Otoñada en Despeñaperros: Barrancos de Navavaca, Valdeazores y La Niebla. Cuerda de Estrella-Malabrigo

Muy completa esta ruta por el Parque Natural de Despeñaperros donde hubo de todo: barrancos, cimas, cuevas, miradores...todo salpicado con los colores otoñales que, aunque todavía no están en su cénit ya dejan postales para el recuerdo. La niebla me acompañó hasta casi el final de la ruta, impidiendo que disfrutara de las panorámicas tanto en Malabrigo como en Los Órganos, pero dándole al día una atmósfera misteriosa. La niebla velaba los contornos cercanos, sumergiéndome en un mundo donde los árboles se convertían en sombras danzantes y las rocas emergían como espectros. La sensación de lo desconocido agregó emoción a cada paso.

Comienzo la ruta en un ramal abandonado de la antigua N-IV, bajo el actual viaducto de Las Tinajuelas de la A-4. Entro en el parque por el Arroyo de la Gitana, en las ruinas del Cortijo del Castillo, donde hay una fresca fuente que me vino de perlas a la vuelta. Asciendo por pistas en búsqueda de las ruinas del Castillo de Castro Ferral, que fue importante en la batalla de las Navas de Tolosa. Sigo por las pistas adecuadas con el objetivo de llegar hasta el Salto del Fraile y el Puerto del Rey, pero como no corría agua y la niebla no me dejaba ver la lejanía, cambié de idea subiendo campo a través por la cabecera del Arroyo Navavaca, donde los robles melojos y sus tonos ocres eran los protagonistas. Un par de arces me regalaron el primer paisaje plenamente otoñal del día. A pesar de que no había camino, el paso por el barranco no fue demasiado complicado ni por la pendiente, ni por la vegetación, fácilmente gestionable.

Salgo a la Cuerda Estrella-Malabrigo poco antes de la garita del Infoca. Sigo sin vistas y aprieto el paso hasta el Puerto del Muladar, no sin encaramarme al risco donde está el vértice geodésico de Malabrigo. Pronto estoy en el bonito sendero señalizado que me baja al Castañar de Valdeazores, al que todavía le falta un poco para estar top, pero que siempre es llamativo. A la altura de la fuente, en el paraje de los Castaños Mellizos, dejo el sendero y vuelvo al campo a través a la vera siempre del cauce de un arroyo. Encontré trazas de animales y alguna promesa de sendero antes de enlazar de nuevo con la pista que me va a llevar al Refugio del Collado de la Aviación, muy pequeño, pero en buen estado. Después de un refrigerio, continuo con el sendero que me baja al Barranco de la Niebla, visitando brevemente el mirador de Los Órganos y la Cueva de Vacas de Retamoso, donde vagamente pueden verse algunas pinturas rupestres.

El día fue abriendo camino del Barranco de la Niebla que, curiosamente, no hizo gala de su nombre, ya que la niebla levantó justo al entrar. Una vez terminada la subida, se llega a unos llanos donde hay que estar pendiente de un escurridizo sendero que te lleva por el Arroyo de Los Arcos, y que a mí me costó encontrar, pero una vez en él fue de lo más bonito de la ruta. Vuelvo a salir a una pista que bajo al trote hasta llegar a las ruinas de Las Correderas. Poco después llego, quizá, a la estampa más otoñal del día: la pequeña pero coqueta chopera del Arroyo del Vivero. Una vez hechas las fotos, yo creía que quedaba un trámite hasta llegar al coche, pero no...el enlace con la fuente del Cortijo del Castillo requirió bajar y subir varias veces por un cortafuegos cada vez más empinado. Tanto desgaste me provocó este inesperado final, que terminé de cabeza en la fuente, en un día que en absoluto invitaba al remojón.