Nueva Carteya: recintos fortificados

Ruta entre olivares, visitando los restos pétreos de reductos iberos que se remontan al siglo IV a. C. Contrasta la antigüedad de los asentamientos (con posterior presencia romana y visigoda en el territorio), con la juventud del pueblo, fundado en 1822 (inicialmente con el nombre de Aldea de San Juan). Pero su situación estratégica rodeado de siete colinas (como la antigua Roma) hizo que fuese lugar codiciado por distintos pueblos para defensa y control del territorio. En concreto, los íberos controlaban el paso de los metales de Cástulo (Linares) al Valle del Guadalquivir.

Empiezo a caminar frente al Parque Plácido Fernández Viagas, en la calle Alcalde Juan Caballero, saliendo del pueblo por la calle Mingo Vela. Tras un corto trecho por pista asfaltada, a la izquierda tomo una pista terriza, el camino de las Neverías, que en su primer tramo acompaña, y cruza, al arroyo Molinillos. Cruza después la carretera CO-6214 y sigue en subida continua hasta el Puerto; ya casi llegando a la carretera, me desvío por un olivar a mi izquierda, atrochando un poco, para volver al camino principal justo antes de abandonarlo por un carril a mi derecha que se interna en el olivar; en este olivar se encuentra el principal fortín ibero, el de Plaza de Armas: se ven restos de la muralla, a base de sillarejos, que rodearía un poblado con un eje máximo de 500 metros. Además en su entorno está un manantial, caput aquae, que todavía lleva agua a Nueva Carteya, origen de un acueducto de unos 18 kms. que en época romana surtía a la Colonia Claritas Iulia Ucubi, la actual Espejo.
De vuelta al camino, ya en descenso y con buenas vistas panorámicas, seguimos las indicaciones que nos llevan al segundo reducto de la jornada, el de las Neverías, situado sobre el cerro homónimo (justo al tomar la desviación a la derecha del camino, hay que girar a la izquierda antes de llegar a un cortijo). Se baja entre olivos para nuevamente salir a la pista, que ya no se abandona hasta alcanzar la carretera CO-5206; la seguimos a la derecha, por un acerado tras el quitamiedos, unos 400 metros, antes de cruzarla en una curva (precaución!) para seguir por otro camino terrizo, el de las Erillas. Abandonamos éste en un cruce de caminos (el de la izquierda es el de los Tunos, por el que regresaremos), por el de la derecha; caminamos entre los cerros del Padre Félix y el de Cagalechones (sugestivo nombre) y aquí conviene ir atento al track, para no desviarse mucho por el olivar, antes de llegar a un cortijo en ruinas, el de los Llanos Altos. Tras pasarlo, giramos a la izquierda por un carril entre olivos, que cruza el camino de los Ballesteros (o de los Llanos) y asciende hasta el recinto fortificado de El Higuerón (que conserva tres recintos amurallados). Éste es el último reducto ibero que visito, aunque había varios más conformando un cinturón defensivo (el Castillejo, Torre el Puerto, Cornicabra, Vistillas...), de los que en su mayoría queda sólo el emplazamiento.

Inicio la vuelta bajando por el olivar hasta salir al camino de los Ballesteros, que continúo a la derecha, hasta llegar a la CO-5205, por la que en unos 100 metros se llega al camino de las Erillas; en unos 500 metros se alcanza la bifurcación con la senda de los Tunos, por la que regresamos al pueblo; hay que desviarse a la izquierda antes de llegar a un cortijo y finalmente entramos en Nueva Carteya por el barrio de la Almedina, por la calle de Levante, escalonada y con terrazas (en una hay una curiosa escultura de D. Quijote y Rocinante luchando contra un molino, de un artista asiático). Por la calle de los Maletos se llega a la plaza mayor (del Marqués de Estella), donde, junto a la iglesia de San Pedro Apóstol (s. XIX, neomudéjar), se encuentra la plaza de abastos, con su arco apuntado y con almenas cordobesas que le da entrada. Como último punto de interés, en la calle Mayor, hay una réplica del León de Nueva Carteya, escultura caliza ibera del siglo VI o V a. C., encontrada en el límite del término municipal y conservada en el Museo Arqueológico de Córdoba.