Parapanda Circular Norte
near Cortijo de los Gitanos, Andalucía (España)
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Trackeo aquí una ruta de 2014 (antes de que comenzara a usar el GPS) de mi blog “El Camino sigue y sigue” (puedes leerla en “Ver más”). Esta variada circular rodea la meseta superior de la Sierra de Parapanda sin subir al Morrón. A cambio, completa el círculo por la base del Peñón de Murcia y los espectaculares encinares que adornan el sector Noroeste de la sierra, pasando también por el idílico paraje del Cañadoso -Cortijo de los Caños- antes de bordear el extremo Norte, con inmejorables vistas sobre las Peñas de los Gitanos, Alcalá la Real y la Sierra Sur de Jaén. Comienza en el punto más habitual de las marchas por la zona, donde el carril que lleva al Llano se desprende del que lleva al Repetidor, aunque, siendo circular, puede optarse por comenzarla en la base del Peñón de Murcia, al que se llega en pocos minutos más si en vez de por Íllora tomamos desde Puerto Lope la carretera de Montefrío, y desde la misma la que lleva a Alomartes por las cortijadas de Los Gitanos y Redonda Baja (sin señalización vial alguna: hay que tenerla estudiada).
La Sierra de Parapanda es un isleo tectónico: un bloque de calizas y dolomías jurásicas que reposa sobre margas del cretácico -más modernas-, lo que revela que ha habido un fuerte cabalgamiento a base de pliegues tumbados que han invertido la sucesión natural de los estratos. La porosidad de las calizas permite que el agua se filtre hasta encontrar las margas, impermeables, por lo que aparecen fuentes en la zona de contacto. La cobertura vegetal es de pino de repoblación en todo el arco Sur y Este, con llanos herbosos sobre lapiaces en las zonas altas. Es en el Noroeste donde se han conservado las mejores manchas de encinar mediterráneo con quejigos, que la ruta propone conocer.
Por el carril de la Artesilla pasamos la fuente de Ramos (wp) y descartamos el carril del cortijo (Izquierda), hasta llegar a una trifurcación (wp), a la vista de una amplia dolina verde, donde escogemos el ramal de la izquierda, y metros después una marcada senda (de nuevo a la izquierda) que cruza la dolina atajando el carril. De vuelta al camino, vamos a seguirlo todo el rato, aunque es posible atajarlo si, donde gira a izquierdas bajando, nos mantenemos al frente y ganamos suavemente altura, con la vista puesta en la loma del fondo donde lo vemos reaparecer como cicatriz bermeja en la ladera. En cualquiera de los casos, culminamos la subida en la vertical de la Hoya del Endrino (¿Puerto de Artesilla?), donde el camino se allana.
En wp “Bifurcación 2” tomamos a izquierdas, y empiezan las cortas mineras, de caliza beige y “falsa ágata”, roca ornamental resultado de la recristalización de la calcita en capas sucesivas, que se explotó hasta tiempos recientes. Algunas cortas son realmente espectaculares, y con su fondo “naturalizado” por la hierba componen paisajes de bizarra belleza. Estamos en el llano intermedio de la sierra, amplísimo lapiaz que alterna piedras de punta y llanos herbosos. Ya tendremos a la vista el Morrón con sus antenas, y a sus pies la hondonada de la Hoya del Brezal. Caminaremos hacia allá. Si queremos evitarle sufrimiento a nuestros tobillos, rodearemos la corta más grande (wp “Gran corta”) por uno u otro lado hasta volver al carril, mucho más cómodo. En la encrucijada de caminos de la Hoya del Brezal tomaremos la senda entre carriles (wp “senda”) que nos acerca a los pinos de la loma. Llegados a los mismos abandonaremos la senda principal, que es la que sube a la cima, para pasar entre algunos corrales de piedra (wp), buscando la senda que sigue a cota. Una bajadita y una breve subida nos dejarán en el collado (wp) por el que pasamos a la vertiente Oeste.
