209. Páramo y Cañón del Ebro desde Quintanilla-Escalada
near Quintanilla-Escalada, Castilla y León (España)
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Itinerary description
✔ NOTA. La ruta se grabó correctamente, pero, por alguna razón desconocida, no pude subirla a Wikiloc tal cual. Afortunadamente, he reconstruido el trazado utilizando el original como plantilla. Así ambos son prácticamente idénticos.
• Longitud: (a) Original (14,47 km); (b) Reconstruido (14,59 km).
• Desnivel: (a) Original (298 m); (b) Reconstruido (296 m).
• Tiempo (real) total de la ruta: 3 horas y 55 min. En movimiento: 3 h 10 min.
📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 52 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 359 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
“¡Ay, río Ebro, envidiosillo de tu aventajado y elegante afluente! ¡Cómo me engañaste, trilero! Eras tú mismo. Disfrazado de Rudrón. Con ‘brazos’ que te sacaste de la manga”.
Esas fueron mis palabras al finalizar la Anécdota de una ruta realizada íntegramente por el cauce del Cañón del Ebro desde Pesquera de Ebro seis meses atrás (https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/canon-del-ebro-entre-pesquera-y-el-rudron-121743604 ).
¿Qué había pasado (para tanto alboroto)?
Nuestra meta entonces era llegar hasta el punto en el que el río Rudrón saluda al Ebro, aportándole un generoso caudal; al noreste de Valdelateja. Creímos haber llegado a destino, lo saboreamos emocionados, y nos volvimos. “!Misión cumplida!”.
Pero, no. Tarde nos dimos cuenta de que nos habían faltado 300 metros. Había sido un señuelo del Ebro. Una simulación natural de dos aparentes brazos que le llegaban por donde debería venir el Rudrón. En realidad, era el propio Ebro.
Encabritado (yo) por ese ‘corte de mangas’ del Ebro, a las pocas horas diseñé otra ruta para ‘acorralarle’, para dejarle sin escapatoria. Tenía que permitirnos contemplar a mi admirado Rudrón. Ese proyecto se ha materializado ahora en esta ruta.
Naturalmente, la condimentamos con ingredientes extra: el propio Ebro en dos tramos bien diferentes (uno, acampiñado; otro, angosto), el ascenso al páramo y el deslizamiento por sus soledades, y el descenso por los vericuetos entre los despeñaderos del cañón.
LA RUTA
El recorrido comienza y termina en Quintanilla-Escalada (aparcamiento en la orilla opuesta del Ebro). Cruzamos por un puente peatonal, damos una vuelta por el pueblo, y seguimos por una pista junto al río hasta (el otro) Escalada (km 2,3).
En la parte alta de Escalada (km 2,8), iniciamos la subida al páramo (km 4,4) por un sendero que supera el desnivel (algo más de 200 m) mediante un cómodo zigzagueo. En el km 3,1 hay que atravesar la N-623.
Desde el km 4,4 hasta el 6,9 podemos ir por la carretera local BU-V-5143, o bien monte a través a un lado u otro, transitable. Alternamos monte con carretera. Una bici hubo como único y solitario vehículo (aunque pasó tres veces; la misma…[¡?]).
En el km 6,9 es importante tomar un desvío a la derecha. Primero por caminos y luego por terreno libre (sin cultivar), nos acercamos a un punto crítico (km 7,9), algo oculto. Constituye el inicio del sendero de bajada entre los escalones rocosos del cañón.
El sendero nos deposita suavemente un km después (8,9) junto a la ermita de Nuestra Señora del Ebro. Parece difícil de creer que sea tan fácil de salvar ese abrupto declive casi vertical; hasta que estás dentro. Y, además, es un tramo precioso.
Desde la ermita nos quedan 6 km (con pequeños desvíos, a voluntad) hasta el final. Todo por una pista en muy buenas condiciones, paralela al Ebro en el fondo del cañón. Quizá ‘tan buenas’ que desnaturalizan la crudeza y la grandiosidad del paisaje.
