Pandillo: arroyos y cascadas. Muro de Peñallana; Miradores de Castro Valnera; PR-S 62. Desde Picón, Estacas de Trueba.

Ruta muy exigente desde Picón, Estacas de Trueba, para descubrir los arroyos del Pandillo y sus cascadas.

Salimos desde Picón, poco antes del kilómetro 12 del puerto de Estacas de Trueba por la parte cántabra.

Ahí se localiza una entradera con un camino bien marcado por donde ascendemos cómodamente hasta el collado del Muro de Peñallana.

Este camino servía en su tiempo para llegar hasta la Vega con las mulas.

Desde este punto se puede llegar por el cordal hacia el oeste hasta una de las tres localidades pasiegas: La Vega de Pas.

Nosotros giramos a la derecha y continuamos la senda para situarnos bajo el pico del Rostro.

En la primera Ceta del camino continuamos de frente y por las trochas del ganado no dejamos de perder ni ganar altura para llegar a la cabaña más espectacular de todas las conocidas por su localización.

La ladera tiene mucha pendiente y se debe cruzar varios arroyos con cuidado de no deslizarse.

Las lenes comienzan a ganar protagonismo, pues todos estos montes están forrados de esta hierba altamente deslizante y traicionera.

Las hazas trazan bajo los colosos pasiegos unas líneas horizontales y paralelas semejantes a un faldón ahora amarillento y en primavera y verano verde esmeralda.

Las aguas de la Sierra Valnera se vierten casi en su totalidad hacia la vertiente cantábrica.

Castro Valnera, los Dojos, la Cubada Grande y Peñas Negras o la Capía nos vigilan desde la altura.

Este valle glaciar está perfectamente encajado bajo el anfiteatro que forman estas cimas que se suelen conquistar desde la parte burgalesa.

El pico del Rostro es el que custodia más de cerca esta ruta exigente y complicada si uno tiene vértigo y no es hábil para desenvolverse en un terreno pestoso, sobre todo en el hayedo.

Después de quedar fascinados por la situación y panorámicas de la cabaña solitaria que se localiza sobre el hayedo vamos descendiendo no sin dificultad hasta el cauce del arroyo que desciende desde las cabañas del Rostro.

Nos maravillamos por los saltos de agua que por aquí encontramos y seguimos de frente por una ladera muy empinada hasta un refugio de pastor bajo el abrigo de un haza.
Se trata de la Coteruela.

El soportal pétreo es impresionante y bajo él llegamos a un balcón sobre las cabañas de Ruyemas para situarnos frente a la cascada más relevante de todas las que se crean en los arroyos del Pandillo.

El paredón de Valnera hace que nos abra la boca al elevar nuestra mirada para comprobar cómo tocan el cielo sus cimas.

Se desciende con cuidado hasta el arroyo y se toma el PR-S 62 para devolvernos, por la parte baja, de nuevo hasta el hayedo.

El ascenso es muy exigente y tras saludar a la cabaña solitaria regresamos hasta Picón, donde los ciclistas juegan en el laberinto del puerto de Estacas de Trueba.

Trazado muy difícil y nada recomendable para los senderistas que no desean salirse de las lindes.
Conviene llevar botas de montaña y bastones.