Tras el collado pasamos una verde hondonada y la senda se interna en el pinar, dejando una valla a nuestra izquierda (wp) y sin perder demasiada altura. En wp “Descartamos bajada” eludimos la senda más marcada a la izquierda y proseguimos al frente, subiendo un poco, hasta uno de los puntos dulces del recorrido: un precioso claro con espectaculares almendros, con una singular (esquin)era un poco más allá. Dejando la era a la izquierda tomamos las sendas que bajan. En la ruta de 2014 salíamos a un vallecito por el que completábamos el descenso que eso era una gloria. Pero a día de hoy, la valla que ya ha comentado más de uno, puesta con mala leche, nos impide lo más fácil, así que tocará encaramarse al cerrete de la izquierda y por ahí buscar trochas que, paralelas a la valla, nos lleven para abajo. Otro coto de los c..., me barrunto. En todo caso, no es difícil, y por un caminillo a la izquierda (wp “Caminillo”) acabaremos saliendo a un olivar a la vera de un camino principal, que está asfaltado un poco después, y que tomaremos a la derecha hasta la base del Peñón de Murcia (punto alternativo en el que podríamos empezar la excursión). Sobrepasado el peñón el camino gira a la izquierda en bajada (wp “Entrada a Vía Verde”), y en ese punto nos saldremos por la derecha. El inicio está algo disimulado por unas ramas cortadas y puestas con toda la intención -de disuadir a moteros y otras gentes de mal vivir, supongo-, pero eso no debe arredrarnos, porque es la entrada al paraíso.
Tras una casilla a pocos metros, nuestro camino baja por el encinar. Tapizado de hierba, progresa en subeybaja atravesando sucesivos claros a cual más pinturero y dando vistas gradualmente al paraje del Cañadoso. Por encima del encinar destaca una vistosa alameda -amarilla en otoño, naranja en primavera- que rodea una balsa de agua. Hoy no llegaremos a la misma, aunque podríamos hacerlo por trochas en el encinar, sino que dejaremos que nuestro camino nos lleve hasta un olivar, al que se adosa para luego, en potente pero corta subida, acometer el borde del siguiente. Olivos, sí, pero también espectaculares quejigos. Si alguien me pidiera definir “explotación agrícola sostenible”, pensaría en este entorno, donde el aprovechamiento agrícola (¡hasta riego por goteo tienen, los olivos!) convive con la ganadería y se conjuga con la preservación de especies autóctonas y el encanto paisajístico. Atravesado un pasillo entre dos manchas de monte avistamos al frente una línea de chopos a la vera de una vaguada, con una caseta a la derecha. Hacia allí caminamos para descubrir una pequeña fuente con pilarillo (wp). Por encima, unos pocos metros nos separan del camino que lleva al Cortijo de los Caños (wp); quejigos a un lado, chopos al otro, es otra gloria de paraje. A la izquierda, salimos en unos minutos al que sube desde el valle, que tomamos ahora a la derecha, junto a un nuevo cortijo. Seguiremos el camino hasta que, unos metros después de una ruinosa construcción, veremos un portillo a la izquierda (wp “Portillo”) que nos permitirá franquear la valla comme il faut, cerrándolo después como dios manda.
A partir de aquí, trochas de ganado en el lapiaz/prado nos llevan a superar un último colladito, y siguiéndolas a cota nos colocaremos por encima de la dolina pinturera (wp), preciosa hondonada verde entre escarpes do medran las encinas. (Extra: se puede, tras el colladito, derivar a la izquierda por hondonada y luego a la derecha rodeando un cerrete para embocarla desde abajo, junto a un corral de cabras). Pasada la dolina accedemos a un lapiaz extenso que atravesaremos en muy ligera subida. Mejor ganar algunos metros de entrada, porque por la parte alta se hace menos ingrato al pie. En el extremo Norte de la sierra los azarosos caminos de las cabras se reunen en una senda más o menos definida (wp “Senda”). Por la misma, tras atravesar un nuevo portillo practicable, iremos completando nuestro círculo, disfrutando de las vistas desde la Horconera en Córdoba, pasando por Alcalá con su castillo, la Sierra Sur de Jaén y los Montes Orientales granadinos. Llegados a un nuevo olivar, no desdeñaremos reseguir su borde hasta que, pasadas unas cercas de cortijos, un coladero (wp “paso”) nos permite cruzar el zarzoso ribazo que hace de linde. Paralelos al mismo, un senderillo acaba convirtiéndose en camino, que luego desemboca en el de los cortijos, y antes de darnos cuenta estaremos en el punto de inicio.