Posibles Dificultades:
Físicamente, la caminata nos resultó más llevadera de lo esperado. Se asciende y se baja con relativa facilidad. El resto, llano y por buen terreno, es un paseo, incluido el páramo.
Pensábamos que el descenso al fondo del cañón, por un paraje tan agreste, empinado y frondoso, podría ser más problemático. Pero el trazado está bien diseñado; estrecho es, eso sí. Pero no hay dificultades técnicas. Basta con tener precaución.
Para la orientación, un tramo requiere especial atención: desde el desvío de la BU-V-5143 (km 6,9) hasta el nacimiento del sendero de bajada (km 7,9). El bocarón de entrada es casi imperceptible debido a la vegetación (hay un montoncito de piedras, como señal).
DESTACADO
Simplificando, los primeros ocho km (hasta el 7,9) son estupendos (ribera del Ebro, ascenso al páramo, y el propio altiplano). El km siguiente (hasta el 8,9), el descenso, es extraordinario, como también lo son el entorno de la ermita y el tramo del cañón hasta el Rudrón (km 11,1).
En contraste, los casi 4 últimos km se hacen largos. El cañón se ensancha y los roquedos quedan engullidos por laderas boscosas. Pierde la magia salvaje previa (desde el Rudrón hacia atrás, hasta Pesquera y más allá). …Y, además, ya pegaba el pegajoso sol.
Yendo en orden:
(1) Lo Bueno:
(a) La niebla flotaba por encima del lecho del valle. La ribera entre Quintanilla y Escalada trasmitía sosiego. La frondosidad vegetal arropaba sin agobiar; mecía sin adormecer. El calmoso Ebro, terroso por las lluvias, añadía serenidad.
(b) Ni un alma en los pueblos. Merece la pena un paseo por ambos. No los compararé, pero uno nos gustó ligeramente más que el otro. Con aquel silencio y quietud tempraneros, nosotros también levitábamos.
(c) El encumbramiento desde el valle hasta el páramo, mientras entramos en la niebla, resulta delicioso, a la par que enigmático. Había colorido a pesar del envolvente gris y la nebulosa paisajista unas decenas de metros más allá.
(d) El páramo, de yermo, nada. Abierto a trozos; boscoso en otros; siempre con el suelo cubierto de vegetación de una gran diversidad. Nos calamos entre el agua de la lluvia en las plantas y la humedad de la niebla. Encantados (la temperatura era buena).
(2) Lo Mejor:
(e) La estrella de la función es, sin duda, el tramo de descenso al valle por entre los farallones calizos. Sí, se puede. Teníamos dudas al respecto antes de ir. Es realmente bonito y emocionante. Merece un espacio propio (3).
(f) La ermita de Nuestra Señora del Ebro y su entorno ya los conocíamos de otra ruta (ver Preámbulo); en invierno. Pero, no importaba; sigue siendo alucinante. Encerrada entre los paredones y el río. De cuento. Allí, en soledad (sin el jolgorio de romería).
(g) Hay después de la ermita un par de km por el fondo del cañón, hasta pasada su pronunciada revuelta a la derecha. La profunda cicatriz entre los murallones aún se mantiene allí apretada y salvaje. El Ebro, al lado, sigue en su faena de zapador.
(h) Luego el valle se expande y dulcifica; pierde filo. Pero aún queda El Rudrón. Puede pasar inadvertido visualmente, por la espesura. Pero su rumorosidad te llegará. Desagua en el Ebro con dos sonoras cascadas. Si te atreves, descuélgate un poco, para unir vista y oído.
(3) El Punto y Aparte Excepcional: El Descendimiento [2(e)]
Si miras desde abajo, en el vértice de la V del cañón (o desde arriba, en el borde del precipicio), puede parecer imposible bajar o subir; por el gran desnivel vertical. Pero no. Sí lo es. Y es la parte más espectacular de la ruta (‘que el Rudrón me perdone’).
