Nazaré y Sitio. Farol de Nazaré.

Nazaré es un lugar muy conocido entre los surfistas del mundo. En este lugar se forman algunas de las olas más altas del mundo e, incluso en momentos de mar más tranquilo, se puede disfrutar de buenos momentos para la práctica de ese deporte. Pero Nazaré es mucho más que eso. Al norte de la ciudad se encontrará los bosques más extensos de Portugal, y a ambos lados del promontorio rocoso que recibe el nombre de Sitio de Nazaré se encuentran grandes arenales de notable belleza.
La ciudad aglutina tres barrios. A Praia, el más poblado, turístico y relativamente moderno, está al sur, en la costa, y su parte más notable es el Bairro dos Pescadores, donde aparte de multitud de restaurantes se concentran las tiendas de recuerdos y los hoteles; más al su está el Puerto. Sobre el promontorio antes citado está O Sítio, donde se encuentra algunos monumentos interesantes, como la Iglesia de Nossa Senhora de Nazaré o la Ermita de la Memória, el Museo Joaquim Manso o el Faro. Entre el Sitio y la Playa hay un tren cremallera que permite un cómodo acceso a quienes no quieran subir andando o en coche. El tercer barrio, el más antiguo, es Pederneira, está algo alejado del mar y es el menos visitado por los turistas; en el se encuentra una iglesia del siglo XVI (de la MIsericordia), y al lado hay un interesante mirador.
Tenemos previsto cenar aquí, para poder disfrutar de la puesta del sol, así que llegamos a media tarde, dejamos el coche aparcado en A Praia, y comenzamos a caminar por la Avenida da República en dirección al Sitio. Al final del camino giramos a la derecha, para continuar por a Rua do Elevador, para luego continuar en dirección a una pequeña plaza, donde comienza un camino de tierra, con abundantes escalones, que asciende por la Ladera do Sitio. Durante la subida se disfruta de excelentes vistas en muchos puntos, aunque hay un par de miradores específicos. Pronto se llega a la parte alta, donde salimos a la Rua do Horizonte, nombre que sugiere las grandes vistas que el lugar tiene. Pasamos por encima del final del recorrido del tren cremallera y pasamos por otro mirador, antes de girar a la derecha y llegar a la Rua 25 de Abril, donde están situados los monumentos principales. Al lado de la Capilla de la Memoria está el, tal vez, mirador más impresionante, que recibe el nombre de Miradouro do Sitio de Nazaré.
Seguimos adelante por la Estrada do Farol, pasando por otros miradores y un aparcamiento, y encontramos una limitación de paso a vehículos, por algún tipo de actividad depórtiva. Seguimos adelante y poco después encontramos una curiosa estatua de un surfista con cabeza de ciervo. Ahora ya tenemos buenas vistas hacia el norte, mucho más suave que los cortados situados a nuestra izquierda, donde destaca una larga playa de excelente arena en la que rompen las olas que han dado fama a Nazaré, y que está bordeada por una pista para peatones y ciclistas, que permiten extender la ruta cuanto se desee. Al inicio de la playa, en la roca, se encuentra las Grutas do Forno de Orca, visitables en bajamar, si el estado del mar lo permite.
Nosotros seguimos adelante, bajando, hasta llegar al faro (Farol de Nazaré), una estructura fortificada, al estilo Vauban, que ocupa el promontorio más alejado, con bonitas vistas. Al pie del fortín, por la derecha, se encuentra un acceso que permite bajar hacia la Playa, al lado de las Grutas. Si se escoge ese camino de vuelta es posible volver más adelante a la Estrada do Farol, o si se prefiere seguir más adelante, hacia la Rua Monsenhor José Fialho, a través de la cual se alcanza el Sitio tras un rodeo moderado.
Nosotros volvemos directamente por la Estrada do Farol, y aprovechamos la vuelta para ver la Capilla, la Iglesia, el Hospital y el Teatro, antes de volver hacia el sendero que baja desde el Sitio hacia A Praia, a donde llegaremos por una calle distinta para así conocer más lugares de la población, finalizando la ruta en el lugr donde hemos quedado para cenar.
En conjunto una bonita ruta, con impresionantes vistas, que se puede ampliar considerablemente, para visitar lugares vecinos que se han citado, u otros. Aunque el suelo está, en general, en buenas condiciones, las cuestas aconsejan llevar calzado de montaña y tambien conviene tener cuidado en miradores y lugares donde se puede resbalar.