Al no subir al Morrón, la ruta carece de pendientes notables y no es muy larga. Fácil, pues. (Me apunto completarla con la subida al repetidor). En “Ver más” tienes descripción pormenorizada, y buscando “Parapanda”, otras dos rutas con variantes.
La Sierra de Parapanda es un isleo tectónico: un bloque de calizas y dolomías jurásicas que reposa sobre margas del cretácico -más modernas-, lo que revela que ha habido un fuerte cabalgamiento a base de pliegues tumbados que han invertido la sucesión natural de los estratos. La porosidad de las calizas permite que el agua se filtre hasta encontrar las margas, impermeables, por lo que aparecen fuentes en la zona de contacto. La cobertura vegetal es de pino de repoblación en todo el arco Sur y Este, con llanos herbosos sobre lapiaces en las zonas altas. Es en el Noroeste donde se han conservado las mejores manchas de encinar mediterráneo con quejigos, que la ruta propone conocer.
Por el carril de la Artesilla pasamos la fuente de Ramos (wp) y descartamos el carril del cortijo (Izquierda), hasta llegar a una trifurcación (wp), a la vista de una amplia dolina verde, donde escogemos el ramal de la izquierda, y metros después una marcada senda (de nuevo a la izquierda) que cruza la dolina atajando el carril. De vuelta al camino, vamos a seguirlo todo el rato, aunque es posible atajarlo si, donde gira a izquierdas bajando, nos mantenemos al frente y ganamos suavemente altura, con la vista puesta en la loma del fondo donde lo vemos reaparecer como cicatriz bermeja en la ladera. En cualquiera de los casos, culminamos la subida en la vertical de la Hoya del Endrino (¿Puerto de Artesilla?), donde el camino se allana.
En wp “Bifurcación 2” tomamos a izquierdas, y empiezan las cortas mineras, de caliza beige y “falsa ágata”, roca ornamental resultado de la recristalización de la calcita en capas sucesivas, que se explotó hasta tiempos recientes. Algunas cortas son realmente espectaculares, y con su fondo “naturalizado” por la hierba componen paisajes de bizarra belleza. Estamos en el llano intermedio de la sierra, amplísimo lapiaz que alterna piedras de punta y llanos herbosos. Ya tendremos a la vista el Morrón con sus antenas, y a sus pies la hondonada de la Hoya del Brezal. Caminaremos hacia allá. Si queremos evitarle sufrimiento a nuestros tobillos, rodearemos la corta más grande (wp “Gran corta”) por uno u otro lado hasta volver al carril, mucho más cómodo. En la encrucijada de caminos de la Hoya del Brezal tomaremos la senda entre carriles (wp “senda”) que nos acerca a los pinos de la loma. Llegados a los mismos abandonaremos la senda principal, que es la que sube a la cima, para pasar entre algunos corrales de piedra (wp), buscando la senda que sigue a cota. Una bajadita y una breve subida nos dejarán en el collado (wp) por el que pasamos a la vertiente Oeste.
Tras el collado pasamos una verde hondonada y la senda se interna en el pinar, dejando una valla a nuestra izquierda (wp) y sin perder demasiada altura. En wp “Descartamos bajada” eludimos la senda más marcada a la izquierda y proseguimos al frente, subiendo un poco, hasta uno de los puntos dulces del recorrido: un precioso claro con espectaculares almendros, con una singular (esquin)era un poco más allá. Dejando la era a la izquierda tomamos las sendas que bajan. En la ruta de 2014 salíamos a un vallecito por el que completábamos el descenso que eso era una gloria. Pero a día de hoy, la valla que ya ha comentado más de uno, puesta con mala leche, nos impide lo más fácil, así que tocará encaramarse al cerrete de la izquierda y por ahí buscar trochas que, paralelas a la valla, nos lleven para abajo. Otro coto de los c..., me barrunto. En todo caso, no es difícil, y por un caminillo a la izquierda (wp “Caminillo”) acabaremos saliendo a un olivar a la vera de un camino principal, que está asfaltado un poco después, y que tomaremos a la derecha hasta la base del Peñón de Murcia (punto alternativo en el que podríamos empezar la excursión). Sobrepasado el peñón el camino gira a la izquierda en bajada (wp “Entrada a Vía Verde”), y en ese punto nos saldremos por la derecha. El inicio está algo disimulado por unas ramas cortadas y puestas con toda la intención -de disuadir a moteros y otras gentes de mal vivir, supongo-, pero eso no debe arredrarnos, porque es la entrada al paraíso.