Numerosos aspectos lo hacen fascinante:
• El senderillo que apenas encuentra espacio para hacerse sitio.
• El plateado musgoso de las encinas y quejigos, de grosor reducido porque allí no hay suelo llano para dar cabida a grandes árboles.
• Las enormes rocas bajo cuyos salientes vamos serpenteando, con su cúspide velada por la niebla.
• Las caprichosas formas de las cuevas excavadas a los pies de los riscos.
• Etc., etc.
Quizá el único ‘pero’ de esta parte, en esta ocasión, fuera la escasa visibilidad del fondo del valle y el río, y otro lado del cañón, por causa la niebla. Pone misterio, pero quita profundidad. …Siempre es posible volver en un día luminoso.
ANÉCDOTA
(1) "La Culpa es de la Niebla":
Caminábamos por la carretera del páramo. Un hombre de edad parecía empeñado en convencerse de que era joven ('como nosotros'). Nos pasó y repasó tres veces con su bici. No hubo más vehículos, ni bicho viviente; sólo la niebla.
Resultó curioso que las tres pasadas las hizo en un corto intervalo de 20 minutos. Supongo que no estaba exhibiéndose(nos). La primera vez no respondió a nuestro ‘buenos días’. La segunda sólo dijo, por su cuenta, así como ‘al aire’: “a ver cuándo se va esta niebla”.
Supongo que se lo decía a la propia niebla, porque cuando pasó la tercera vez ni nos miró. Tratando de ser indulgentes y comprensivos, imagino que estaba justificándose: “No os saludo porque no os veo por esta maldita niebla”. Perdonado. (Dejo foto en waypoint 20).
(2) La Ocultación Posesiva del Rudrón por parte del Ebro:
Pero vamos a lo que más importa. Sí, por fin conseguimos contemplar la desembocadura del Rudrón en el Ebro. Anhelo colmado, pero….
Ese pesar se nos había quedado clavado en la memoria emocional desde hacía seis meses (ver Preámbulo). El ardid, la artimaña del Ebro haciéndose pasar por el Rudrón los teníamos guardados como una afrenta.
Ahora pasaríamos ‘Sí o Sí’ por allí. Iríamos despacio cerca de la orilla. Escrutaríamos cada centímetro para distinguir la realidad de cualquier treta o ilusión. No caeríamos en otro embuste. “¡QuerÉmos vÉr al RudrÓn!... ¡QuerÉmos vÉr al RudrÓn!”….
Después de varias falsas alarmas, dimos con el punto. Ahora seguro. El problema era que la orilla opuesta estaba casi oculta por la fronda de este lado; y, lo peor de todo, había un terraplén. Si queríamos sacar fotos, había que descolgarse por él.
Caía en picado sobre el Ebro. “No me voy a rendir. De aquí salgo con las fotos de la verdad”. Dejé en la pista la mochila (no, ésta no), la cartera, ‘el caballo y el rosario de mi madre’. …“Que ellos no saben nadar”. Confiaba en que agarrándome a los arbustos….
Hasta un punto llegué en el talud, que me permitió hacer algunas fotos. Más allá habría caído a la corriente, ahora turbia, del gran río. Estaba colgando varios metros sobre el agua; literalmente. Yo mismo era invisible entre la espesura (alguna foto hay).
Con una mano en la cámara o el teléfono (vaya lío con el intercambio); la otra, agarrada a lo que fuera. Y gracias.
Clic…, Clic…, Clic…. (clic…, clic…, clic…). Ahora ya sí, ufano, repté hasta arriba, a la pista. ¡Uuufff! ‘Pom…, pom…, pom…’ (el corazón).
No imaginaba que el Ebro fuera a defender su territorio con tanto ahínco; que se atrincheraría de esa manera; que iba a ser tan posesivo (‘…mi Rudróoon…’; ‘mi tesoooro…’, diría Gollum).
