Ni Peras ni Manzanas

Aunque lleven ese nombre dos de las masías por las que andaremos no es lo que venimos buscando. Pasaremos por otras formaciones vegetales de gran interés, sabinares, rebollares con acirón, pinares con rebollos, acabando por un carrascal.
Rodearemos el Cerro Montero utilizando los Caminos de la Val y del Manzano, uniendolos por el Collado de la Val.
Salimos del Ventorrillo y tomamos el Camino de la Val, que comienza cruzando una gran cantera. Después de un pequeño collado donde dejamos un caseto a la izquierda baja al lecho de la Rambla.
En este tramo va entre campos de cereal rodeados de sabinas.
A partir del Corral del Arco, entramos en el barranco de la Val, se va estrechando el cauce, desaparecen los campos y crecen las laderas, de manera que se forma un agradable cañon, siempre rodeados de sabinas.
Nuestro cicerone Alberto (Narviteruel) nos enseña su caseto antes de llegar a la zona del pozo de San Anton, con algunos grandes sauces en un rincón bastante húmedo.
Estamos a la puertas de la Masía de la Val, donde hay una ganaderia de reses bravas y se esconde el Pino Ygual.
Retrocedemos hasta el cruce con paletas indicadoras de senderos para tomar el camino que sube al collado.
Al principio la pendiente es suave, cuando tomamos la trocha directa aumenta, pero no es en ningún momento excesiva.
En el collado desestimamos el sendero que sigue subiendo hacia Pelamozos para empezar a bajar hacia las Masias del Peral y del Manzano.
Aquí hemos cambiado de vertiente y de tipo de vegetación. Del sabinar que dejamos atrás a un espeso rebollar con acirones en una bajada suave y tendida.
Conforme descendemos va cambiando la vegetación, van apareciendo los pinos hasta convertirse en un pinar que cobija a los quejigos y a los acirones.
Vamos por un estrecho valle con el fondo ocupado por la Masía del Peral y sus campos labrados. La ladera derecha es un espeso pinar, a la izquierda tenemos un bosque mixto de quejigos y carrascas, con algunos esbeltos pinos negrales que sobresalen.
Aunque en los diferentes tramos las sabinas coexisten con el resto de especies, entre las dos masias empiezan a aparecer grandes ejemplares que jalonan el camino.
Poseen formas que denotan su uso continuado para diferentes fines, con unos troncos tortuosos y torturados.
En un pequeño alto antes de la Masía del Manzano pasamos por la más espectacular de la ruta de más de seis metros de circunferencia y varios brazos que se abren desde el suelo.
Antes de llegar al Pozo del Manzano aún tendremos la sorpresa de dar con el acirón más grande del día, un ejemplar en horquilla y cuatro metros de perimetro.
La Masía del Manzano está en un pequeño alto con unas vistas hacia la Sierra de Gúdar y el Peñagolosa impresionantes.
Las diferentes construcciones están en ruinas, Masía, escuelas, errmita, pajar, etc.
Tras merodear entre las edificaciones bajamos al camino para volver al Ventorrillo.
Solo lo abandonaremos para realizar el único tramo monte a través de la ruta. Iremos en búsqueda de un pino negral que nació sobre una sabina a la que ha acabado matando.
El último tramo de la ruta discurre por un agradable carrascal que pasa por la entrada de la Masía de la Casa Blanca. Un poco más adelante acabamos en el GR 8, que tomamos antes de pasar por encima del ferrocarril.
Bajamos a la vía Verde y por el puente del Chispo salvamos la Rambla de Peñaflor, ya sólo nos falta pasar por el fielato de la cantera para llegar a los vehículos.
Aunque ahora ha sido una muy agradable ruta y muy ilustrativa de la riqueza botánica de Javalambre más allá de la chaparra y de los endemismos de cumbre. Creo que en otoño debe ser mejor, la bajada del Collado se convertirá en una verdadera paleta de ocres (ocres,, amarillos,, naranjas y rojos), a la vista de los siempre verdes pinos, carrascas y sabinas.
El recorrido tiene algunas incongruencias, por algún olvido o pérdida de móvil, felizmente recuperado.
Agradecer a nuestro guía Alberto (Narviteruel) enseñarnos e ilustrarnos en este bonito recorrido.