Tras una casilla a pocos metros, nuestro camino baja por el encinar. Tapizado de hierba, progresa en subeybaja atravesando sucesivos claros a cual más pinturero y dando vistas gradualmente al paraje del Cañadoso. Por encima del encinar destaca una vistosa alameda -amarilla en otoño, naranja en primavera- que rodea una balsa de agua. Hoy no llegaremos a la misma, aunque podríamos hacerlo por trochas en el encinar, sino que dejaremos que nuestro camino nos lleve hasta un olivar, al que se adosa para luego, en potente pero corta subida, acometer el borde del siguiente. Olivos, sí, pero también espectaculares quejigos. Si alguien me pidiera definir “explotación agrícola sostenible”, pensaría en este entorno, donde el aprovechamiento agrícola (¡hasta riego por goteo tienen, los olivos!) convive con la ganadería y se conjuga con la preservación de especies autóctonas y el encanto paisajístico. Atravesado un pasillo entre dos manchas de monte avistamos al frente una línea de chopos a la vera de una vaguada, con una caseta a la derecha. Hacia allí caminamos para descubrir una pequeña fuente con pilarillo (wp). Por encima, unos pocos metros nos separan del camino que lleva al Cortijo de los Caños (wp); quejigos a un lado, chopos al otro, es otra gloria de paraje. A la izquierda, salimos en unos minutos al que sube desde el valle, que tomamos ahora a la derecha, junto a un nuevo cortijo. Seguiremos el camino hasta que, unos metros después de una ruinosa construcción, veremos un portillo a la izquierda (wp “Portillo”) que nos permitirá franquear la valla comme il faut, cerrándolo después como dios manda.
A partir de aquí, trochas de ganado en el lapiaz/prado nos llevan a superar un último colladito, y siguiéndolas a cota nos colocaremos por encima de la dolina pinturera (wp), preciosa hondonada verde entre escarpes do medran las encinas. (Extra: se puede, tras el colladito, derivar a la izquierda por hondonada y luego a la derecha rodeando un cerrete para embocarla desde abajo, junto a un corral de cabras). Pasada la dolina accedemos a un lapiaz extenso que atravesaremos en muy ligera subida. Mejor ganar algunos metros de entrada, porque por la parte alta se hace menos ingrato al pie. En el extremo Norte de la sierra los azarosos caminos de las cabras se reunen en una senda más o menos definida (wp “Senda”). Por la misma, tras atravesar un nuevo portillo practicable, iremos completando nuestro círculo, disfrutando de las vistas desde la Horconera en Córdoba, pasando por Alcalá con su castillo, la Sierra Sur de Jaén y los Montes Orientales granadinos. Llegados a un nuevo olivar, no desdeñaremos reseguir su borde hasta que, pasadas unas cercas de cortijos, un coladero (wp “paso”) nos permite cruzar el zarzoso ribazo que hace de linde. Paralelos al mismo, un senderillo acaba convirtiéndose en camino, que luego desemboca en el de los cortijos, y antes de darnos cuenta estaremos en el punto de inicio.
Al no subir al Morrón, la ruta carece de pendientes notables y no es muy larga. Fácil, pues. (Me apunto completarla con la subida al repetidor). En “Ver más” tienes descripción pormenorizada, y buscando “Parapanda”, otras dos rutas con variantes.
Waypoints
Waypoint
4,313 ft
Inicio de Parapanda Circular
sábado 2 de abril de 2022 13:33 CEST
Elevación: 1311 m
Waypoint
4,333 ft
Fuente de Ramos
Fuente de Ramos
Waypoint
4,479 ft
Bifurcación 2
Izquierda
Waypoint
4,291 ft
Descartamos bajada
Descartamos bajada
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