P. Nat. Sierras Tejeda, Almijara y Alhama: Río Torrox - Río Patamalara - Arroyo del Barranco Moreno.

La del Patamalara es una de las rutas de río más bonitas y divertidas que se pueden hacer en la Sierra Almijara, pero también es una de las más complicadas ya que, pese a una longitud relativamente corta, va a requerir un importante esfuerzo físico y un elevado nivel de concentración. El esfuerzo físico viene motivado por el paso de zonas con espesa vegetación que nos obligaran a andar en cuclillas e incluso arrastrarnos, haciendo que trabajen todos los músculos de nuestro cuerpo; además hay continuas trepadas y destrepadas en pequeños saltos de agua que irán apareciendo de forma continua; por último, el curso de agua baja con bastante fuerza y eso al final de la ruta acaba notándose. La atención es fundamental en todas las rutas, pero aquí es esencial ya que entre la vegetación crecen taimadas zarzas en las que nos engancharemos al mínimo descuido y además, caminamos por el curso de un río con muchas traicioneras piedras tapizadas de verdín, que pueden acabar con un tobillo torcido o con nosotros postrados en el río. Hay que extremar la precaución sobre todo a la vuelta, cuando se hace más sencillo resbalar al bajarlas, unido al cansancio acumulado que debilita nuestra atención. Añado que la calificación de la ruta como difícil se debe a que, además de todo lo comentado anteriormente, el acceso a la cascada final es realmente complicado; sin este último acercamiento la calificaría como moderada.

Decir que en el corto tramo de 4,5 kilómetros caminaremos por el curso de 3 ríos diferentes. Comenzaremos en el Río Torrox, que se forma por la unión del Río Patamalara y el Arroyo Acebuchal poco antes de la Fábrica de la Luz de Cómpeta; seguimos por el Patamalara, que tiene una longitud de unos 2 km, ya que se forma un poco más arriba del Peñón de los Hornos por la confluencia del Arroyo de los Pradillos y el Arroyo del Barranco Moreno; nuestra ruta sigue por este último, hasta que se ve cerrado por una espectacular catarata de más de 20 metros de caída, donde ya no nos queda más remedio que detener la progresión.

El corto tramo del Río Torrox está muy obstruido por las cañas que crecen en las orillas y se puede evitar perfectamente yendo por el carril hasta la Fábrica de Luz, a donde incluso se puede llegar con el coche; allí nos meteremos en el Patamalara. Durante el primer kilómetro el tupido cañaveral obstaculizará nuestro avance, de modo que, a los menos elásticos, nos obliga incluso a arrastrarnos por el agua en algunas zonas. Menos mal que el creciente interés por esta ruta hace que se haya limpiado un poco el cauce; pese a todo el tramo inicial es bastante durillo. Hay que indicar que el camino se complica un poco en las cascadas anteriores al Peñón de los Hornos, en la tercera de ellas tendremos que volver sobre nuestros pasos para tomar un senderillo a mano derecha aguas arriba, es la forma de evitar una zona totalmente impenetrable; se trata de 3 preciosos saltos de agua en los que merece la pena detenerse para refrescarnos y obtener unas preciosas fotografías.

Llegados al nacimiento del Patamalara nos encontramos con otra cascada, que hemos de sortear por el murete de una acequia a mano izquierda, tras la que encontramos un estrecho cahorro adornado por unas curiosas estalactitas. Más tarde el barranco se abre, llegando a amplia zona donde, a mano izquierda y apartada del río, veremos las ruinas de la Venta del Mirlo. Durante un rato caminaremos por una rambla pedregosa con los cerros de los Frailes y de los Llanos cerrando el paisaje, antes de enfilar el progresivo estrechamiento que encajona el arroyo, donde las paredes se hacen más elevadas y el agua discurre por unos saltos de agua cada vez mayores, hasta llegar a una cascada de 4 metros que nos cierra el paso. Tras ella podemos ver otra mucho más grande que parece quedar fuera de nuestro alcance. Esta zona del barranco es preciosa, el agua cae a chorro dentro de una amplia poza perfecta para el baño, pero la enorme catarata que hay detrás no deja de llamarnos con su estruendoso vozarrón.

Esta es una decisión que puede complicar mucho la ruta, ya que para llegar hasta ella las alternativas son realmente trabajosas. La primera es subir por una cuerda anclada en la parte superior de la chorrera, lo que exige tener maña y fuerza, ya que que los apoyos para los pies serán escasos y muy resbaladizos. La segunda es hacer una breve escalada por la parte izquierda del barranco, en la que hay un peligroso paso aéreo que en el descenso se volverá enormemente arriesgado. En cualquier caso, allí nos encontraremos dos cascadas, la primera de un tamaño similar a la que acabamos de superar y al fondo, en un extremo del anfiteatro que cierra el barranco, un colosal salto de agua de más de 20 metros de asombrosa belleza; cuenta con un espolón central que hace caer el líquido en un sugerente escorzo que juega con la luz, creando unos reflejos que hacen de contrapunto a los colores añiles, ocres y verdosos de las húmedas paredes y la frondosa vegetación que en ellas prospera.