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PAISAJES SERRANOS DE SALAMANCA (San Esteban de la Sierra-Valero-San Miguel de Valero-El Tornadizo)

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Trail stats

Distance
10.39 mi
Elevation gain
2,379 ft
Technical difficulty
Easy
Elevation loss
1,440 ft
Max elevation
3,094 ft
TrailRank 
37
Min elevation
1,888 ft
Trail type
One Way
Time
5 hours 46 minutes
Coordinates
2158
Uploaded
January 27, 2014
Recorded
January 2014
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near San Esteban de la Sierra, Castilla y León (España)

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Itinerary description

Ruta realizada por el grupo de senderismo SERMAR el 27/01/2014 (Guía EUSEBIO)
Comenzamos en San Esteban de la Sierra junto a la Bodega Cooperativa de San Esteban en la carretera SA-205. Atravesamos la carretera y nos adentramos en la población por la primera de sus calles (dirección oeste). Descendemos por las calles de este hermoso pueblo serrano, con un entramado urbano que tiene la forma típica de una judería, que es lo que fue en su origen, pues allá en el siglo XII algunas familias judias se acomodaron en la comarca buscando agua para mover sus molinos. Tras la expulsión de musulmanes, judíos y moriscos, se fundó aquí el asentamiento cristianizado de San Esteban de la Sierra.
Así contemplando sus casas de arquitectura artesanal de adobe y madera, las tejas en las fachadas, los balcones o solanas y los aleros salientes, llegamos a las Fuentes de Abajo, ya que son dos las que manan en este lugar. No hace mucho tiempo tuvieron un gran uso para el consumo en las casas y como abrevadero para la abundante ganadería.
Por la calle de la izquierda seguimos en descenso buscando el río, hasta llegar al puente construido con granito y con pizarra. En la localidad lo llaman el puente romano aunque parece que es del año 1388 (este número aparece grabado en una de sus piedras principales).
Nada más salir del puente el camino que sale de frente conduce hasta San Miguel de Valero. Lo llaman “el Atajo” porque si se va andando o a lomos de una caballería es más corto que ir por la serpenteante carretera.
Tomamos el camino que sale a nuestra izquierda junto a las ruinas de un “pote” (lugar destinado en el pasado a la fabricación de aguardientes y alcoholes). Es el camino de San Esteban a Valero. Estos dos pueblos que distan 6 kms están incomunicados directamente por vía rodada y por este camino se han relacionado históricamente. Dicen los lugareños que “la distancia es de una legua y el recorrido tuerto, muy tuerto”. Para indicar que el trazado o la caligrafía no sigue la línea recta, es común la expresión: “Esto es más tuerto que el camino de Valero”.
Enseguida llegamos a un puente de un único ojo sobre el regato del Arroyo, éste puede verse a veces completamente seco, pero en esta ocasión traía un buen caudal de agua.
Aquí comenzamos una ascensión de unos 2 kms de longitud y de 100 m de desnivel, dejando en la ladera hacia el río, huertos protegidos por las paredes de lo que fueran otros “potes”. El bosque nos impide ver con claridad la pesquera de abajo.
Llegamos a un tramo de camino empedrado, volviéndonos observamos las estupendas vistas del puente y el núcleo en cuesta de San Esteban.
Reanudando el camino, de frente y al fondo, vemos como el río traza una curva hacia el sur.
Seguimos ascendiendo por la “Cuesta del Cancho”, entre jaras, plantas aromáticas, encinas, quejigos, olivos y alcornoques. Al acabar la pendiente, volviendo la vista a atrás, vemos la enorme mole nevada de la Sierra de Béjar.
Finalizada la ascensión giramos a nuestra derecha por una senda que discurre entre castaños, quejigos, robles y un denso matorral de madroños, durillos, arces… Mirando a la lejanía tenemos una estupenda imagen de los Canchales de la Palla y de la Peña de Francia.
El camino empieza a descender ligeramente y así llegamos al regato la Barriega encauzado para facilitar el cultivo de los huertos que ahora se han dejado perder. Cuando el caudal es abundante se forma una bella cascada con un apacible rumor de las aguas.
Enseguida llegamos a las Majadas, campos de vid y olivo, tierras buenas en medio de tan pobre geografía, que han resistido los nuevos tiempos pero parece que tienen los días contados.
A continuación el regato Valdecabras donde encontramos algunos frutales, higueras, cerezos y melocotoneros, así como huertos de subsistencia.
Ahora ya caminamos por el valle del río Quilama que da nombre a estas tierras y al Parque Natural. Al fondo la Sierra cuyo nombre se atribuye a la Reina Quilama, basada en la enigmática y mitológica leyenda que cuenta que en el año 711 las huestes de Muza e Ibn Tarik cruzaron el Estrecho de Gibraltar, venciendo al gran ejército visigodo junto al río Guadalete e iniciaron un período de casi 8 siglos de dominación islámica en la Península. No obstante, aquí se cuenta la leyenda de que el Rey Rodrigo no murió en la batalla de Guadalete sino que herido logró llegar hasta el Castillo Viejo de Valero donde se refugió con su amante, la princesa Quilama. Después rodeados y sitiados por los soldados de Muza hubieron de escapar por pasadizos secretos en busca de ayuda y que en una cueva se despidieron mientras la princesa esperaba el regreso. Don Rodrigo fue atrapado y ajusticiado y la princesa al conocer la muerte del rey o bien se quitó la vida o bien murió de pena. Y dicen que desde la cueva aún escapan lamentos del espíritu eterno de la princesa que sigue esperando el regreso del Rey.
