Observatorio Astronómico-Paso del Arcano-Peñón del Infierno-Rambla de la Murta. Anthercas

Accedo desde la Autovía Murcia-Cartagena RM-19, a la altura del Puerto de Cartagena, tomo la salida 155 a Corvera por la RM-601; pasada la población, en la rotonda sigo por la RM-E5, desde las Casas de Salafranja (1 km antes de La Murta), tuerzo a la derecha en ascenso por pista de tierra con buen firme, hasta el aparcamiento del Observatorio Astronómico de La Murta.

Parto caminando en ligero ascenso por la pista hacia las Casas del Barranco, giro por la izquierda en los dos primeros cruces y a la derecha en el tercero, para cruzar la Rambla de la Murta por corta pista en desuso, donde alguien ha puesto un cartel de propiedad privada, cuando se trata de monte público señalizado como coto de caza y no se accede a ninguna vivienda o finca.

Se acaba la pista junto a una loma, tomo dirección Norte por traza senderil, se difumina y acaba perdiéndose si tomamos altura, como es mi caso, ya que voy a intentar buscar un paso entre los cortados del roquedo, si es que existe.

Voy intentando abrirme paso por el matorral arbustivo, a la par que tomo altura para situarme en la base del farallón, e ir progresando en busca de alguna especie de plano inclinado entre los dos tajos, para encaramarme a la cresta lomera.



Encuentro dos posibilidades, elijo la única y adecuada, ya que encuentro un paso, no demasiado complicado, bajo la pared rocosa, presenta un pequeño desplome correspondiente ¡a la barba rocosa! de una escultura natural para una cabeza con gorro de una especie de patriarca rocoso; este paso natural de unos 30 m de largo por 1,5 de ancho lo he bautizado como “Paso del Arcano”.

Tras admirar el paisaje circundante, sigo en continua subida intentando ir por el filo superior, pero una prominencia rocosa con precipicio a la izquierda, me obliga a tomar por la derecha, cuando no se aprecian posibilidades de retomar el cresterío; menos mal que aparece una cuerda nudosa colgando de un árbol; guardo bastones y trepo al siguiente nivel como si fuese un videojuego de alpinismo.

Corono los dos puntales correspondientes al Peñón del Infierno (667 m), gozando de las merecidas vistas; enlazo con el fácil sendero de acceso, donde cabe preguntarse, porque me complico la vida; será cosa de la potente droga que genera el cuerpo en forma de endorfinas, cuando se le somete a este tipo de situaciones donde se combina la tensión del riesgo, con la incertidumbre y el esfuerzo físico, máxime en estos “tiempos covid”.

En el cruce de sendas, sigo a la derecha, la dejo en una curva a la vista de la pista que me hace descender por la derecha; cruzo un bosquete de pinos, dejo de pistear a favor de la Rambla de la Murta por la que caminar cómodamente, salvo algún tramo con agua o barro, a menudo salvable, orillándome.

Antes de entroncar con el camino de la ida, me salgo de la rambla atajando, hago lo propio usando otra pista en desuso con cadena, paso junto a un barracón de madera, antes de alcanzar la pista de vuelta al aparcamiento.

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