Otoñada en el Valle del Genal: Bosque del Cobre entre Igualeja y Pujerra

Imperdible ruta por el Valle del Genal, rebosante de colorido, con todas las tonalidades otoñales posibles. Claramente acertamos en la fecha pues la última quincena de noviembre es la óptima, ya que la mayoría de los castaños aún conservan hojas ya amarillas y también hay suficientes en el suelo para que las estampas sean variadas y fotogénicas. También ayuda elegir un día claro, pues los tonos ocres se intensifican con la luz solar. Dudé entre fácil y moderado en la dificultad técnica, pero finalmente me decanté por moderada por la infinidad de caminos y veredas que te obligan a ir permanentemente pendiente del track y porque la belleza es tan sublime que es fácil perderlo. A nosotros nos pasó en un par de ocasiones, sin consecuencias. Este campo a través no sumará ni medio km del total del recorrido, siempre nos fue fácil recuperar la traza. Lo demás siempre por caminos anchos. No obstante, la hoja de castaño es bastante resbaladiza en pendiente, por lo que si estuviera mojada habría que estar atentos para no salirse de los caminos.

Comenzamos en Igualeja, en el paraje del Nacimiento del Genal, bastante perjudicado por la sequía. Cruzamos el pueblo y salimos por el Camino del Hiladero para sumergirnos pronto entre los infinitos castaños del Bosque del Cobre. Subimos y bajamos algunos cerros hasta llegar al precioso Arroyo de los Granados, donde las choperas le daban un tono más brillante al amarillo reinante. Pero lo más llamativo de esta primera parte de la ruta era el contraste ocre de los castaños con el rojo intenso de los zumaques. Desde muy pronto tenemos panorámicas de la esquiva Pujerra, que parece mucho más cerca de lo que está, sobre todo porque seguimos rodeando el Bosque del Cobre, nadando entre castaños, hasta conectar con el Camino del Helechal que nos baja al Genal. En la bajada pudimos observar, a lo lejos, los coletazos de los horribles incendios de Sierra Bermeja de los dos últimos años.

Desde el río, comienza la subida más dura del día hasta Pujerra, la cual callejeamos siempre en ascenso hasta abandonarla por la Cuesta de la Toma, donde nos sumergimos de nuevo en otro castañar, en esta ocasión con ejemplares centenarios claramente más grandes que los que llevábamos vistos. De Pujerra hasta Igualeja había más hoja en el suelo y el paisaje era bastante distinto, de una belleza aún más profunda. Seguimos subiendo hasta enlazar con el Camino de Pujerra a Estepona, donde la vista alcanza el Mediterráneo en días claros. Este camino muere en una pista asfaltada por la que tenemos que seguir obligatoriamente durante kilómetro y medio. Afortunadamente el tráfico era muy ocasional. Viramos a la izquierda para meternos de nuevo en frondosos castañares, que nos dejaron en la retina las últimas postales del día. Los últimos metros también son por carretera, pero no afean en nada esta inolvidable ruta por un paraje al que prometimos volver año sí y año también.