En esta zona había lobos y cabra pirenaica hispánica, osos y linces (se cree que todavía quedan algunos linces); hoy en día las especies que podemos encontrar son: zorros, cigüeña negra, buitre negro, alimoches, águilas perdigueras, halcón peregrino, águila real, nutria y pato salvaje.
De repente nos encontramos ante un impresionante muro de pizarra. Se trata de un espolón rocoso donde el camino discurre suspendido entre el Cancho de Valero (Balcón de Pilatos) y el curso del río Quilama. Sobre nosotros se apilan desnudas pizarras, teñidas algunas de líquenes amarillos de llamativa intensidad.
Nuevamente la protección del suelo es con piedras cruzadas, unas veces obra del hombre y otras aprovechando los estratos naturales.
Cruzamos un pequeño arroyo canalizado. Otro arroyo un poco más adelante, al lado de artesanales bancales con muchas y muy perfectas paredes.
Llegamos hasta el cementerio de Valero y caminando un poco más llegamos al pueblo. Hemos llegado hasta su plaza de toros. Tal como reza el dicho popular, “el 29 de enero, toro en Valero”. En Valero existen varias festividades de las cuales las más importantes son "San Valerio" que se celebra el 29 de enero y "Las Candelas" el 2 de febrero.
Junto a la fuente que hay al lado de la plaza de toros, tomamos la ruta que surge a nuestra derecha por el denominado “Camino de los Trasiegos”. Se trata de un camino tradicional que une Valero con San Miguel de Valero. Desde la plaza de toros de Valero, hasta el arco de entrada a San Miguel tenemos una distancia de casi 3 kms y un desnivel de 350 m.
Así que poco a poco por la ladera de la montaña vamos andando el camino que discurre por un escarpado tramo de considerable desnivel ascendente. En unos 150 m tomamos la bifurcación de la derecha y después de 400 m la de la izquierda.
Ahora ya es cuestión de ascender por el camino, siendo lo mejor del recorrido la panorámica del paisaje del pueblo de Valero y de la Sierra de las Quilamas.
Enseguida nos encontramos con otra fuente. Y a continuación llegamos a un bonito bosque de viejos castaños.
Continuando el ascenso hasta alcanzar la carretera por la que seguimos por nuestra derecha y en unos 50 metros nos adentrarnos a nuestra izquierda por un solar que da acceso a la calle de la Cotanilla.
Seguimos de frente y llegamos al arco de entrada al conjunto urbano de San Miguel de Valero. Este gran arco perteneció a la antigua Ermita de Santa María de la Cabeza.
Aquí realizamos una pequeña parada para reponer fuerzas.
Reiniciamos la marcha, cruzamos el arco, la carretera SA-205 y continuamos por un camino que sale a la derecha del hotel “Reina Kilama”. A pocos metros tomamos a nuestra izquierda la variante GR 181.4.
Avanzamos por una calle adentrándonos en el pinar. A nuestra derecha un recinto vallado, es un pinar para campamentos de niños y jóvenes.
Siguiendo el camino comenzamos a bajar por un sendero que transcurre entre muros hasta que entramos en una zona de viñas y fincas de diferentes cultivos.
Dejando atrás los pinos, llegamos a una explanada de lanchas de piedra, berrocal granítico por el que caminamos casi 1 km. Al fondo una espléndida panorámica de la Sierra de Béjar.
Alcanzamos la carretera en el puente de las Covachuelas. Seguimos en dirección SSE, a lo largo de unos 200 m, y tomamos de nuevo el camino a la derecha que nos adentra en el bosque. Comenzamos a bajar por una senda de curvas entre robles, jaras, viñas, pinos, eucaliptos. Tras caminar aproximadamente 1 km hay que prestar mucha atención para tomar bien la senda de la izquierda. En la bifurcación la ruta está señalizada en una pequeña piedra semi-escondida entre las jaras.
Pronto continuamos por un camino que conserva aún parte de su antiguo empedrado. Una vez terminado el descenso, muy próximo al Arroyo del Verdugal, el camino continúa serpenteando en una subida pronunciada.
Entre lanchas de piedra, viñas y bosque llegamos a una pista ancha que tomamos a la izquierda. Estamos ya entre las fincas del pueblo, nos queda el último repecho y llegamos a El Tornadizo a la altura de la abandonada ermita del Humilladero.
Nos acercamos hasta el pueblo y caminamos de Sur a Noroeste por sus calles. Seguimos unos metros a nuestra izquierda por la carretera, y enseguida un camino señalizado que sale a nuestra derecha. Nos adentramos en un bosque de robles jóvenes, entre paredes y cercas de alambre de fincas ganaderas.
Seguimos hasta llegar a una pista más amplia, que tomamos hacia la izquierda, bajando unos pocos metros, y tomamos de nuevo un desvío a la derecha que nos devuelve al camino tradicional. Este camino se encuentra flanqueado por diferentes explotaciones agrícolas y ganaderas mezcladas con sotos y bosquecillos de robles, castaños y pinos.
El camino termina después de unos pilones para el ganado, desembocando de nuevo en la carretera, donde encontraremos junto al cementerio, el roble de los mozos, impresionante quejigo, que aportó su madera durante décadas a los mozos con menos recursos en el ritual de iniciación a la edad adulta.
Tras unos metros, llegamos de nuevo al arco de San Miguel, donde finalizamos la ruta.

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