Sólo queríamos ver el Rudrón; cómo éste ennoblece al Ebro con dos gallardas y rumorosas cascadas. No teníamos intención de quitárselo. ¡Jolines!
• Longitud: (a) Original (14,47 km); (b) Reconstruido (14,59 km).
• Desnivel: (a) Original (298 m); (b) Reconstruido (296 m).
• Tiempo (real) total de la ruta: 3 horas y 55 min. En movimiento: 3 h 10 min.
📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 52 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 359 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
“¡Ay, río Ebro, envidiosillo de tu aventajado y elegante afluente! ¡Cómo me engañaste, trilero! Eras tú mismo. Disfrazado de Rudrón. Con ‘brazos’ que te sacaste de la manga”.
Esas fueron mis palabras al finalizar la Anécdota de una ruta realizada íntegramente por el cauce del Cañón del Ebro desde Pesquera de Ebro seis meses atrás (https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/canon-del-ebro-entre-pesquera-y-el-rudron-121743604 ).
¿Qué había pasado (para tanto alboroto)?
Nuestra meta entonces era llegar hasta el punto en el que el río Rudrón saluda al Ebro, aportándole un generoso caudal; al noreste de Valdelateja. Creímos haber llegado a destino, lo saboreamos emocionados, y nos volvimos. “!Misión cumplida!”.
Pero, no. Tarde nos dimos cuenta de que nos habían faltado 300 metros. Había sido un señuelo del Ebro. Una simulación natural de dos aparentes brazos que le llegaban por donde debería venir el Rudrón. En realidad, era el propio Ebro.
Encabritado (yo) por ese ‘corte de mangas’ del Ebro, a las pocas horas diseñé otra ruta para ‘acorralarle’, para dejarle sin escapatoria. Tenía que permitirnos contemplar a mi admirado Rudrón. Ese proyecto se ha materializado ahora en esta ruta.
Naturalmente, la condimentamos con ingredientes extra: el propio Ebro en dos tramos bien diferentes (uno, acampiñado; otro, angosto), el ascenso al páramo y el deslizamiento por sus soledades, y el descenso por los vericuetos entre los despeñaderos del cañón.
LA RUTA
El recorrido comienza y termina en Quintanilla-Escalada (aparcamiento en la orilla opuesta del Ebro). Cruzamos por un puente peatonal, damos una vuelta por el pueblo, y seguimos por una pista junto al río hasta (el otro) Escalada (km 2,3).
En la parte alta de Escalada (km 2,8), iniciamos la subida al páramo (km 4,4) por un sendero que supera el desnivel (algo más de 200 m) mediante un cómodo zigzagueo. En el km 3,1 hay que atravesar la N-623.
Desde el km 4,4 hasta el 6,9 podemos ir por la carretera local BU-V-5143, o bien monte a través a un lado u otro, transitable. Alternamos monte con carretera. Una bici hubo como único y solitario vehículo (aunque pasó tres veces; la misma…[¡?]).
En el km 6,9 es importante tomar un desvío a la derecha. Primero por caminos y luego por terreno libre (sin cultivar), nos acercamos a un punto crítico (km 7,9), algo oculto. Constituye el inicio del sendero de bajada entre los escalones rocosos del cañón.
El sendero nos deposita suavemente un km después (8,9) junto a la ermita de Nuestra Señora del Ebro. Parece difícil de creer que sea tan fácil de salvar ese abrupto declive casi vertical; hasta que estás dentro. Y, además, es un tramo precioso.
Desde la ermita nos quedan 6 km (con pequeños desvíos, a voluntad) hasta el final. Todo por una pista en muy buenas condiciones, paralela al Ebro en el fondo del cañón. Quizá ‘tan buenas’ que desnaturalizan la crudeza y la grandiosidad del paisaje.
Posibles Dificultades:
Físicamente, la caminata nos resultó más llevadera de lo esperado. Se asciende y se baja con relativa facilidad. El resto, llano y por buen terreno, es un paseo, incluido el páramo.
