Navamediana Refugio Cuerda Copete Meapoco Belesar Picurucho vuelta por Garganta Bohoyo Circular pernocta verano
near Navamediana, Castilla y León (España)
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Itinerary description
Navamediana Refugio Cuerda Copete Meapoco Belesar Picurucho vuelta por Garganta Bohoyo Circular pernocta verano.
Y allí estaba, en un refugio a 2100 metros tapado hasta las orejas y pasando frío en pleno mes de Julio...
Había decidido ir a Gredos a perderme el fin de semana viendo a nadie, eso es, sólo escuchar la voz de Maese Viento, que te habla y te susurra cuando apuras y disfrutas tu soledad...
Y mi plan inicial era dormir entre rocas de una cumbre llamada Belesar a más de 2400 metros de altura, pero la intensidad de Maese Viento y la sensación térmica muy desagradable me hicieron recapacitar y decidir el renuncio de mi techo de mil estrellas por un techo de refugio más cálido y acogedor.
Gran renuncia pero allí estaba en el refugio de Regato largo rodeado de Piornos que me provocaban el estornudo y la congestión nasal continuamente, maldita alergia, y en mi ocio tapado de nubes celestiales me percaté en poco tiempo que allí estaba una vez más...
Allí estaba, en silencio, frente a mí, con su cuerpo redondeado de astro rey, mirando con atención a las nubes, como temiendo en sumergirse en su ocre abrazo, y de colores se iba impregnando, y de destellos se iban resbalando, los segundos colgados del cielo, ataviando de tonos rojizos y gualdas, de tonos ocres y dorado trigo, lentamente, suavemente, me susurraba silencio, me contaba sin palabras el nuevo crepúsculo que me dejaría a oscuras..., una vez más.
Y no terminaba de llegar la noche, astro sol desapareció ahogado en una bruma de nubes y montañas lejanas, disipado en el horizonte, mientras que decidí de entrar en mi refugio pues mis manos gélidas no soportaban más...
Y dentro del refugio con un ventanuco por el que se veía el cielo pálido y oscurecido, con la puerta atrancada pues sólo se podía cerrar con un pestillo desde fuera, motivo de cierta perturbación de pensar en quedar encerrado en la cabaña si alguien lo cerraba desde fuera...
Pero no había nadie, absolutamente nadie, salvo Maese Viento, que soplaba, y soplaba, y volvía a soplar, haciendo crujir las maderas y me contaba pequeñas historias de sitios embrujados que no te dejan dormir de noche por ciertos espíritus celosos de la soledad de la montaña, y parecía que esa cabaña lúgubre y oscura podía ser uno de ellos...
Pero no fue así, poco a poco, mis oídos se fueron acostumbrando al bramido impetuoso de Maese Viento contra las maderas del refugio que me daban su protección, protección al fin y al cabo y por muchos espíritus que se pudieran esconder en la oscuridad, me quedé dormido muy acurrucado en la calidez de mi saco...
Y allí estaba, en un refugio a 2100 metros tapado hasta las orejas y pasando frío en pleno mes de Julio...
Había decidido ir a Gredos a perderme el fin de semana viendo a nadie, eso es, sólo escuchar la voz de Maese Viento, que te habla y te susurra cuando apuras y disfrutas tu soledad...
Y mi plan inicial era dormir entre rocas de una cumbre llamada Belesar a más de 2400 metros de altura, pero la intensidad de Maese Viento y la sensación térmica muy desagradable me hicieron recapacitar y decidir el renuncio de mi techo de mil estrellas por un techo de refugio más cálido y acogedor.
Gran renuncia pero allí estaba en el refugio de Regato largo rodeado de Piornos que me provocaban el estornudo y la congestión nasal continuamente, maldita alergia, y en mi ocio tapado de nubes celestiales me percaté en poco tiempo que allí estaba una vez más...
Allí estaba, en silencio, frente a mí, con su cuerpo redondeado de astro rey, mirando con atención a las nubes, como temiendo en sumergirse en su ocre abrazo, y de colores se iba impregnando, y de destellos se iban resbalando, los segundos colgados del cielo, ataviando de tonos rojizos y gualdas, de tonos ocres y dorado trigo, lentamente, suavemente, me susurraba silencio, me contaba sin palabras el nuevo crepúsculo que me dejaría a oscuras..., una vez más.
Y no terminaba de llegar la noche, astro sol desapareció ahogado en una bruma de nubes y montañas lejanas, disipado en el horizonte, mientras que decidí de entrar en mi refugio pues mis manos gélidas no soportaban más...
Y dentro del refugio con un ventanuco por el que se veía el cielo pálido y oscurecido, con la puerta atrancada pues sólo se podía cerrar con un pestillo desde fuera, motivo de cierta perturbación de pensar en quedar encerrado en la cabaña si alguien lo cerraba desde fuera...
Pero no había nadie, absolutamente nadie, salvo Maese Viento, que soplaba, y soplaba, y volvía a soplar, haciendo crujir las maderas y me contaba pequeñas historias de sitios embrujados que no te dejan dormir de noche por ciertos espíritus celosos de la soledad de la montaña, y parecía que esa cabaña lúgubre y oscura podía ser uno de ellos...
Pero no fue así, poco a poco, mis oídos se fueron acostumbrando al bramido impetuoso de Maese Viento contra las maderas del refugio que me daban su protección, protección al fin y al cabo y por muchos espíritus que se pudieran esconder en la oscuridad, me quedé dormido muy acurrucado en la calidez de mi saco...
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