P. Nat. Sierras Tejeda, Almijara y Alhama: Rio Verde - Barranco de las Chorreras - Barranco de los Chortales.

Hoy Galo y yo visitamos la parte oriental de la Sierra Almijara, allí donde se confunde con la Sierra del Chaparral, que será la que se interne en la línea costera de la provincia de Granada. Dejamos uno de los coches en el collado de los Chortales y con el otro bajamos al nacimiento del Río Verde. Para llegar al inicio de la ruta tenemos que acercarnos a un carril que nace entre los km. 42 y 43 de la A-4050, la carretera de la Cabra Montés. En ese punto nos encontraremos una verja tras la que hay una caseta; se trata de una pista privada que pertenece a la Cooperativa de Cázulas, donde nos cobrarán 5€ por vehículo y 5 € por persona, para acceder a la Junta de los Ríos a través de un carril de 7 km. de longitud, que nos acerca al nacimiento del Río Verde. Hay que tener en cuenta que la verja permanece abierta entre las 9 y las 19 horas.

Nosotros dejamos el coche en la cancela de entrada de la zona que se conoce como El Sombrero, a 2 km. de la Junta de los Ríos. Se trata de un camino demasiado bonito como para hacerlo en coche y aunque en él hay tres zonas habilitadas como parking, es una delicia caminar por este tramo que nos introduce en un barranco de altísimas paredes que bajan de los picos Grajillas y Charquitos, engalanadas con formaciones calizas de gran belleza. Tras ese agradable paseo llegamos a una zona más abierta donde se unen el Río Nacimiento y el Barranco de las Chorreras para formar el Río Verde. Aquí no nos queda más remedio que mojarnos los pies para continuar muestro camino por el Barranco de las Chorreras, al que también se conoce como Cañón del Rio Verde.

Hemos de cruzar el lecho del río otra vez más, tras la que nos encontramos con un puente colgante que nos lleva a la margen derecha del barranco; allí comenzamos el ascenso hasta un mirador que nos devuelve una espectacular imagen del estrecho barranco que estamos recorriendo. Seguimos subiendo hasta alcanzar los restos del empedrado de una era, tras la que comenzamos un descenso que nos lleva al lecho del río. En ese punto no vemos las continuidad del sendero, por lo que decidimos volver a descalzarnos e internarnos en el curso del río; caminamos por él unos metros y pronto vemos la continuación del sendero por la misma margen que traíamos, ¡todo había sido un despiste!. A los pocos metros vemos un grupo de barranquistas saltando a una poza, antes de la que hay que vadear el río para cambiar de margen, algo que hemos de repetir unos metros más adelante, en otra poza que antes se sorteaba mediante un puente colgante que ahora encontramos caído y roto entre las rocas. No es hasta este último cambio de margen que nos volvemos a calzar los zapatos.

Tras todos estos cambios nos encontramos en la margen derecha del río, subiendo ahora por unas escaleras talladas en la ladera que nos conducen a un nuevo puente colgante, bajo el cual encontramos una profunda charca de aguas turquesas. Aquí aparece un cartel que indica el fin del Sendero del Río Verde, referido a dos rutas que vienen desde el noreste, que es hacia donde nosotros nos dirigimos. Si miramos a nuestra izquierda veremos una pequeña vereda que nos lleva a la denominada Poza Central, una visita obligatoria, ya que ahí encontraremos la célebre cascada de la Y. Aunque nos llamó la atención la belleza de esa balsa, no nos acercamos a ella por desconocimiento, ya que nuestra intención era darnos un chapuzón en otro lugar río arriba.

Iniciamos aquí un ascenso que nos lleva a bordear el Barranco del Lagarto, tras lo que descendemos por última vez al Barranco de las Chorreras, en el punto en que nace por la unión del Barranco de los Madroñales con el de las Cabrerizas, que será el que seguiremos a continuación. Aquí nos volvemos a descalzar para entrar en el cauce del Río, que seguimos hasta llegar a un idílico remanso alimentado por una bellísima cascada, donde nos damos el refrescante baño al que habíamos renunciado en otros tentadores rincones de este recorrido. Cuidado con varios senderos que se esbozan en ambas orillas, como bien pudimos comprobar tras numerosas vueltas, la forma más adecuada para entrar y salir de la cascada es mojándose los pies.

Tras habernos refrescado retomamos el camino al otro lado del río, donde nace una senda ligeramente ascendente por la que vamos a entrar en el Barranco de las Cabrerizas. Dejaremos a la izquierda el camino que lleva al Barranco de la Cueva de Funes, cuyo caudal está embalsado algo más arriba. Precisamente como aliviadero de ese embalse nos encontramos con la cascada de los Tres Saltos, una chorrera con más de 100 metros de altura, formada por varios canalones que el agua ha labrado en la toba calcárea; por desgracia casi no llevaba agua en el día de hoy, así que nos perdimos el espectáculo del agua, aunque así quedaron más resaltadas sus caprichosas formas y colores.

Llegamos después al camino de las Cabrerizas, un amplio carril que seguimos unos cientos de metros, hasta que divisamos a mano izquierda una pequeña trocha que nos llevará al siguiente punto de interés de la ruta. Ya estamos en la Casada de los Árboles Petrificados, un monumento natural único en el que el agua cae a través de dos grandes troncos de árbol, que se han convertido en roca porosa por el efecto de la acumulación del material calizo disuelto en el agua. Estos troncos son de pino resinero, que eran transportados hasta el aserradero de Cázulas por el río y quedaron enganchados en esta zona de difícil acceso, iniciando un proceso de transformación en toba caliza que se inició a principios del siglo pasado. Señalar que muy cerca de la cascada hay una pequeña cueva que nosotros no visitamos.

Precisamente esta cascada es el desagüe del barranco que vamos a recorrer a continuación, el de los Chortales. Para ello afrontamos una dura cuesta que se salva por unos escalones tallados en roca con un quitamiedos de madera y en algunos puntos con una maroma como pasamanos que facilita el ascenso. Aquí la pendiente es muy acusada y el material del suelo está muy descompuesto, por lo que se impone mucha precaución, sobre todo si hacemos el recorrido de bajada. Durante todo este tramo hacemos numerosas paradas para recuperar el aliento y echar la vista atrás contemplando el precioso espectáculo paisajista que se abre a nuestras espaldas. Así vamos ganando altura por la amplia ladera del Cerro Martos, por donde discurre la vereda que se abre en unas amplias vistas que abarcan toda la parte oriental de la Sierra Almijara; destacan la alomada mole del Navachica, el afilado perfil del Cerro Cabañeros o más al oeste el Cerro Lopera. Durante todo el camino restante mantenemos una senda ascendente, aunque con continuos subes y bajas, donde disfrutamos de esta perspectiva menos habitual de la Sierra, que contrasta con el perfil más agreste que enseña en su vertiente sur o el más suavizado de su vertiente norte. En el fondo del barranco el cauce va seco y en la otra orilla, en las faldas del Cerro de la Cruz y Cerro Pescaderos, escasea la vegetación, lo que resalta todavía más las vetas blancas de la arena dolomítica que abunda en la zona y así, entretenidos con la belleza que nos rodea, llegamos al Collado de los Chortales donde habíamos dejado uno de los coches. Solo nos queda ir al punto de inicio para recoger el otro vehículo y juntos acercarnos hasta Otivar para tomar unas cervezas y lo que quieran darnos de comer a estas horas de la tarde.