Pensábamos que el descenso al fondo del cañón, por un paraje tan agreste, empinado y frondoso, podría ser más problemático. Pero el trazado está bien diseñado; estrecho es, eso sí. Pero no hay dificultades técnicas. Basta con tener precaución.
Para la orientación, un tramo requiere especial atención: desde el desvío de la BU-V-5143 (km 6,9) hasta el nacimiento del sendero de bajada (km 7,9). El bocarón de entrada es casi imperceptible debido a la vegetación (hay un montoncito de piedras, como señal).
DESTACADO
Simplificando, los primeros ocho km (hasta el 7,9) son estupendos (ribera del Ebro, ascenso al páramo, y el propio altiplano). El km siguiente (hasta el 8,9), el descenso, es extraordinario, como también lo son el entorno de la ermita y el tramo del cañón hasta el Rudrón (km 11,1).
En contraste, los casi 4 últimos km se hacen largos. El cañón se ensancha y los roquedos quedan engullidos por laderas boscosas. Pierde la magia salvaje previa (desde el Rudrón hacia atrás, hasta Pesquera y más allá). …Y, además, ya pegaba el pegajoso sol.
Yendo en orden:
(1) Lo Bueno:
(a) La niebla flotaba por encima del lecho del valle. La ribera entre Quintanilla y Escalada trasmitía sosiego. La frondosidad vegetal arropaba sin agobiar; mecía sin adormecer. El calmoso Ebro, terroso por las lluvias, añadía serenidad.
(b) Ni un alma en los pueblos. Merece la pena un paseo por ambos. No los compararé, pero uno nos gustó ligeramente más que el otro. Con aquel silencio y quietud tempraneros, nosotros también levitábamos.
(c) El encumbramiento desde el valle hasta el páramo, mientras entramos en la niebla, resulta delicioso, a la par que enigmático. Había colorido a pesar del envolvente gris y la nebulosa paisajista unas decenas de metros más allá.
(d) El páramo, de yermo, nada. Abierto a trozos; boscoso en otros; siempre con el suelo cubierto de vegetación de una gran diversidad. Nos calamos entre el agua de la lluvia en las plantas y la humedad de la niebla. Encantados (la temperatura era buena).
(2) Lo Mejor:
(e) La estrella de la función es, sin duda, el tramo de descenso al valle por entre los farallones calizos. Sí, se puede. Teníamos dudas al respecto antes de ir. Es realmente bonito y emocionante. Merece un espacio propio (3).
(f) La ermita de Nuestra Señora del Ebro y su entorno ya los conocíamos de otra ruta (ver Preámbulo); en invierno. Pero, no importaba; sigue siendo alucinante. Encerrada entre los paredones y el río. De cuento. Allí, en soledad (sin el jolgorio de romería).
(g) Hay después de la ermita un par de km por el fondo del cañón, hasta pasada su pronunciada revuelta a la derecha. La profunda cicatriz entre los murallones aún se mantiene allí apretada y salvaje. El Ebro, al lado, sigue en su faena de zapador.
(h) Luego el valle se expande y dulcifica; pierde filo. Pero aún queda El Rudrón. Puede pasar inadvertido visualmente, por la espesura. Pero su rumorosidad te llegará. Desagua en el Ebro con dos sonoras cascadas. Si te atreves, descuélgate un poco, para unir vista y oído.
(3) El Punto y Aparte Excepcional: El Descendimiento [2(e)]
Si miras desde abajo, en el vértice de la V del cañón (o desde arriba, en el borde del precipicio), puede parecer imposible bajar o subir; por el gran desnivel vertical. Pero no. Sí lo es. Y es la parte más espectacular de la ruta (‘que el Rudrón me perdone’).
Numerosos aspectos lo hacen fascinante:
• El senderillo que apenas encuentra espacio para hacerse sitio.
