Nocturna Alcauca a Maroma

En esta ocasión nuestro objetivo es pasar la noche en La Maroma aprovechando la luna llena de este fin de semana. Al tratarse de una ruta ya realizada, para ver el detalle de los hitos y demás puntos del track, podéis hacerlo en la ruta “Invernal Alcauca Maroma”. Hoy el grupo lo forman Lola, Irene, Javier, Francisco, Alberto y su compañero Paco y su hijo Carlos. Equipados con frontales partimos a las 12 de la noche de las inmediaciones del área recreativa de la Alcauca.En un principio la noche nos parece fresca pero pronto entramos en calor, tras cubrir rápidamente el corto recorrido por la fuerte rampa del cortafuegos. Una hora después, llegamos a la Loma de las Víboras, donde podemos ver que hay una nube que se agarra a los pocos arboles de dicha loma. Transitamos por sus innumerables zigzags para ir ganado altura. Después de dos horas llegamos al ecuador de la ruta, los Llanos de la Fuente del Espino, y hacemos una paradita para picar algunas barritas energéticas. Paco nos sorprende con unas barritas artesanales que él mismo elabora con evidente éxito de sabor. Nos internamos ahora por la cañada del Espino y más tarde llegamos a Fuente Hermosa y al poco al nivómetro del collado del Cerro del Mojón. A partir de aquí el tiempo empeora ya que hace su aparición un viento húmedo que nos empapa como si nos hubiéramos duchado. Al llegar a las cercanías de la cima podemos observar las típicas nubes que a toda velocidad recorren la cumbre cimera de la Maroma. Así llegamos a las 3.30 de la madrugada al vértice geodésico. Tenemos frío, con una niebla densa que no nos deja ver nada a pesar de los frontales. Buscamos con denuedo algún corralito libre de los muchos existentes para poder guarecerse del omnipresente viento de la Maroma. Encontramos uno no muy bueno pero que nos servirá. Estamos ateridos, la niebla desprende una humedad que nos tiene calados. Javi nos sorprende con un hornillo de gas y unos chorizos. Francisco también ha traído una botella de Viñas del Vero Granvos y un pan cateto. Javi, haciendo las veces de consumado chef, fríe los chorizos y reparte las viandas de las que damos cuenta con deleite. Gracias a esto quedamos más satisfechos y, como nos encontramos mejor, le echamos valor decidiendo hacer noche en la cima. Nos repartimos en dos corralitos y nos rebullimos en nuestros sacos dispuestos a descansar lo mejor que podamos. Por tres veces nos visita el zorro que deambula de noche por esta cima buscando cualquier comida que pueda encontrar. Sobre las cinco de la madrugada la niebla desaparece dejando paso al frío, lo que hace que el sueño sea aún más complicado. A las 7 de la madrugada nos disponemos a ver el amanecer, primero apareciendo los tonos violetas y azulados de la aurora, dejando paso a los anaranjados y amarillos al mostrarse el astro rey. Con él, aparecen todos los senderistas que estaban cobijados en los corralitos y, parados mirando al amanecer, se asemejan a un grupo de suricatos tras salir de sus madrigueras. Nos juntamos en la cima sobre cuarenta personas aproximadamente. Tras realizar las fotografías de rigor y sobre las 8 de la mañana, decidimos bajar por el mismo camino antes de que el calor haga su aparición. Llegamos a los coches a las 10 y cuarto de la mañana sin ninguna incidencia. Una jornada inolvidable que para algunos ha sido su bautismo de fuego. Esperamos que les sirva de motivación para seguir practicando este bonito deporte.