórico, que quedaron destruidos.

El castillo de Lojuela se organiza en dos espacios diferenciados, con un recinto amurallado de planta poligonal, al que se accede por la vaguada situada al oeste.
En el interior del recinto se aprecia una torre de gran tamaño, situada en la parte más elevada del cerro, con mampostería enlucida en su zona baja situada al este y refuerzo de sillería en la esquina. El resto de la torre es de tapial en cajones de encofrado de 76 cm. La torre tiene actualmente 9,85 x 7,85 metros.

Los lienzos de muralla subsistentes están construidos directamente sobre la roca, con forma escalonada. El mayor de los que se conservan, el de orientación norte, tiene 44 metros y está cubierto, en su coronación, por grandes piedras planas. En el exterior del recinto, se han encontrado numerosas maderas que se consideran restos de los encofrados originales. Los muros son de tapial terroso, con restos de cerámica prehistórica y romana.

Además de los restos defensivos, hay varios habitáculos que, posiblemente, sirvieron como refugio para personas y ganado en épocas de conflicto.

La gente del lugar le llama también Castillo de Lojuela, por encontrarse en este pago de labranza, aunque realmente es de la Hijuela (o acequia pequeña en árabe) y que debe su nombre al sistema de regadío que aun hoy en nuestros días se sigue usando.

Posiblemente asentado sobre un antiguo poblado íbero donde te puedes encontrar numerosos restos de cerámicas, sorprende que no tenga aljibe por lo que se cree que existe un túnel subterráneo que llevaría hasta el río.

El castillo fue edificado en el siglo XIII por Muley-Hazyn, durante las contiendas habidas con su hijo. En él buscó refugio después de una dura derrota en una batalla.

El Castillo de los Moros o Castillo de la Reina Zoraida, esposa del Rey Mulhacen, nombres por los que también se le conoce, se encuentra situado sobre uno de los dos únicos “arrecifes de coral” del Mioceno (hace 200 millones de años) que afloran en la provincia de Granada y donde podremos recoger fósiles de corales, moluscos, etc. amén de contemplar numerosos restos arqueológicos.

Una vez terminada la visita al Castillo descendernos por un pequeño sendero que serpentea ladera abajo y que nos adentra en una zona de arboleda densa; como podría haber estado en época musulmana; con granados, almeces, naranjos, limoneros, olivos, cañaverales e higueras. Nos da la impresión que detrás de cualquier recodo aparecerá Mohamed.

Al llegar al fondo del barranco veremos un magnífico y antiquísimo acueducto (vestigios de los pobladores romanos)en perfecto estado de conservación (llamada la Acequia de los Arcos, por los arcos del acueducto), de hecho aún se sigue utilizando para el riego de la vega de la localidad y la del cercano pueblo de Melegís.

Seguimos el descenso; ahora por unas plantaciones de cítricos y aguacates de reciente plantación; y por el cauce del arroyo de este barranco llegaremos a un carril que nos conducirá a la localidad de Melegís. Situado en la vertiente izquierda de río Torrente, da la impresión de un pueblo llano al extenderse sobre una plataforma de la zona oriental del valle.

Algún autor indica que Melexis significa “alegría”. De ser así sería el pueblo que le prestó el nombre al valle conocido con este apelativo.

Debió ser un lugar importante y rico desde los primero momentos de la ocupación musulmana en Andalucía, por estar enclavado en una zona agrícola abundante en agua, que venía desde Cónchar a través del acueducto romano de los Arcos.
Igualmente debió de ser muy conocido y apreciado por los reyes granadinos, ya que las luchas civiles por el poder entre las dinastías Ibn Al-Ahmar y Abencerrajes, la corte de Granada residió en Melexix, durante ese período de agitaciones en la capital.

En la mitad del siglo XIX contaba con 415 habitantes que trabajaban en la producción de aceite, vino, trigo, cebada, maíz, habas, naranjas, limones y otras frutas. Disponía de tres molinos de aceite y uno harinero.

Después de cruzar el Río Torrente nos dirigiremos al restaurante Los Naranjos para retomar fuerzas para seguir el camino.

En Melegís iremos a ver la Iglesia de San Juan Evangelista, actual monumento nacional de estilo mudéjar y renacentista.

En la puerta de la iglesia se puede ver un olmo quincentenario. Otros lugares de interés que se pueden visitar son el lavadero público, la fuente y multitud de casas blasonadas (s. XVIII) entre los que destacan escudos de Los Pineda, Sáenz-Diente y Miras y Calafor. También veremos la entrada de la Fábrica Aceitra La Sagrada Familia.

Después saldremos de la localidad, tras una breve equivocación, por su parte alta y por un carril que nuevamente entre naranjos y limoneros nos conducirá a las inmediaciones del Molino del Azahar. Es una construcción enclavada en el Valle de Lecrín, rodeado por un mar de azahares, regalando al visitante una experiencia inolvidable por el entorno natural único y unas vistas incomparables.

Siguiendo por el carril llegaremos a un punto en que una gran cancela de un cortijo impide nuestro paso. Rodearemos el cortijo ascendiendo unos metros para bordear la finca por la derecha. Bajaremos hasta la pista que circula junto al Río Torrente y continuaremos por ella entre numerosos cultivos; saboreando unas nueces que encontramos bajo un Nogal del camino.

Al finar del camino cruzaremos el río por el puente llegando a nuestro punto de partida el consultorio de Murchas.