Nabaín ó Santa Marina 1798 m. desde Ascaso
near Ascaso, Aragón (España)
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Trail photos
Itinerary description
Ascensión a la muy panorámica cima del pico Nabaín ó Santa Marina, en honor a la ermita que hubo en la cumbre y de la que se conservan pocos restos.
DESCRIPCION DE LA RUTA:
En la misma entrada al estrecho casco urbano de Ascaso dejaremos el vehículo estacionado, ya que no se puede aparcar en la calle única.
Se sigue la carretera en sentido descendente para, en la curva y por la derecha, tomar la senda que literalmente "trepa" por la ladera en busca de la parte alta del gran anticlinal que forma toda la montaña de Nabaín.
A continuación veremos que la senda es en realidad una parte despejada entre los arbustos a modo de canal bastante empinada. Debido a las bajas temperaturas y a la lluvia de ayer encontramos bastante hielo de manera que nos costó subir hasta el enlace con la senda superior, que continua sobre el mismo tipo de terreno (placa) pero pudiendo progresar por las zonas con arbustos y esquivando las partes donde hay más humedad y por consiguiente hielo (verglás)
Con la vista al frente observamos la gran montaña del Nabaín en cuya cumbre hay nieve. Era lo esperado y lo deseado ya que la cima es mucho más bonita nevada.
El recorrido de ascenso sigue siendo muy curioso, es como una gran placa inclinada de arenisca dura en la que crecen pobres arbustos de las grietas. El andar es comodísimo pese a la fuerte pendiente, permitiendo ganar mucho desnivel en poco tiempo.
Mientras avanzamos esquivando matorrales y siguiendo los mojones que los sortean observaremos una curiosa prominencia terrosa que se rodea por la izquierda, seguimos progresando ahora por la derecha de una especie de cresta entrando en un terreno donde el manto de boj se hace más denso .
Mientras andamos tranquilamente nos sorprenderán unos enormes acantilados que se descuelgan hacia el congosto de Jánovas, las vistas son fabulosas y atraen sin querer la mirada. Es un buen lugar donde hacerse fotos, pero mucho más hoy ya que se está formando un gran mar de niebla en los fondos de los valles a la vez que el Sol domina las cumbres del Pirineo y entre ellas el pico que ascendemos.
El sendero continúa cerca del borde en pequeñas lazadas para sortear tanto los matorrales mas frondosos como el propio acantilado (con sus entrantes y salientes) lo que requiere cierta atención.
Cuando la senda se aparta del corte rocoso la pendiente cede un poco, entonces el boj es sustituido en parte por un gran manto de erizón que está cubierto de nieve. Allí mismo encontramos un cartel indicativo de la senda de Jánovas por las Carboneras.
El último repecho continúa entre grandes masas de erizones y matorrales de boj muy tupidos hasta alcanzar el Pico Nabaín, con los restos de la ermita de Santa Marina en la cima.
El paraje es sobrecogedor puesto que estamos en uno de los lugares mas panorámicos del Pirineo. Las cumbres nevadas son una increíble postal que gracias a la temprana hora del día permitió hacer unas fotos preciosas.
Precisamente por el buen sol que nos daba y viendo el mar de nubes (niebla) en los valles, pensamos que mejor echamos aquí un bocado y nos descansamos bien porque es más que merecido y que no hace falta correr para ver la niebla desde dentro.
En el regreso ya no había hielo y pudimos bajar con tranquilidad y sin incidencias.
DESCRIPCION DE LA RUTA:
En la misma entrada al estrecho casco urbano de Ascaso dejaremos el vehículo estacionado, ya que no se puede aparcar en la calle única.
Se sigue la carretera en sentido descendente para, en la curva y por la derecha, tomar la senda que literalmente "trepa" por la ladera en busca de la parte alta del gran anticlinal que forma toda la montaña de Nabaín.
A continuación veremos que la senda es en realidad una parte despejada entre los arbustos a modo de canal bastante empinada. Debido a las bajas temperaturas y a la lluvia de ayer encontramos bastante hielo de manera que nos costó subir hasta el enlace con la senda superior, que continua sobre el mismo tipo de terreno (placa) pero pudiendo progresar por las zonas con arbustos y esquivando las partes donde hay más humedad y por consiguiente hielo (verglás)
Con la vista al frente observamos la gran montaña del Nabaín en cuya cumbre hay nieve. Era lo esperado y lo deseado ya que la cima es mucho más bonita nevada.
El recorrido de ascenso sigue siendo muy curioso, es como una gran placa inclinada de arenisca dura en la que crecen pobres arbustos de las grietas. El andar es comodísimo pese a la fuerte pendiente, permitiendo ganar mucho desnivel en poco tiempo.
Mientras avanzamos esquivando matorrales y siguiendo los mojones que los sortean observaremos una curiosa prominencia terrosa que se rodea por la izquierda, seguimos progresando ahora por la derecha de una especie de cresta entrando en un terreno donde el manto de boj se hace más denso .
Mientras andamos tranquilamente nos sorprenderán unos enormes acantilados que se descuelgan hacia el congosto de Jánovas, las vistas son fabulosas y atraen sin querer la mirada. Es un buen lugar donde hacerse fotos, pero mucho más hoy ya que se está formando un gran mar de niebla en los fondos de los valles a la vez que el Sol domina las cumbres del Pirineo y entre ellas el pico que ascendemos.
El sendero continúa cerca del borde en pequeñas lazadas para sortear tanto los matorrales mas frondosos como el propio acantilado (con sus entrantes y salientes) lo que requiere cierta atención.
Cuando la senda se aparta del corte rocoso la pendiente cede un poco, entonces el boj es sustituido en parte por un gran manto de erizón que está cubierto de nieve. Allí mismo encontramos un cartel indicativo de la senda de Jánovas por las Carboneras.
El último repecho continúa entre grandes masas de erizones y matorrales de boj muy tupidos hasta alcanzar el Pico Nabaín, con los restos de la ermita de Santa Marina en la cima.
El paraje es sobrecogedor puesto que estamos en uno de los lugares mas panorámicos del Pirineo. Las cumbres nevadas son una increíble postal que gracias a la temprana hora del día permitió hacer unas fotos preciosas.
Precisamente por el buen sol que nos daba y viendo el mar de nubes (niebla) en los valles, pensamos que mejor echamos aquí un bocado y nos descansamos bien porque es más que merecido y que no hace falta correr para ver la niebla desde dentro.
En el regreso ya no había hielo y pudimos bajar con tranquilidad y sin incidencias.
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