• El plateado musgoso de las encinas y quejigos, de grosor reducido porque allí no hay suelo llano para dar cabida a grandes árboles.
• Las enormes rocas bajo cuyos salientes vamos serpenteando, con su cúspide velada por la niebla.
• Las caprichosas formas de las cuevas excavadas a los pies de los riscos.
• Etc., etc.
Quizá el único ‘pero’ de esta parte, en esta ocasión, fuera la escasa visibilidad del fondo del valle y el río, y otro lado del cañón, por causa la niebla. Pone misterio, pero quita profundidad. …Siempre es posible volver en un día luminoso.
ANÉCDOTA
(1) "La Culpa es de la Niebla":
Caminábamos por la carretera del páramo. Un hombre de edad parecía empeñado en convencerse de que era joven ('como nosotros'). Nos pasó y repasó tres veces con su bici. No hubo más vehículos, ni bicho viviente; sólo la niebla.
Resultó curioso que las tres pasadas las hizo en un corto intervalo de 20 minutos. Supongo que no estaba exhibiéndose(nos). La primera vez no respondió a nuestro ‘buenos días’. La segunda sólo dijo, por su cuenta, así como ‘al aire’: “a ver cuándo se va esta niebla”.
Supongo que se lo decía a la propia niebla, porque cuando pasó la tercera vez ni nos miró. Tratando de ser indulgentes y comprensivos, imagino que estaba justificándose: “No os saludo porque no os veo por esta maldita niebla”. Perdonado. (Dejo foto en waypoint 20).
(2) La Ocultación Posesiva del Rudrón por parte del Ebro:
Pero vamos a lo que más importa. Sí, por fin conseguimos contemplar la desembocadura del Rudrón en el Ebro. Anhelo colmado, pero….
Ese pesar se nos había quedado clavado en la memoria emocional desde hacía seis meses (ver Preámbulo). El ardid, la artimaña del Ebro haciéndose pasar por el Rudrón los teníamos guardados como una afrenta.
Ahora pasaríamos ‘Sí o Sí’ por allí. Iríamos despacio cerca de la orilla. Escrutaríamos cada centímetro para distinguir la realidad de cualquier treta o ilusión. No caeríamos en otro embuste. “¡QuerÉmos vÉr al RudrÓn!... ¡QuerÉmos vÉr al RudrÓn!”….
Después de varias falsas alarmas, dimos con el punto. Ahora seguro. El problema era que la orilla opuesta estaba casi oculta por la fronda de este lado; y, lo peor de todo, había un terraplén. Si queríamos sacar fotos, había que descolgarse por él.
Caía en picado sobre el Ebro. “No me voy a rendir. De aquí salgo con las fotos de la verdad”. Dejé en la pista la mochila (no, ésta no), la cartera, ‘el caballo y el rosario de mi madre’. …“Que ellos no saben nadar”. Confiaba en que agarrándome a los arbustos….
Hasta un punto llegué en el talud, que me permitió hacer algunas fotos. Más allá habría caído a la corriente, ahora turbia, del gran río. Estaba colgando varios metros sobre el agua; literalmente. Yo mismo era invisible entre la espesura (alguna foto hay).
Con una mano en la cámara o el teléfono (vaya lío con el intercambio); la otra, agarrada a lo que fuera. Y gracias.
Clic…, Clic…, Clic…. (clic…, clic…, clic…). Ahora ya sí, ufano, repté hasta arriba, a la pista. ¡Uuufff! ‘Pom…, pom…, pom…’ (el corazón).
No imaginaba que el Ebro fuera a defender su territorio con tanto ahínco; que se atrincheraría de esa manera; que iba a ser tan posesivo (‘…mi Rudróoon…’; ‘mi tesoooro…’, diría Gollum).
Sólo queríamos ver el Rudrón; cómo éste ennoblece al Ebro con dos gallardas y rumorosas cascadas. No teníamos intención de quitárselo. ¡Jolines!
Waypoints
Waypoint
2,163 ft
39
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